Iglesias en el reino de los hombres y de los impuestos
El presidente Gustavo Petro tendrá que definir si las iglesias del país empezarán a pagar impuestos desde el próximo año. El excandidato presidencial y pastor Alfredo Saade se mueve para evitar el gravamen.
Editor General Multimedia de EL COLOMBIANO.
Amable lector, algunas partes de este texto pueden resultar difíciles, casi inentendibles. En todo caso la responsabilidad es del apóstol Pablo, quien dijo que para quienes no creen en Jesús como Señor y Salvador, la fe es una locura. El error —si hay uno— es de los pastores modernos que quisieron llevar el reino de Dios —la Biblia, su misterio— a la política, es decir, al reino de los hombres. Y en ese reino de los hombres, hay impuestos. Y no se trata, como dijo el senador Antonio Zabaraín de que Satanás rondaba por el capitolio.
Era apenas normal que la reforma tributaria más ambiciosa que se ha trazado gobierno alguno en Colombia gravara a las iglesias. Después de que el Senado rechazó la idea y de que la Cámara de Representantes la avalara, quien debe tomar la decisión es el presidente Gustavo Petro, pero está en una encrucijada porque, aunque nunca tuvo que ver con las iglesias, en estas elecciones lo apoyó el pastor Alfredo Saade —dice de sí que es profeta y apóstol—, quien tiene una voz fuerte al interior del Pacto Histórico.
Esta semana el mismo Saade llamó a algunos parlamentarios para recordarles que el presidente Gustavo Petro había prometido no gravar con impuestos a las iglesias. Les recordó que la importancia de algunas iglesias en las elecciones. Pero el tema tiene más fondo: se espera que decenas de pastores que llevan iglesias en municipios como Caucasia, Mapiripán, Arauquita, Itsmina —pueblos donde la institucionalidad es una entelequia— sean los enclaves del proyecto de “paz total”, la verdadera misión de este gobierno del cambio.
Saade le hizo la propuesta al presidente Petro hace unas cuantas semanas, una idea bien calculada que le daría otro estatus a una parte de la iglesia evangélica en Colombia. El mismo pastor espera que próximamente más de ochenta pastores lleguen a la Casa de Nariño para ajustar detalles, aunque todavía no hay un sí por parte del Gobierno.
Sin embargo, aún no se sabe cuál decisión tomará el presidente, pero además de la palabra comprometida en campaña —que Saade no ha dejado de recordarle— no son menores las cifras oficiales. Ante el Ministerio del Interior hay registradas más de 11.000 iglesias en Colombia, una cifra que no le cae nada mal a ningún político puesto en votación. Algunos calculan que en el país hay más de 7 millones de protestantes y eso explica porque en cada gobierno o en cada Congreso aparece un líder creyente: Claudia Castellanos, Ricardo Arias Mora, Rodrigo Rivera Salazar, John Milton Rodríguez.
El presidente Petro está entre dos aguas, la de Saade y los votos cristianos, y concederles esta iniciativa a dos congresistas de la entraña de su movimiento: la representante Katherine Miranda y el senador Gustavo Bolívar —hoy un profeta que parece venido a menos en la fila del Pacto—. Miranda dijo esta semana en Blu Radio: “Tengo claro que la mayoría de las iglesias cumplen una función social muy importante sin importar si son cristianas, católicas o evangélicas, pero hay algunas que no y se están enriqueciendo y, por la ley, no están pagando impuestos”.
La cruzada de Miranda para gravar iglesias está bien explicada en su canal de Youtube, donde dice que “se han vuelto un negocio a costa de la fe de los colombianos, en el que alrededor de 8.000 iglesias han logrado amasar patrimonios por el orden de los 14 billones de pesos, porque están dejando de ser sin ánimo de lucro que han podido registrar ante la Dian ingresos de al menos 5,4 billones de pesos, porque sus excedentes no están siendo reinvertidos en la función social”.
Es cierto, algunas iglesias se han convertido en verdaderas casas de fortuna. Pero, ¿qué entienden los congresistas por iglesias cristianas? Entre las más de 11.000 iglesias protestantes registradas en Colombia se encuentran lo que podríamos llamar evangélicos —aquí carismáticos, bautistas, presbiterianos, menonitas—, los pentecostales, los adventistas, los mormones y hasta los Testigos de Jehová, denominaciones que profesan credos muy distintos y que ni siquiera se interesan en la política.
Los más animosos por participar en política y evitar el cobro de impuestos son lo que se podía llamar carismáticos o neopentecostales, una rama mayoritaria que tuvo durante muchos años como máxima representantes a la excongresista Claudia Castellanos, pionera que empezó su carrera política en 1989 con el Partido Nacional Cristiano y luego pasó por Cambio Radical y el Partido de la U. Pero su verdadero poder está en que, con su esposo César Castellanos, lideran la megaiglesia Misión Carismática Internacional, que tiene una membresía de más 200.000 personas.
Por el púlpito de la Misión pasaron los expresidentes Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, a quienes les profetizaron que llegarían a la Casa de Nariño; también estuvieron allí con menos brillo Óscar Iván Zuluaga e Iván Duque. El pastor Castellanos ha dicho en algunas oportunidades que quienes se presentan en su iglesia terminan con la Presidencia de la República. Justo en el gobierno de Uribe Vélez, Claudia Castellanos logró ser embajadora en Brasil, años en los que la Misión logró un amplio crecimiento en ese país.
Es bien conocido que los pastores Castellanos son dueños de grandes propiedades en Bogotá y Estados Unidos, y cuando la representante Katherine Miranda habla de iglesias que reciben millonarios dividendos se refiere en gran parte a este movimiento. Aunque también están allí congregaciones como Avivamiento —donde se congrega el excongresista y exalto Comisionado para la Paz, Rodrigo Rivera—, cuya membresía es tan grande que nadie la tiene calculada, pero que tiene programas sociales numerosos y un sistema de educación gratuito en alianza con la Fundación Universitaria Bautista.
Para defender a estas iglesias no solo está Saade —quien siempre repite la importancia de la labor social de las iglesias en municipios donde no llega el Estado—, también apareció como tenaz adversario del Pacto Histórico el ex congresista y excandidata presidencial John Milton Rodríguez, pastor de la iglesia caleña Misión Paz, que tiene una membresía de unos 25.000 fieles, hombre cercano a César Castellanos y a ministerios internacionales que hacen eventos de sanidad y prosperidad por todo el continente, sin contar con que apoya desde Colombia el movimiento del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Todas estas megaiglesias no representan al movimiento evangélico, pues muchos pequeñas iglesias que sí tienen labores sociales y misioneras por todo el país se identifican con la frase que le dijo Jesús a sus seguidores cuando estuvo a punto de ser coronado rey: “Mi reino no es de este mundo”. Se trata de congregaciones que, si se llega a aprobar el impuesto, no tendrían que pagarlo porque sus ingresos son menores o todos se invierten como verdaderas sociedades sin ánimo de lucro. Y, advierten, si tuvieran que pagarlo, lo harían.
Este es un tema de bastante pugna al interior de las iglesias, pues la mayoría de pastores —ninguno de ellos famoso o con programas de gran alcance en televisión o redes sociales— no están de acuerdo con la participación política. Dice uno que prefiere el anonimato: “Los cristianos deben llevar el mensaje de salvación, y no estar preocupados por las decisiones políticas, pues sabemos que Dios nos pone las autoridades del gobierno y ellas a su vez no pueden decidir nada que no esté en la soberanía de Dios”.
Dice el pastor Saade sobre la participación de evangélicos en política: “La iglesia debe participar en política, porque a las iglesias entran seres humanos que votan y eligen, el problema aparece cuando desde el púlpito se ataca a quienes gobiernan. No estoy de acuerdo al ver los trinos del exsenador (John Milton Rodríguez, a quien no menciona), parece que no hay paz en su corazón. La palabra de Dios nos llama a orar por las autoridades impuestas por Dios, tenemos que estar de acuerdo en que ya hay un presidente y es el que Dios nos quiso poner. No podemos participar en crear odios”.
Recuerda este pastor la vez en que a Jesús le cobraron los impuestos y no tenía para pagar, entonces le pidió al apóstol Pedro que pescara, que en un pez encontraría el dinero que le debían al Imperio Romano. “Dios nos dice que debemos dar al César lo que es del César, esto quiere decir que debemos pagar nuestros impuestos”.
Las iglesias evangélicas en Latinoamérica son un organismo muy distinto a cualquier otro y suele suceder que ni los políticos ni los periodistas las entienden. Solo esta semana, un director de emisora informativa preguntaba retórico en su mesa de trabajo si recoger diezmos no era lo mismo que captación ilegal de dinero, lo dijo así, sin asomos de duda, a lo que uno de sus compañeros respondió que no, que se trataba de una donación.
Los diezmos son dados, por lo general, por fieles que quieren contribuir a lo que llaman “la extensión del evangelio”; es decir: la razón social de la iglesia. “Ahora bien, vivo y ladrones han aparecido desde siempre, incluso Jesús dijo que entre nosotros estarían los lobos”, dice un pastor.
El cálculo político alrededor de las iglesias no es nuevo, se trata de un gana-gana para ambas partes: por un lado se obtienen votos y por el otro beneficios tributarios y hasta embajadas; en el margen están centenares de denominaciones que no tienen en su centro de fe el reino de los hombres porque, dicen, su reino no es de este mundo
Katherine Miranda
Representante a la Cámara
La congresista, quien es la presidenta de la Comisión Tercera de la Cámara, fue quien propuso el impuesto sobre la renta a las iglesias respecto a los ingresos de las actividades comerciales.
Alfredo Saade
Pastor cristiano
Saade ha sido un fuerte crítico sobre la propuesta de Miranda e, incluso, ha señalado, que las iglesias siempre han tributado y llegó a decir que la representante buscaba solo protagonismo.
Gustavo Petro
Presidente
En campaña, Petro no estuvo de acuerdo con imponer el gravamen a las iglesias. Ahora, le corresponderá decidir por cuanto el Senado no le dio el aval al tributo y la Cámara sí.