¿Ser hijo de un presidente abre puertas en Colombia?
En la actualidad un viceministro de la casa Samper y un Gaviria en la dirección de Planeación Nacional, son los delfines con mayor proyección.
Politólogo y abogado. Ni derecha ni izquierda. Política y deporte, los temas que me gustan. Viendo los toros desde la barrera.
Uno de los males que padece la democracia colombiana es lo centralista y aristocrática que puede llegar a ser. Son muchos los ejemplos a lo largo de nuestra historia republicana de familias, generalmente de origen bogotano, que se han alternado el poder.
Y es que los grandes dirigentes políticos, sobre todo los presidentes, han visto en sus descendientes la manera por excelencia de mantenerse vigentes. Es por eso, que desde la cuna forman a sus primogénitos para que tomen sus banderas políticas y salten a la palestra pública.
En Colombia a estos herederos políticos se les denomina comúnmente delfines. Es así como Mariano Ospina Pérez logró capitalizar el poder político de su abuelo Mariano Ospina Rodríguez y de su tío Pedro Nel Ospina, ambos presidentes de Colombia, para llegar al Palacio de Nariño, en 1946, por el Partido Conservador.
Otro caso, más atípico aún, ocurrió en 1974. En aquel entonces, los candidatos más opcionados eran hijos de exmandatarios. Por el Partido Liberal, Alfonso López Michelsen, hijo del expresidente Alfonso López Pumarejo; por el conservatismo, Álvaro Gómez Hurtado, hijo del también expresidente Laureano Gómez; y María Eugenia Rojas, por la Anapo, hija del dictador Gustavo Rojas Pinilla. Finalmente, con casi tres millones de votos López ganó la carrera presidencial.
Los nuevos delfines
Aunque se creería que estas prácticas poco democráticas son cosas del siglo pasado, los delfines llegaron para quedarse. Incluso, el actual presidente Juan Manuel Santos sería catalogado como tal pues a pesar de no ser hijo de un expresidente, es descendiente de Eduardo Santos, quien ocupó el Solio de Bolívar (1938-1942).
Así, EL COLOMBIANO se puso en la tarea de identificar, en las familias de los presidentes que aún viven, si sus hijos aprovecharán esa condición para repetir la historia de sus progenitores.
ANÁLISIS
Angela Arbeláez
Profesora de la Facultad de Ciencias Políticas UPB
Los riesgos de la política en Colombia
Excepto por una fugaz participación como concejal de Engativá, en 1938, Alfonso López Michelsen quiso mantenerse alejado de la política mientras su padre, Alfonso López Pumarejo, fue presidente. Se dedicó a la academia, como profesor en la Universidad del Rosario y su única ambición era alcanzar la rectoría del Alma Mater. Como abogado representaba a los accionistas colombianos de la empresa holandesa Handel. En 1943, López Michelsen fue acusado en el Congreso de favorecerse con las transacciones económicas de la empresa y tuvo que enfrentar fuertes acusaciones en su contra. Sin embargo, la figura polémica en aquel momento no era él, sino su padre, López Pumarejo, quien ejercía por segunda vez la presidencia. López Pumarejo se había convertido en un político de masas y había llegado nuevamente a la Casa de Nariño, pese a la oposición de su propio partido, el Liberal, que en las elecciones de 1942, se alió con los conservadores en contra de López. Así, López Pumarejo escasamente pudo administrar lo que había hecho, porque buena parte de su energía la dedicór a defenderse de los ataques de sus opositores. Al final, López Pumarejo no aguantó y en 1945 presentó al Congreso su renuncia. La historia se ha preguntado si el escándalo de la venta de las acciones de Handel fue urdido por los opositores del presidente López Pumarejo para atacarlo en este caso, con su hijo, Alfonso López Michelsen. Pero más allá de juzgar el episodio de Handel como justo o injusto, nos sirve para recordar que en Colombia los hijos de los políticos siempre han corrido el el riesgo de verse involucrados en las pugnas por el poder. Así, los casos más recientes, como las acusaciones a los hijos de Álvaro Uribe , Gustavo Petro y Oscar Iván Zuluaga, no resultan una novedad en la marcha histórica de la política nacional. No sobra recordar, también, que por más alejado que se quiso mantener de la política, Alfonso López Michelsen se convirtió en una de las figuras más importantes de la oposición frentenacionalista y luego, por supuesto, como delfín, ocupó el honroso cargo de presidente de la República.