Cine

Alejandro González Iñárritu habla sobre su nueva película: The Revenant

Birdman, la anterior película de González, se llevó 4 premios Óscar, ¿Será esta la oportunidad para Leonardo Dicaprio?

02 de enero de 2016

Con The Revenant, Alejandro González Iñárritu ha obrado el milagro en Hollywood de levantar un proyecto ambicioso, rodado a la antigua usanza, con un enorme presupuesto y sin superhéroes, un reto que se propuso porque, tal y como admite a Efe, no es partidario del cine que triunfa hoy día.

“Casi todas las películas, ya pueden estar bien o mal, deben cumplir ciertos parámetros: que sean claras, que no incomoden, que no sean misteriosas, que no sean difíciles de leer... Cualquier ambición de otro lado es castigada, así que cada día estoy más lejos del cine populista”, explica el director.

“Mi gusto personal cada vez se aleja más del de la gente. Eso lo tengo claramente percibido. Y me gusta estar lejos de lo que está sucediendo ahora”, sentencia.

The Revenant, inspirada en hechos reales, narra la historia de un explorador (Leonardo DiCaprio) que en 1823 fue atacado por una osa y abandonado por sus compañeros de expedición, y cuyo deseo de venganza lo lleva a sobrevivir y a emprender una odisea de cientos de kilómetros para dar con quienes le traicionaron.

DiCaprio, que considera la cinta “una obra de arte”, no dudó en dejarse la piel en el rodaje. Llegó a comerse crudo un trozo de hígado de bisonte, aprendió a disparar un rifle, se familiarizó con dos lenguas nativas americanas (el pawnee y el arikara) e incluso aprendió técnicas antiguas de curación.

Todo por la búsqueda de la verdad. “Entregar todo para encontrarlo después”, como explica Iñárritu. Esa era la misión en pleno paisaje nevado bajo las durísimas condiciones climatológicas de las Rocosas canadienses.

El filme, al igual que los demás de su filmografía, se rodó en orden cronológico y con largos planos secuencia, la técnica que empleó en Birdman, ganadora hace un año de 4 premios Óscar.

“Era así, afirma, como la tenía concebida desde hace 5 años. El propósito era filmar una especie de documento histórico y a tiempo real, como la memoria de un fantasma. No quería que tuviera el aspecto de una película, sino de un sueño más bien”.

Las dificultades por las que pasó la producción han sido documentadas en la prensa especializada: renuncias, despidos, temperaturas bajo cero, el uso de luz natural en el rodaje (labor del director de fotografía Emmanuel Lubezki) o el traslado a la Patagonia argentina en busca de la nieve necesaria en pleno julio.

Por eso, Iñárritu considera que The Revenant es su Lawrence of Arabia particular.

Excepto por una cuestión: “No me imagino a David Lean justificando por qué fue al desierto para filmar su película”.

“La reacción exagerada que hubo porque fuimos a lugares reales, lamenta, es muy triste. Parece que hoy el cine debe ser con luz artificial, pantalla verde y píxeles. Ir a lugares reales y filmar con sol parece una locura. Ese es el mundo que vivimos hoy”.

Iñárritu, debido a la gran inversión realizada por los productores, tiene ante sí el objetivo de lograr un gran éxito en taquilla.

“Lo veo como una responsabilidad. Por suerte, Arnold Milchan (productor del filme) es un coleccionista de arte. Su pasión por esta obra es tan grande, que no titubeó ante problemas serios y decisiones difíciles. Cree que vale mucho la pena e inclusive con el riesgo de perder dinero. Esa pasión no se encuentra en Hollywood”, asegura.

Sobre el cine de Iñárritu siempre ha merodeado la noción de la muerte, como ocurre también en The Revenant, y el director percibe el séptimo arte precisamente como su mejor herramienta para combatirla.

“Pienso en esa frase de Breathless, de Jean-Luc Godard: ‘Quiero convertirme en inmortal, y después morir. Lo bonito es aportar un pequeñísimo granito de arena a la Tierra. Capturar una experiencia personal, física, intelectual y emocional, y dejarla enlatada en dos horas de narración en una cápsula del tiempo para que alguien la vea dentro de 100 años”, reflexiona el cineasta mexicano . n