Mujeres resilientes en zonas de conflicto tejen comunidad
En Colombia hay millones de mujeres víctimas, y son ellas quienes le apuestan a un país nuevo y mejor.
Soy periodista egresada de la Universidad de Antioquia. Mi primera entrevista se la hice a mi padre y, desde entonces, no he parado de preguntar.
De las 9,1 millones de víctimas en Colombia, 4,6 son mujeres, según reporta el Registro Único de Víctimas que está en permanente actualización.
Tal como lo indica el enfoque de género del Acuerdo de Paz, son ellas quienes han cargado un mayor peso en medio de la guerra, primero por que son las más agredidas sexualmente, luego porque tienen un mayor papel en el cuidado de los hijos y viven de una forma especial el destierro y la viudez.
Constituye un hecho a nivel mundial que las mujeres del medio rural, a pesar de ser un agente clave para conseguir el desarrollo de este sector de forma sostenible, según ONU Mujeres, tienen menor acceso que los hombres a los recursos productivos, los servicios y las oportunidades, lo que ocasiona costos sociales, culturales y económicos como el capital humano desperdiciado y la escasa productividad laboral, como lo ha señalado la FAO.
Según el Dane, al cierre de 2020, el desempleo en el total nacional fue para las mujeres del 20,4 % frente al 12,7 % para hombres.
Por eso es significativo que muchas de esas mujeres hayan construido una nueva vida a pesar de las difíciles situaciones que les tocó vivir, y que desde su lugar en el mundo estén apoyando a otros a crecer y a mejorar.
De acuerdo con cifras entregadas la semana pasada por el consejero para la Estabilización y la Consolidación, Emilio Archila, en este gobierno 1.470 hectáreas han sido entregadas a 808 mujeres a través del Fondo de Tierras, 145 viviendas mejoradas fueron entregadas a mujeres (36% del total de beneficiarios), 609.162 mujeres han accedido a créditos agropecuarios subsidiados (35% del total de los beneficiarios).
EL COLOMBIANO recogió seis historias exitosas de mujeres que viven en el campo y que han logrado salir adelante a pesar de las dificultades que la distancia y el conflicto armado les han impuesto.
Tres de ellas han sido impulsadas por Empropaz, un programa de inclusión financiera y capacitación especializada que busca apoyar a 116.000 empresarios en el país. Esta es una iniciativa liderada por Bancamía, la Fundación Microfinanzas del BBVA, Usaid y la Corporación Mundial de la Mujer.
Otras tres mujeres han construido desarrollo desde los predios que les han sido restituidos gracias a la gestión de la Unidad de Restitución de Tierras y a los proyectos productivos que han sido ordenados por los jueces y son ejemplo en sus programas. Para estos logros las mujeres recibieron apoyo, pero no obtendrían estos frutos sin el trabajo dedicado y la clara intención de ayudar en el progreso de sus familias y sus comunidades.
Ninfa le apuesta a la gastronomía que recuerda su cultura
Cuando Ninfa Herrera Domínguez era penas una niña tuvo que salir desplazada junto a su familia del pueblo Uitoto en la Amazonia colombiana. Por su cultura indígena, siempre estuvo cerca de las comunidades y asistía de manera constante a los cabildos de Florencia (Caquetá) para trabajar en su favor. Llegó a estar tan involucrada en el trabajo con la comunidad que se convirtió en Gobernadora indígena. Un día, en los archivos de la Casa de Cultura de Montañita, se encontró con que los Uitotos eran considerados un pueblo que existió, pero no se evidenciaba su existencia actual. “Eso me llevó a pensar en cómo trabajar para que mis raíces no desaparecieran. Me radiqué en la zona y logré constituir el cabildo K+G+FENE MURUI o ‘Gente de Centro’. Imaginé que una de las maneras de proteger nuestro pasado era a través de su gastronomía y empecé a idear la manera de hacerlo y formar algún emprendimiento”, comentó Ninfa.
Así fue como creó un restaurante en el que prepara comida típica de su cultura y vende artesanías, además siembra semillas ancestrales de sus orígenes (recopiladas a lo largo de los últimos años) e inició un banco de semillas, en el que se destacan productos como la yuca brava y dulce, que ella asegura se han ido perdiendo de la historia indígena.
El asentamiento donde fundó el Espacio Cultural Ancestral y Gastronómico, está ubicado en la vereda Semillas de Paz, finca La Reforma y se denomina La Reserva, el cual cuenta con tres hectáreas. Allí, reside con sus tres hijas y varias familias que apoyan el proyecto.
Luz Marina Román, de desplazada a empleadora
Luz Marina Román Márquez sufrió dos desplazamientos cuando vivía en la vereda Las Mercedes de Betania (Antioquia), el primero fue en 1998 y el segundo en 2012, pero gracias a las tareas de la Unidad de Restitución de Tierras pudo retornar por segunda vez, y espera que en esta oportunidad sea para siempre, por eso le apostó a rehacer su vida en el campo, en su propia tierra.
En enero de 2018 los jueces de restitución le devolvieron los papeles de su predio y de inmediato inició un proceso de apropiación productiva y transformación implementando el cultivo de café, un establecimiento de plátano y cultivos de pan coger. El sueño de Marina comenzó a materializarse en julio de 2019. Con el incentivo y acompañamiento de proyectos productivos de la URT dio vida a un cafetal para la producción principal de café pergamino seco con una plantación 60.000 árboles de café, de los cuales 45.000 están en plena producción y 15.000 más están en crecimiento. Con esto ajustará una producción estimada por año de 108 cargas de café que tienen su venta asegurada gracias a un contrato de comercialización de venta futuras con la Cooperativa de Caficultores de Betania. Luz Marina además posee 2.000 plantas de plátano, con lo cual genera 30.000 kilos de muy buena calidad.
Ahora ella es una mujer empresaria del campo que actualmente emplea a 12 personas, que proyecta crecer aún más gracias a las buenas prácticas agrícolas y la obtención de diversas certificaciones de alta calidad.
Argenida hace arte con los desperdicios del plátano
La industria bananera es una de las primeras fuentes de ingresos para la economía nacional. De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, desde 2015 hasta la actualidad, Colombia produce 2,1 millones de toneladas de banano al año. Es una actividad con un impacto tanto económico como ambiental, dado el uso de fertilizantes, plásticos y agroquímicos que afectan los suelos y el aire. Esto sin desconocer la situación de violencia en la disputa por la tierra bananera de la que dan cuenta sentencias de Justicia y Paz.
Ante este panorama, resultan valiosas iniciativas como Manos Laboriosas, que se encarga de recolectar la cepa de plátano y convertirla en un elemento útil para la sociedad, desde la vereda Las Camelias, corregimiento de Turbo, Antioquia. Allí, Argenida Fuentes, madre de cuatro hijos, encontró la forma de innovar en el mercado. A sus 52 años, y después de participar en diferentes encuentros culturales, comenzó con esta microempresa dedicada a la elaboración de productos con cepa de plátano. Argenida aprendió a trabajar esta cepa junto con diez mujeres desde 2008 y hoy producen canastas, individuales, correas, billeteras y una amplia gama de elementos decorativos para el hogar. Con apoyo de Empropaz Argenida ha aprendido a tener un negocio próspero sin tener que dejar a sus hijos al cuidado de un tercero, así mismo ha llegado a mercados en Antioquia que valoran el trabajo de sus manos y de sus compañeras. “La destreza de nuestras Manos Laboriosas ha llegado ya a muchos rincones, y podemos mostrar otra cara de Urabá”, dijo Argenida.
Betilda ha hecho “magia” con su predio restituido
Betilda Vega Alean recordó mientras contemplaba su predio restituido cuáles fueron las razones por las que tuvo que salir desplazada con sus hijos de la vereda Luis Cano, hacia la cabecera municipal de El Bagre (en el Bajo Cauca antioqueño): “Entre las cuatro y cinco de la mañana del 13 de septiembre de 2012, se presentó un enfrentamiento armado a unos 100 metros de mi finca, junto a mis hijos me escondí debajo de la cama y desde ese momento no tuvimos tranquilidad, por eso nos fuimos”. En El Bagre subsistió con la venta de catálogos y empanadas, pero cada vez que podía, iba a visitar su parcela y regresaba en las tardes, añoraba la vida en el campo. El 22 de septiembre de 2017 el Juzgado Cuarto de Descongestión Civil Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Montería profirió la sentencia que le devolvió a doña Betilda su parcela San Fernando de 13,5 hectáreas.
En el 2018 la Unidad de Restitución le entregó su predio y con él una inversión de 29 millones de pesos para proyectos productivos de ganadería el cual inició con ocho vacas. Betilda ha sido una mujer trabajadora y en tan poco tiempo esas vaquitas se convirtieron en 25 y en su predio tiene 40 gallinas y 10 cerdos. Ha sacado solo lo necesario para vivir, el resto lo reinvierte para que su finca crezca y pueda vivir con cierta comodidad en su vejez. Además cultiva yuca, plátano, ñame, ahuyama, piña y naranja, que tiene en su mayoría para el autoconsumo pero también les vende a los vecinos. “Me siento satisfecha por el logro, la Ley 1448 de 2011 ha funcionado muy bien en mi vereda, hacia un futuro me proyecto como empresaria del campo, comercializando lo producido en mi finca”, manifestó doña Betilda.
Ceneris comunica a quienes la pobreza tenía aislados
Ceneris Espitia vive en la vereda La Cabaña, y para desplazarse al casco urbano de San Pedro de Urabá el recorrido toma 45 minutos, si el nivel del río es lo suficientemente bajo y la vía no está inundada, de lo contrario queda atrapada en el caserío. Su vida no ha sido fácil, como la de muchos, pues además de ser víctima del desplazamiento, producto del conflicto armado, es madre cabeza de familia desde hace tres años y el único sustento de dos hijos, quienes por suerte, además de ser su apoyo, fueron la mejor inspiración para generar la idea de negocio. “Mis muchachos tenían que hacer tareas e investigaciones y no había internet ni siquiera en el colegio”, recuerda la madre, quien se puso en la tarea de encontrar una solución a la problemática de su comunidad. “Un día escuché en la radio que una empresa podía traer internet satelital a cualquier lugar, llamé y comprobé que era posible instalar una antena en mi casa”, contó Ceneris. Fue así como nació su emprendimiento CENE WiFi, que ha contado con el apoyo de Empropaz. “Conseguí un permiso para ubicarme en la caseta de Acción Comunal, que queda al frente de la institución educativa y ya le vendo internet hasta a los profesores”, detalló la emprendedora. Por ahora, sueña con tener su propio local, organizar una sala de internet con varios equipos y seguirle ayudando al colegio para que también tenga una buena atención en la parte educativa. “Además, ofrecer diferentes servicios como: recargas, impresiones, fotocopias y tener elementos básicos del colegio a la venta”. Ceneris logró en muy poco tiempo conectar a La Cabaña con el mundo, solucionando la problemática de sus hijos y la de los hijos de sus vecinos.
Nesly Jaramillo volvió a la vida en el Bajo Cauca
“Cada día era una zozobra y se sentía el miedo en el ambiente. Cuando mis hijos iban al colegio, el corazón se me quería salir, porque pensaba que les podía pasar algo, siempre nos decían que veían hombres armados en el camino, por eso y otros hechos violentos, nos fuimos”, cuenta doña Nelsy del Carmen Jaramillo Sierra, una mujer campesina de 54 años. Debido a los fuertes enfrentamientos entre las bandas criminales Los Paisas y Las Águilas Negras por la disputa del territorio, el 10 de agosto de 2010 Nelsy, su esposo y dos hijos salieron huyendo de su parcela ubicada en la vereda Londres del corregimiento Colorado de Nechí (en el Bajo Cauca antioqueño); solo con lo que tenían puesto y algunos enseres se desplazaron hacia el casco urbano del municipio, donde se dedicó a oficios varios y su esposo a tractorista, para sostener a la familia. El 10 de agosto de 2018 la Unidad de Restitución de Tierras le entregó 18 hectáreas del predio El Delirio y con él, la asesoría técnica y recursos para proyectos productivos por un valor de 29 millones de pesos, utilizados para adecuar la parcela y la compra de seis vacas paridas y un toro, los que con el tiempo y dedicación se multiplicaron en 19 semovientes doble propósito, que les producen alrededor de 18 litros de leche diarios, los cuales utiliza con fines de autoconsumo y elaboración de queso para la venta en la región. Adicionalmente tiene 70 gallinas, tres cerdos, cultivos de maíz, yuca, arroz, plátano y ahuyama. Está decidida a recuperar el tiempo y la felicidad que les arrebataron los grupos armados, en el mismo lugar de donde nunca debió salir y sueña con que llegue el día en el que pueda generar empleo desde su finca.