No todos los religiosos católicos son iguales, así se diferencian
Hay órdenes y hay congregaciones; su historia es distinta, acá se la contamos.
Periodista de la Universidad de Antioquia. Interesado en temas de tecnología y cultura. Disfruto del cine y la música.
Medellín ha sido destino de diferentes comunidades religiosas que llegaron a crear monasterios, instituciones educativas y a construir iglesias, entre otras labores. El estilo de vida profesado por esas personas y sus orígenes son muy antiguos y entre ellos tienen sus diferencias.
Según el padre José Luis Paniagua Restrepo, delegado arzobispal para la vida consagrada en la Arquidiócesis de Medellín, todo se podría resumir en dos palabras: vida consagrada, algo que comenzó cuando la realidad del martirio disminuyó.
En los primeros siglos, solo había una muestra de seguimiento total, pleno, a Jesucristo: estar dispuesto a morir mártir, es decir, asesinado cruelmente por odio a la fe, o al hijo de Dios.
En esos tiempos del cristianismo hubo muchos que murieron así, sobre todo porque el Imperio Romano los perseguía. Entonces, cuando fue disminuyendo la persecución a los cristianos, más o menos desde el siglo IV, fue surgiendo el propósito de consagrar la vida entera a Jesús.
El hermano Celso da Silva, religioso de la Congregación Legionarios de Cristo, asegura que todo esto surge como una necesidad de los cristianos de unirse a Cristo mediante vidas ascéticas, que son aquellas que buscan purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres materiales o la abstinencia.
Nacen las órdenes
Surge entonces el monacato o vida monástica (asociada a los monjes), relata el sacerdote Paniagua. Así empiezan las grandes órdenes de ese tipo, como la de San Benito de Nursia. Esto sucedió entre el siglo IV y V.
Aconteció, además, algo muy importante, con el paso de los siglos surgió la opción monástica para las mujeres. Esas son conocidas como vidas contemplativas y corresponden a a las órdenes monásticas.
“Con San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán, que son contemporáneos, comienza una religiosidad activa, la de predicación y la vida activa. Las llamaron órdenes mendicantes, formadas por frailes o monjas que viven de la limosna. Además, se dan formas de vida consagrada que se dedican a diferentes labores, entre ellos los Bicentinos y los Hermanos de San Juan de Dios.
El hermano Celso resalta que las órdenes tienen por superior al Papa, máximo jefe de esas comunidades.
“Lo que tenemos hoy surgió en la antigüedad cristiana y en la Edad Media”, asegura el padre José Luis. Se refiere a los institutos de vida consagrada, que abarca las grandes órdenes antiguas –Benedictinos, Agustinos, Franciscanos, Dominicos, de la Visitación, de los frailes mínimos, entre otras–.
Hay más comunidades que no tienen el rango de órdenes y se llaman congregaciones, como la de las Siervas del Santísimo y de la Caridad (acá en Antioquia) o la de las Hermanas Pobres de San Pedro Claver. Se diferencian porque hacen votos simples en vez de solemnes. El primero es temporal y el segundo es perpetuo, ambos comprometen la pobreza, la castidad y la obediencia.
Las congregaciones
Tanto órdenes como comunidades están dentro de esa estructura que la Iglesia denomina Institutos de Vida Consagrada.
El religioso de los Legionarios de Cristo agrega que las congregaciones aparecen entre los siglos XVI y XVII, desde el Concilio de Trento, que se hizo en Italia, y se forman con el deseo de parecerse a Cristo.
Existen también los llamados institutos seculares, cuenta el sacerdote Paniagua, cuyos miembros no son religiosos. En Medellín, por ejemplo, está el Instituto Secular Misioneras de los Trabajadores, conformado por mujeres solteras, viudas o casadas que tienen su hogar, pero están consagradas con unos estatutos y tienen vida de apostolado, que enseñan sobre la Biblia o realizaron obras de misericordia.
Privilegio de ciudad
Para el sacerdote, “el de Medellín es un privilegio muy grande” porque desde hace más de 200 años a la ciudad llegaron personas religiosas. Destaca, por ejemplo a las Carmelitas Descalzas, que tienen aquí su monasterio
“Existen muchas comunidades, masculinas son cerca de 50 y femeninas unas 140. Se multiplican gracias a las casas de apostolado, donde se forman”, afirma Paniagua.
Los religiosos, dice él, se encuentran en muchas esferas de la sociedad. En los barrios, hay parroquias o casas de atención a poblaciones vulnerables y también tienen alta presencia en la educación, como formadores y administradores de instituciones.
También destaca el acompañamiento en asilos para ancianos y hogares para niños, así como el trabajo que realizan con habitantes de la calle.
Según el hermano Celso, el cristiano tiene diferentes responsabilidades desde hace cientos de años. De hecho, “dieron el puntapié” en temas de educación y salud en Latinoamérica.
Aunque diferentes, a estos integrantes de la vida consagrada los une el amor a Cristo, a algunos se les verá por estos días de Semana Santa. Ya sabe quiénes son.