Colombia

Los niños de las Farc

Soy periodista del área digital de El Colombiano. Si la vida no me hubiera arrastrado hasta el periodismo, tal vez habría sido bailarina.

15 de mayo de 2016

La guerra en Colombia está lejos de esa imagen clásica que muestra a dos ejércitos de hombres valientes detrás de las trincheras de un campo de batalla. Aquí, como en la mayoría de conflictos del último siglo, la guerra se ha metido por todos los rincones del país; no respeta las fronteras del campo de batalla, ni el sexo, ni la edad.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), más de 300.000 niños, niñas y adolescentes han empuñado un arma en aproximadamente 30 países con conflictos armados. Un tercio de estos niños están en África arriesgando sus vidas por causas ajenas, casi todos en la República Democrática del Congo.

En Colombia, los grupos armados enfilaron a 7.478 menores, y más de la mitad han portado el camuflado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Hoy, 5.156 de esos niños se han desvinculado de los grupos armados y son atendidos en el programa de atención especializada del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf). 3.076 eran niños soldado de las Farc.

De acuerdo con los datos del Icbf, los cinco departamentos donde hay más niños en las filas de los grupos armados son Tolima, Arauca, Putumayo, Antioquia y Valle del Cauca. De los menores que se desvincularon el 72 % son niños y el 82 % niñas. El 71 % nunca pasaron de quinto de primaria. El 66 % tienen entre 16 y 17 años y el 25 %, entre 14 y 15 años. Los demás (9 %) tienen 13 años o menos.

Aunque los voceros de las Farc no han negado que entre sus filas hay menores de edad, la guerrilla asegura que se atienen a las normas del Derecho Internacional Humanitario y que solo permiten en sus filas a jóvenes mayores de 15 años que manifiesten su voluntad de hacer parte de la organización. Según los Convenios de Ginebra, reclutar jóvenes con más de 15 años no es un delito de guerra.

“Para nosotros la guerra es de todo el pueblo y por eso todo el pueblo tiene derecho a participar, niños, mujeres, adultos... Lo que es natural en la actividad humana nos lo vuelven a nosotros una exigencia para que aceptemos desigualdades”, dijo el negociador de las Farc Jesús Emilio Carvajalino, alias “Andrés París”. Muchos de los menores desvinculados que hacen parte del programa del Icbf parecen darle la razón.

Según un informe del Icbf, la Unicef y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), los niños que combatieron en el conflicto colombiano muestran la existencia de lazos afectivos con personas del grupo armado, a quienes consideran mentores o parte de su familia.

“Esto es factible, dado que muchos de estos niños ingresan a los grupos a temprana edad y crean relaciones significativas dentro del mismo”, dice el informe.

Pero el hecho de que los niños manifiesten su voluntad de hacer parte del grupo armado no significa que los efectos de la guerra sean menos devastadores. De acuerdo con el informe, los niños desvinculados muestran dificultades emocionales como “retraimiento, quejas somáticas, ansiedad, dificultades de relación y problemas de atención”.

Además, tienen un mayor riesgo “en lo referente a la distorsión del pensamiento, es decir, la forma como perciben e interpretan la vida, la realidad y el comportamiento de otros”. Por eso, dice el informe, los niños de la guerra tienen a ser más agresivos y a respetar menos la autoridad. Los niños de la guerra están acostumbrados a la ley del fusil.

Las promesas de la guerrilla

La delegación de las Farc en La Habana anunció en febrero de este año que dejarían de “ingresar” en sus filas a menores de 18 años “en aras de avanzar lo más rápidamente posible hacia el fin del conflicto”, anunció la vocera de las Farc Victoria Sandino.

Tres meses después, el influyente diario estadounidense ‘The New York Times’ publicó un reportaje en el que sostenían que las Farc aún estarían reclutando menores. Según el diario, sus periodistas visitaron un campamento de la guerrilla en el que al menos seis niños fueron reclutados en los últimos meses.

“Si llega una niña de 15 años que quiere unírsenos para abandonar la prostitución, ¿qué quiere que hagamos?”, fue la respuesta que le dio Teófilo Panclasta, comandante del campamento, a los reporteros de ‘The New York Times’.

En el reportaje, dos jóvenes de 16 y 20 años cuentan su historia en las Farc, donde entraron cuando tenían apenas 9 años. Según Fabio, a los 13 años el comandante del frente ya lo enviaba a misiones donde tenía que degollar a soldados del ejército mientras dormían.

Pero las Farc insisten en que sus comandantes respetan el Derecho Internacional Humanitario, y objetan, además, que su anuncio fue dejar de reclutar menores, no retirar a los que ya están adentro.

A principios de mayo, el Ejército denunció que siete menores de edad habrían sido reclutados por los frentes 5 y 58 de las Farc en el Urabá antioqueño.

“En ningún caso se dijo que fuéramos a retirar de filas a los menores de 17 años que ya habían ingresado. Lo que pasa es que siempre se quieren utilizar hechos para tratar de enlodar y desvirtuar la buena fe con la que hemos estado actuando en este proceso”, fue la respuesta a las acusaciones de alias “Carlos Lozada”, uno de los negociadores del grupo armado en La Habana.

Lo cierto es que si la guerrilla y el Gobierno llegan a un acuerdo -y el pueblo colombiano lo aprueba en las urnas- los niños de las Farc pronto estarán de nuevo con sus familias. Pero aunque se reintegren a la vida civil, es imposible devolverles la infancia que se perdió en el monte.