Senado discute este martes el transfuguismo: así es la reforma en la que ‘todos ganan’, sobre todo el petrismo
El proyecto que permite cambiar de partido sin sanciones y sin renunciar un año antes desató un fuerte debate sobre lealtad partidista y reglas democráticas. Alertan que petrismo sería el gran beneficiado.
Comunicador social y periodista de la Universidad Central, especializado en Gobierno, Gerencia y Asuntos Públicos de las universidades Externado y Columbia.
Durante la inusual sesión de este lunes, en la que la plenaria del Senado finalmente no alcanzó a debatir el proyecto que da vía libre al transfuguismo, circuló curul por curul un curioso documento –con tufillo panfletario– que dejó al desnudo los verdaderos intereses detrás del proyecto.
El escrito traía consigo provocadores mensajes, como que en la Constitución de 1991 “nunca se prohibió la movilidad política de los miembros de corporaciones públicas” o que lo que persiste hoy es un “debilitamiento de los liderazgos individuales” que hacían grandes a los partidos.
Inclusive, el documento les formulaba a los senadores cuestionamientos de este resorte: “¿Considera usted que su curul es de propiedad única y exclusiva de su partido político o, por el contrario, es también gracias al esfuerzo electoral que en democracia cada parlamentario desarrolla en sus territorios luchando por convencer ideológicamente a sus electores?”.
De fondo, está el interés –sin distingo de partido o corriente política– que tiene una silenciosa mayoría por convencer a indecisos y aprobar el proyecto en el sexto de sus ocho debates, buscando que congresistas, diputados, concejales y ediles puedan cambiar de partido por única vez sin recibir sanciones. Las ventajas saltan a la vista.
En lugar de tener que renunciar un año antes de las elecciones para migrar a otro partido, los dirigentes tendrían que abandonar su curul solo un mes antes y rápidamente podrían dar el salto a otra colectividad sin sanción alguna. Además, a la iniciativa le colgaron un polémico artículo con dejo de mico: que los casos de doble militancia los resuelva cada partido en su seno y no el Consejo de Estado.
Lo cierto es que la iniciativa termina beneficiando a congresistas de partidos que van desde el Centro Democrático o Cambio Radical, pasando por la Alianza Verde o el Nuevo Liberalismo, hasta llegar al propio Pacto Histórico. En cada una de las toldas hay políticos disidentes, inconformes o descontentos que buscarían dar el salto a colectividades con mayor afinidad, que también estarían encantadas en recibir a nuevas figuras con caudal electoral.
Y aunque el proyecto los beneficia a todos, el petrismo emerge como el gran ganador en caso de que la iniciativa prospere. ¿La razón? Si bien en el Pacto están empeñados en volver a conformar la coalición que en 2022 les dio sendos réditos, la ley impide que se repita una alianza que haya logrado el 15 % de los votos en la contienda anterior. Hace tres años, en efecto, el Pacto se hizo al 16,9 % de los apoyos. Es decir, no podría repetirse la coalición y cada partido debería buscar sus votos en solitario.
Además, los senadores María José Pizarro y David Racero –dos de los pesos pesados del petrismo– buscan escindirse y montar rancho aparte del Mais para adherir a la coalición; sin embargo, la división no puede materializarse hasta que se resuelva una investigación que pesa contra la colectividad. Como el proceso puede durar años, hay afán por migrar.
“Veo que hay muchas ganas de hacerle un favor al Pacto Histórico y al presidente Petro”, reconoció sin ambages la senadora Angélica Lozano (Alianza Verde). “Cuando el presidente (Álvaro) Uribe y Yidis (Medina) cambiaron un articulito para la reelección, medio país dijo, ‘no, eso está mal, es abuso de poder’. ¿Por qué ahora está bien cambiar un articulito para favorecer la reelección propia o del Pacto?”.
La congresista insistió en que votará no al proyecto e instó a sus colegas a no legislar en beneficio propio. “Es oprobioso, es ilegítimo, es manosear la Constitución”, agregó.
A su turno, también desde los verdes, el senador Ariel Ávila manifestó que hay un sector mayoritario que se opone a “cambiar las reglas de juego electoral a menos de un año de las elecciones a Congreso”.
Por su parte, el senador conservador Nicolás Echeverry recordó que “se necesitó evolucionar mucho para encontrar elementos que ordenaran los partidos, entre ellos, que la curul es del partido que avala y no del corporado”.
Desde la oposición también hay voces de alerta. El senador Carlos Fernando Motoa (Cambio Radical) advirtió que, en plata blanca, el proyecto permite que “los políticos pueden hacer lo que les dé la gana al interior de los partidos”. Reconociendo que el gran beneficiado sería el petrismo, el congresista llamó la atención por los réditos para aquellos que “no tienen convicciones al interior de los partidos”.
En el Centro Democrático, no obstante, hay quienes ven con buenos ojos el proyecto. “En 2026 para las legislativas vamos con lista cerrada, ¿y si me terminan dando el puesto 30? Pues mejor cambiar de partido y buscar otras opciones”, manifestó a este diario una fuente dentro del uribismo.
En medio del tire y afloje, desde el oficialismo se pronunció la senadora Gloria Flórez, quien defendió que, “más que transfuguismo, es un proyecto de libertad política para los congresistas que no se sienten a gustos al interior de su colectividad y les han impuesto unos criterios”. Inclusive, reconoció que los beneficiados serían “todos los partidos”, aunque negó que “está hecho a la medida del Pacto Histórico”
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También desde el petrismo, la senadora Aida Avella señaló que, aunque hubiese preferido que el transfuguismo estuviese incluido en la reforma política, igual apoyará la iniciativa. “Es un derecho que tienen personas que se sienten incómodas en el sector donde están y quieren pasarse a otro partido”.
Quien también salió en defensa del proyecto –como es apenas natural–, fue su autor, el senador liberal Alejandro Carlos Chacón, quien explicó que la iniciativa pretende “volver a la esencia de la política, a las libertades individuales, al fortalecimiento de los principios, a la coherencia de los congresistas defendiendo a sus ideas, que es lo que hace grande a los partidos. No pueden encarcelar la política, judicializar la política”.
Chacón –quien reclamó que “el pueblo no reconoce a los partidos” y que estos “perdieron la coherencia”– señaló que se trata de enfrentar a quienes consideran que los partidos se hacen “a través de cacicazgos”. Al lanzarle una pulla a la senadora Lozano y la fallida división de los verdes, indicó que algunos de los opositores “pretendieron hace días escindirse de su partido para crear otro para ellas mismas”.
El toma y dame que desató la iniciativa promete acentuarse este martes, cuando la plenaria debatirá al fin el proyecto. En el entretanto, sus promotores confían en seguir sumando apoyos, pues se requieren mayorías absolutas –53 de los 105 senadores– antes de pasar a la Cámara, donde el escenario parece despejado, pues el Gobierno goza de mayorías y prevalecen intereses regionales.
A la espera de que se defina la suerte del proyecto, organizaciones como la Misión de Observación Electoral (MOE) incrementan sus alertas. “El transfuguismo no es solo una práctica oportunista: es un golpe directo a la democracia representativa y participativa. En Colombia, los ciudadanos no eligen personas aisladas, eligen listas respaldadas por proyectos políticos. La curul no es un bien personal, es una representación colectiva. Quien cambia de partido en ejercicio de su cargo rompe ese pacto democrático con el elector”.