¿Qué hay detrás de las afirmaciones de Petro sobre las mafias mexicanas en el Pacífico colombiano?
Según el jefe de Estado, los carteles mexicanos “son los dueños de las armas en el Pacífico”. ¿Qué tan cierto es?
Egresado de la U.P.B. Periodista del Área de Investigaciones, especializado en temas de seguridad, crimen organizado y delincuencia local y transnacional.
“Y si me preguntan hoy quién tiene entonces el poder en el Litoral Pacífico, fuera del Estado, que ‘medio medio’, los mexicanos. Y ahí me voy metiendo a una discusión difícil, pero es así”. Con estas palabras, el presidente Gustavo Petro reconoció la influencia de los carteles mexicanos en la violencia que impera en esa región de Colombia.
El primer mandatario expresó esa opinión durante un acto público en Buenaventura (Valle), la principal zona portuaria del país y una de las más afectadas por la injerencia del terrorismo y el crimen organizado.
“Los dueños de las armas en el Pacífico son los mexicanos, no México, no la república mexicana, no el pueblo mexicano, sino la mafia mexicana. Tenemos guerrilleros que hablaban de revolución al servicio de la mafia mexicana, bonito futuro tuvo la revolución en Colombia de esa manera”, sentenció en el mismo discurso.
Buenaventura es uno de los municipios en los que hay presencia de prácticamente todas las formas de crimen organizado: las guerrillas (ELN), las disidencias (Segunda Marquetalia y Estado Mayor Central), el Clan del Golfo, bandas locales, narcos independientes, corrupción institucional e inversiones de carteles extranjeros.
Entre las razones para esa presencia ilegal están: su zona portuaria moviliza el 60% de la mercancía que entra y sale del país, lo cual la hace ideal para la exportación de droga y la recepción de contrabando; permite explotar las rutas del Pacífico, el océano con el mayor desarrollo comercial del mundo; y su ubicación geoestratégica sirve como corredor de movilidad entre Chocó y Cauca, con acceso a minas de oro y vastos cultivos de coca y marihuana tipo creepy.
Si tomamos el mensaje del presidente Petro de forma literal, los mexicanos no son “los dueños de las armas”, pues en realidad no tienen tropas desplegadas en el Pacífico colombiano. Las armas pertenecen a los grupos criminales colombianos, que desde los años 70 campean en sus calles y veredas.
Sin embargo, es innegable que estos grupos locales han incrementado su arsenal por cuenta del dinero que les inyectan los carteles mexicanos, que los contratan para la custodia de cultivos de coca y laboratorios de cocaína, para el acopio y transporte de la mercancía ilegal por tierra y vías fluviales, y para el despacho marítimo por los puertos oficiales y playas clandestinas.
Según fuentes policiales, los carteles que más invierten recursos en esas actividades son Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, que utilizan con frecuencia el Pacífico como ruta de tráfico, no solo desde la costa colombiana, sino también desde la ecuatoriana, panameña y centroamericana en general.
Su dinero ha permitido modernizar la producción. Según la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Crimen (Unodc), la sociedad entre los mexicanos y los narcos colombianos ayudó a industrializar los procesos de transformación de la hoja de coca. En 2019 los traficantes obtenían 6,7 kilos de cocaína por cada hectárea sembrada, mientras que ahora ese rendimiento subió a 8 kilos.
Además, la propaganda de terror que promueven los carteles mexicanos en redes sociales se ha extendido al Pacífico colombiano, donde algunas bandas adoptaron sus nombres para atemorizar a los rivales y a la comunidad. “Los Salsas Mexicanos”, “los Mexicanos”, “la Mafia Sinaloa” y “los de Jalisco” son algunas de las denominaciones que han incorporado bandas tradicionales de Chocó, Valle y Nariño.
No obstante, la plata de los mexicanos no es el único sustento de las facciones que delinquen en Buenaventura, pues a sus arcas también llegan ingresos por extorsión, secuestros, sicariato, minería ilegal y contrabando, entre otros, por lo que podrían sobrevivir sin el capital extranjero.
Impunidad judicial
Pese a esta influencia, ni la justicia ni la política exterior colombiana se ha esmerado por judicializar o pedir la extradición a nuestro suelo de los grandes capos mexicanos. Por lo general, cuando un delegado de los mexicanos es capturado en Colombia, es porque tenía una orden de arresto de la DEA.
Los jefes de Sinaloa y Jalisco, alias “el Mayo” y “el Mencho”, ni siquiera tienen un expediente abierto por parte de la Fiscalía colombiana, a pesar de que su patrocinio tiene inundado de coca al Pacífico.
En menor cuantía, a las mafias de Buenaventura también llegan pagos de los carteles de España, Ecuador, Los Balcanes, Italia, Marruecos y Países Bajos, para surtir las plazas de drogas de Europa, África, Asia y Oceanía. Contra sus jefes, que dan órdenes desde tierras lejanas, tampoco hay órdenes de captura.