“La enfermedad me tiene vencido”: sargento que recibirá la eutanasia
El policía (r) Gilberto Ávila recibirá la muerte asistida el próximo lunes; dice que desarrolló Parkinson después de operativos antinarcóticos en la selva.
El sargento (r) Gilberto Ávila Llano no cuenta las horas que le quedan de vida. No le interesa. Dice que se va de este mundo con la satisfacción del deber cumplido, pero con el dolor de sentirse traicionado por la entidad a la que consagró la mitad de su vida: la Policía Nacional.
Ávila Llano tienen 59 años de edad y es el primer policía (r) en Colombia que el próximo lunes ejercerá su derecho a morir dignamente y recibirá la eutanasia a las 10 de la mañana en Armenia, Quindío. Su muerte se dará tras una larga lucha en la que hubo tutelas interpuestas a Sanidad de la Policía para recibir el tratamiento que la misma institución le diagnosticó en 2009.
“En ese año me detectaron la enfermedad de parkinson estando activo, y sin embargo no me quisieron reconocer la enfermedad a pesar de que en la junta médica aparece. Me indemnizaron con 30 millones de pesos, pero eso es como darle un dulce a un niño para que no llore. Se aprovecharon de mi ignorancia”, dice Ávila Llano desde su casa en el caserío Boquía, en el municipio de Salento, Quindío.
Lento en palabras y con su movilidad reducida debido al parkinson juvenil (le da a personas menores de 50 años), el sargento relata que la enfermedad lo tiene vencido: no puede salir solo, depende de otra persona y no puede hacer nada, “por eso decidí practicarme una muerte digna porque no tengo otro recurso”.
“El glifosato es el culpable”
El sargento Ávila Llano dice que el parkinson que lo mantiene su mayor parte del tiempo atado a una silla es por todo el glifosato que el tocó tragarse cuando hizo parte del grupo Jungla Antinarcóticos.
“Nos tocaron las fumigaciones en Guaviare y en el país en el año 95. Nos tocaba cuidar el terreno antes de que las aeronaves entraran a fumigar, todo para evitar que los delincuentes no impactaran la avioneta”, relata Ávila Llano.
Este policía Antinarcóticos (r) expresa que una vez terminada la aspersión aérea “nos impactaba el químico y después de fumigar seguíamos respirando el glifosato”.
Tras padecer durante tres años los síntomas sin que los médicos de Sanidad hall aran las causas de sus dolores, en 2009, mientras aún estaba activo, una junta médica le diagnosticó el parkinson juvenil.
Desde ese instante Ávila empezó una lucha no solo contra su enfermedad, sino también contra el sistema de salud de la Policía que, según él, le negaron los tratamientos y los medicamentos.
Así lo confirmó el veedor de la salud en Quindío, el sargento en retiro Carlos López, quien expresó a este diario que si el sargento (r) Ávila Llano no hubiera interpuesto una tutela, estaría sin medicamentos y tratamiento médico. “Lo más paradójico es que le tocó interponer una tutela para que pudiera acceder al tratamiento y lo operaran”, comenta López.
Hace poco menos de una semana en la casa del sargento Ávila se reunieron sus compañeros de curso y unidad. Trataron de convencerlo que no recibiera la eutanasia, pero les respondió como dicen los policías cuando llegan de alguna labor peligrosa: esta es mi misión cumplida.