¿Cuántos detalles se pueden dibujar con tinta sobre la piel?
Entre las diversas técnicas de tatuaje, el realismo y microrrealismo son como el trabajo en filigrana. Saber hacerlo es clave. Le contamos si es arte.
Antes de empezar a introducir la tinta en dos capas de piel, la tatuadora Maloren Rodríguez escoge muy bien el tipo de aguja que tiene que usar y eso depende del trabajo que está por hacer, ¿qué tan gruesa es la línea? o ¿cuánta tinta tiene la sombra? A veces puede ser una de cinco puntas o de siete, aunque las hay incluso de 15 o 18. Entre más grande sea, más tinta entra en la piel y más gruesos son los trazos. No es común, pero si fuera a hacer trabajos extremadamente detallados usaría una 3RL o una única aguja para que el trazo sea muy fino.
El RL se refiere a “roundliner” y hace alusión a cómo están acomodadas las agujas y qué efecto quiere lograr el tatuador. Si ella quiere hacer sombras, probablemente escoja una roundshader (RS), en la que las agujas están distribuidas como si estuvieran en un círculo y cumplen el propósito de lograr ese efecto difuminado de la sombra. Si lo que necesita son líneas mucho más definidas, lo más probable es que escoja una roundliner (RL) o una Magnum (M), en estas últimas las agujas están en fila una detrás de la otra. Hay otros tipos, pero estas son apenas unas de las más utilizadas.
Lleva seis años tatuando y hasta el momento ha aprendido técnicas tan diferentes que dice que tiene un estilo libre, porque es versátil y se adapta con facilidad a las ideas que le propongan, pero uno de sus fuertes es el realismo en sombras y en color, que buscan que aquello que en el papel parece vivo, parezca también sobre la piel.
“El realismo es una técnica que hay que estudiar mucho porque los tatuajes con los años se expanden, esa es una realidad y todo el mundo debería saberlo”, explica. Desde su perspectiva, el detalle debe tener cierta moderación, “no puede ser muy detallado porque puede que en unos años no se vaya a entender” y se vea como una amalgama ilegible de tinta.
El tatuador colombiano Nicolás Vásquez, quien actualmente trabaja en el estudio Equilettera en Miami, añade que “la piel es un tejido vivo”, al tener propiedades distintas a las de un papel, por ejemplo, la tinta puede verse de manera distinta. “Si no es un tatuaje que está perfectamente hecho, puede tender a desaparecerse o expandirse”.
Sin embargo, apuntando a llevar el realismo lo más lejos que se pueda, dice que es posible mantener muchos detalles siempre y cuando se utilicen las herramientas adecuadas para lograrlo. De ahí que sea tan importante tomar las decisiones antes de tatuar.
Muy muy pequeño
Aunque no es su campo específico, Maloren cuenta que hay quienes se dedican al minirrealismo, es decir, aún más detalles y en un espacio mucho más pequeño sobre la piel. “Si yo voy a hacer un tatuaje en mini realismo, de unos 10 centímetros, si uso agujas más pequeñas (como la de una o tres puntas), el tatuaje puede ser más duradero porque estoy usando las agujas adecuadas para el tatuaje adecuado. Si se usan agujas grandes en algo muy pequeño, este es el que se me va a volver una sopa cuando envejezca porque ya no se va a entender lo que hice”. Para ella por eso es importante que la persona que se enfoque en esa técnica tenga un amplio conocimiento sobre cómo aplicar los pigmentos sobre la piel, para que cada trazo dure más cuando esté sano.
Cuando se hace realismo, añade Vásquez, como puede ser el caso de un rostro, se tienden a evitar las líneas gruesas. De nuevo, escoger bien la aguja será fundamental.
El tatuador y artística plástico Javier Fernández (que usa el nombre Monkey The Human Boy para fines de su trabajo) cuenta que “antes se consideraba un tatuaje mal hecho cuando era muy pequeño”, refiriéndose al microrrealismo, que todavía es una técnica en evolución. Ahora ese tipo de trabajos son valorados y se “pueden hacer pero con las técnicas adecuadas”.
Su trabajo está cargado de detalles, aunque se acerca más a algo similar al cómic y la ilustración sobre la piel que al realismo. Cuenta que se ha democratizado mucho el acceso a agujas más delgadas y cartuchos más delgados que hacen que se logren resultados muy finos. Cada vez más es posible encontrar creadores que estén inmersos en un mundo puntual en el tatuaje.
Su relación con el dibujo
En Grecia, un mito corintio relatado por Plinio el Viejo en pleno siglo VII a.C. cuenta que Kora, quien era hija de un escultor llamado Butades, quedó en embarazo y el padre era un hombre que estaba a punto de ir a pelear en una guerra. Como despedida, durante la última noche que compartieron juntos antes de la separación, ella se dio cuenta de cómo el perfil de su amado se proyectaba en la pared, su sombra llevaba su forma.
Con la idea de que esa imagen durara y no se le olvidara, empezó a seguir ese contorno en la pared y lo completó con un carboncillo, repasó el perfil de la sombra. Butades, su papá, le añadió un toque más: llevó a la tercera dimensión esa silueta y la horneó para que su hija pudiera guardarla. Con ese mito se buscaba explicar el origen del dibujo y la pintura, explica el curador Conrado Uribe.
Técnicamente, cuenta él, el dibujo se define “como una representación (o presentación si es que hablamos de obras abstractas) en una superficie mediante el trazo de líneas” y dice que es precisamente esa línea el recurso que define a esta técnica y muchos medios pueden ser usados para eso, desde el carboncillo, el lápiz y los colores, “hasta la luz, la tierra (land art) o las tintas aplicadas con agujas sobre una superficie viva como es la piel. En última instancia, cualquier medio que permita trazar líneas en una superficie”.
Opina que, entonces, “el tatuaje es dibujo y también puede ser pintura, dependiendo (en términos técnicos estrictos) del modo en el que se apliquen los pigmentos”.
El ilustrador Alejandro García Restrepo, quien no ha estado cerca al círculo de los tatuajes, cuenta que el vínculo del tatuaje y el dibujo es total. “Es más, si consultas la etimología de la palabra dibujo, el origen primigenio tiene que ver con trazar surcos sobre una superficie, de hecho remite más a un tema escultórico que a una cosa plana y bidimensional como es entendido siempre” (ver Informe).
Por otro lado, aunque Monkey The Human Boy sí considera el tatuaje como una forma de dibujo, considera que tiene suficientes condiciones particulares que no comparte con el dibujo por el hecho de que se practica “en una persona viva, uno nunca dibuja sobre un sustrato elástico o que cambie tanto”, opina. En el caso del tatuaje, el pasar del tiempo influye en el resultado, “el dibujo casi que no cambia, pero el tatuaje sí”.
¿Arte o no?
Con una relación tan estrecha con el dibujo, en el que cabe el tatuaje en el panorama de lo que se considera o no arte. “El arte en este momento es una palabra completamente oscura, desbordada y rota dentro de la que caben muchas prácticas. Es una cosa que se volvió muy confusa”, señala García Restrepo. Además, añade que no es muy posible que se llegue a un consenso al respecto.
“El arte contemporáneo nos enseña que no es la técnica (dibujo, pintura o escultura en términos tradicionales) el que determina que una obra de arte sea considerada como tal”, añade Uribe ,y la pregunta que se hace entonces es ¿cuándo un tatuaje puede ser considerado una obra de arte? Porque “no todo dibujo por el simple hecho de serlo es una obra de arte. No sólo por el hecho de que un dibujo esté hecho con el mejor carboncillo sobre el papel más fino lo convierten en una obra de arte. Se necesitan otras cosas”.
Aunque la técnica ayuda y es importante, cuenta, su respuesta la encuentra desde dos disciplinas: la filosofía y la sociología. “Para la primera, la filosofía, y planteando este problema grosso modo, una obra de arte es tal porque da mucho qué pensar. En otras palabras, porque encarna en su materialidad, en su forma, una sustancia que invita y que promueve el pensamiento, la reflexión. Como propuso Heidegger, el arte es una pregunta abierta al pecho humano”. De ahí que pueda transformar u ofrecer otras perspectivas.
Para la sociología, añade, “el arte alcanza su condición cuando se inserta adecuadamente en circuitos de circulación y validación que le otorgan esa función a nivel social”, aunque hace la salvedad de que esos circuitos “son constantemente reevaluados y no se puede pensar que sólo las grandes instituciones son las únicas que pueden garantizar lo anterior”.
Para Monkey The Human Boy hay que considerar otro aspecto que lo hace pensar que el tatuaje es artesanía más que arte y es que “las artesanías tienen un fin utilitario, están desarrolladas con el diseño, la cerámica o la ebanistería y el tatuaje tiene eso. Se ha popularizado recientemente, pero es milenario, es uno de los oficios más antiguos que existen”.
Está relacionado con una función utilitaria en la sociedad, cuenta, y aunque quizá ahora se vea más como un asunto estético o visual, “usualmente los tatuajes entran en una función social para definir cuál es el rol de una persona o su identidad y reflejarlo en su piel”