Colombia

Las tareas que tiene Petro para lograr la Colombia que quiere

El mandatario electo traza un cambio en las relaciones con el empresariado, el Congreso y los países vecinos.

Periodista egresada de la facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Comunicadora social y periodista de la Pontificia Universidad Javeriana.

20 de junio de 2022

Para que la Presidencia le funcione, Gustavo Petro tendrá que ser un equilibrista. Estar en la Casa de Nariño requiere dialogar con sectores políticos, empresarios, instituciones y aliados internacionales, más si se plantea un mandato de reformas.

Petro llega al poder con un ambicioso portafolio de transformaciones: a la economía, al sistema de salud, a las pensiones, a las relaciones internacionales y a los impuestos. Sin embargo, para hacerlo realidad necesita conseguir innumerables “sí” del Congreso.

El legislativo será la base de la gobernabilidad de su administración y el primer renglón de los cambios que promete. Y mientras tanto deberá mantener el país en marcha.

Marcarán este periodo: las relaciones con Estados Unidos, el vínculo con la Venezuela de Nicolás Maduro; las amistades –y enemistades– con la cúpula militar y los nexos que establezca con los empresarios

Petro tiene 248 curules por conquistar

El Pacto Histórico es la fuerza mayoritaria en el Congreso, pero no es mayoría. Esa alianza cuenta con apenas 20 de los 108 escaños del Senado y 27 de los 187 de la Cámara de Representantes. Esos números dan cuenta de que, en principio, tiene 248 congresistas por convencer para tramitar sus iniciativas legislativas.

La robustez de las bancadas –de gobierno, oposición e independientes– se decantará el 20 de julio cuando el nuevo Congreso tome posesión, pero desde ya se pueden hacer cuentas.

En el Senado los partidos de derecha tienen 55 de las 108 curules, están entre el Centro democrático, el Conservador, La U, el Liberal, Cambio Radical, Mira y Colombia Justa Libres, además del asiento que tendría Marelen Castillo por el Estatuto de Oposición.

En el otro bando se cuentan escuetamente 37 curules cercanas a la izquierda o al centro, entre los bancos que tienen la Alianza Verde, el partido Comunes y el mismo Pacto Histórico.

Aunque las cuentas en la Cámara de Representantes son más complejas por la diversidad de asociaciones políticas, el recinto parece liderado por la derecha.

Para que la balanza se incline, serán determinantes los 14 asientos del Liberal en el Senado y los 32 que tiene en la Cámara, pues el partido de César Gaviria fue cercano a Petro antes de la primera vuelta, pero las conversaciones cesaron porque Gaviria decidió apoyar a Federico Gutiérrez.

Las fuerzas del Congreso serán las que determinen si Petro puede llevar a cabo sus reformas laboral, pensional, policial, rural, tributaria y de salud.

Replantear una amistad de 200 años

En el trato de Gustavo Petro con Estados Unidos hay ruidos, pero el secretario de Estado Anthony Blinken ya dijo que está presto a mejorar la relación bilateral.

El presidente electo puso en la agenda la posibilidad de renegociar el tratado de libre comercio con ese país, según él, solo si las dos partes están de acuerdo; ha sido un crítico de la relación bilateral que este domingo cumplió 200 años.

Pero hay un antes y un después entre el Petro que ejercía como senador y candidato y el que se juramentará el 7 de agosto, con un discurso más amable con el capitalismo y el multilateralismo.

Es probable que designe a Luis Gilberto Murillo –exministro de Ambiente y exfórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo– como embajador de Colombia en Washington. Murillo, un ingeniero nacido en el Medio San Juan de Chocó, se reunió con empresarios estadounidenses este año, antes de la primera vuelta, y se perfila como el posible reemplazo de Juan Carlos Pinzón, quien renunció al conocer la victoria de Petro, pero con una dimisión que apenas se hará efectiva el 6 de agosto.

En la oficina de Estados Unidos en Bogotá también se avizoran cambios. Francisco Palmieri está como embajador encargado y el Congreso de ese país debe designar a un nuevo diplomático que podría ser Jean Elizabeth Manes.

Antes de dejar la Embajada, Philip S. Goldberg dejó claro que la Casa Blanca estaba presta a tener relaciones con quien llegara a la Casa de Nariño, un mensaje que reiteró Blinken horas después de que se confirmará el ascenso de Gustavo Petro al poder.

Petro en su discurso de triunfo propuso un nuevo “diálogo entre las Américas” y planteó que la diplomacia de Colombia se reenfoque hacia el cambio climático. Entre sus líneas está la promesa de liderar el latinoamericanismo.

¿El nuevo mejor amigo de Maduro?

Gustavo Petro asumirá el poder en un escenario regional de gobiernos de izquierda: Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, Nicolás Maduro en Venezuela y la posibilidad abierta de que Lula da Silva regrese a la Presidencia de Brasil en octubre de este año.

En la noche del domingo, ante las 14.000 personas que se congregaron en el Movistar Arena, el mandatario electo propuso a “América Latina integrarnos más decididamente”, y a Colombia le planteó “mirarnos como latinoamericanos, que es lo que somos”.

Nicolás Maduro fue uno de los primeros mandatarios en saludar la victoria de Petro manifestando su voluntad de trabajar en la construcción de una “renovada etapa de relaciones integrales”.

Desde ya se avizora el reestablecimiento de los vínculos diplomáticos entre los dos estados, rotos desde enero de 2019 cuando Colombia reconoció al opositor Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. Dar ese paso es más que un discurso: implica reactivar 15 consulados.

La fórmula del cerco diplomático no funcionó para sacar a Maduro del Palacio de Miraflores. En contraste, los departamentos y estados de frontera sintieron los impactos en su economía, la falta de relaciones diplomáticas dejó a desatendidos a los connacionales y Latinoamérica estuvo hablando de transición en Venezuela sin conversar con Maduro.

La relación Colombia-Venezuela cambió de relato en el tránsito de la Presidencia de Álvaro Uribe a la de Juan Manuel Santos, se volvió a transformar en la de Iván Duque y el mandato que Gustavo Petro comienza el 7 de agosto no será la excepción.

Petro y la confianza de los empresarios

En sus tres décadas de historia en la política, Petro ha sido un crítico del pago de impuestos de las empresas, el modelo extractivista de algunos sectores de la economía y los gravámenes que pagan las personas más adineradas del país.

Sus declaraciones de antaño provocaron asperezas, al punto que en campaña tuvo que salir a aclarar que no planeaba hacer expropiaciones y que se sentaría a conversar con los sectores de los que es crítico, como el petróleo y la minería.

Las aclaraciones continuaron, incluso, hasta el último momento de la campaña cuando aclaró ante sus seguidores que respetará la economía. Textualmente, dijo: “Vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia. No porque lo adoremos, sino porque debemos superar el feudalismo en Colombia”.

Tanto Petro como los empresarios están prestos a conversar entre sí. Bruce Mac Master, el presidente de la ANDI, invitó a Petro a tomar decisiones de forma colectiva y pidió restablecer la confianza. En línea con la ANDI, Confecámaras, la red que une a todas las Cámaras de Comercio de Colombia, recordó el papel de las empresas privadas para el crecimiento del país y manifestó su disposición de “seguir construyendo conjuntamente el progreso y bienestar de todos los colombianos”.

Los ires y venires con la Fuerza Pública

El presidente electo pisó su victoria con dos mensajes polémicos para la fuerza pública: Le pidió a la Fiscalía liberar a “nuestros jóvenes”, refiriéndose a los integrantes de la primera línea –grupo que se ha enfrentado duramente con la Policía– capturados en la última semana. A esto se sumó la presencia de la mamá de Dylan Cruz, el joven que murió por cuenta de un disparo de un agente del Esmad –escuadrón que Petro quiere desmontar– en 2019.

A pesar de ambas cosas, durante su campaña, Petro trató de mejorar su relación con la fuerza pública después de tener un choque con el general Enrique Zapateiro, comandante del Ejército, a través de Twitter.

El mensaje más fuerte lo envió en sus últimos días de campaña, cuando envió una misiva a los policías y soldados del país, prometiéndoles mejores condiciones de vida y de trabajo. Entre esas se cuentan la construcción de ciudadelas para ellos, la reestructuración los subsistemas de salud que los atienden, entre otros.

Así mismo, prometió que transformará el servicio militar en servicios social, cambiará el programa de ascensos, representaciones en el exterior, condecoraciones y reconocimientos, y más. Todo esto, sumado a un plan especial de asignación de retiro.

Ante este panorama, Gustavo Petro se muestra como un futuro presidente que promete mantener el sistema económico capitalista y el respeto por la ley. Las instituciones deberán estar por encima de todo, y tanto él como Francia Márquez han prometido respetar la ley. Si bien podrán darse algunos choques normales, se espera que se cumpla el presagio para los colombianos que a partir del 7 de agosto esperan “vivir sabroso” .

Las propuestas que son difíciles de cumplir

Petro y Márquez comenzarán su mandato con una serie de promesas muy difíciles de cumplir y que les impone el reto de demostrar cómo las van a ejecutar. Su abanico amplio de propuestas implica un gasto social significativo que requerirá, según sus propias palabras, una reforma tributaria de 50 billones de pesos anuales que comienza por apretar a los 4.000 más ricos de Colombia.

Según los cálculos del matemático Sergio Fajardo el amplio plan de Gobierno del hoy presidente electo, costaría 129,5 billones de pesos. Y a eso se le sumarían los 10 billones de pesos de educación superior gratuita universal.

Entre sus propuestas más llamativas, se cuenta la de conectar a Colombia con Venezuela, reviviendo el ferrocarril entre Norte de Santander y Táchira, hacia Maracaibo. El objetivo, según les dijo a los habitantes de Cúcuta, es potenciar la expansión de la ciudad y hacer de esa capital una de las ciudades más prósperas del país.

Darío Hidalgo, doctor en Ingeniería de Transporte, le dijo a este medio que hay un Conpes en el que se listan varios proyectos de transporte ferroviario y ese no está contemplado entre las prioridades. “Indicar que es una opción de inversión viable es prematuro sin conocer más elementos del proyecto aún a nivel de prefactibilidad”, dijo.

A propósito, cuando era precandidato presidencial del Pacto Histórico, Petro también propuso construir un metro “moderno, elevado y eléctrico” para conectar al país desde Barranquilla hasta el puerto de Buenaventura, en el Valle del Cauca. Pero después de recibir muchos ataques, insinuó que su plan no era que lo financiara el Gobierno y la propuesta quedó ahí.

Por otro lado, una de sus promesas bandera es que el Estado les dé trabajo a todos los que no lo consigan en el sector privado. Las cifras muestran que hoy en día 1,2 millones de personas son empleadas públicas.

Si se miran las cifras de desempleo publicadas por el Dane, a abril de este año había 2,8 millones de personas sin trabajo. Según la lógica de este proyecto, podrían ser empleados por el Estado, que correría el riesgo de incrementar muy innecesariamente la burocracia e incurrir en un posible detrimento.

Esto contrasta con sus planes de dejar de extraer petróleo, que podria significar la pérdida de 200 mil empleos directos en el país. La cifra de personas buscando ocupación incrementaría todavía más.

Esto sin mencionar la pérdida del 12% de los ingresos corrientes que Colombia genera por la venta de petróleo y al 5% del Producto Interno Bruto de toda la cadena productiva.

Para compensar ese golpe financiero, Petro dice que taparía el hueco fiscal con 12 millones de turistas, que según él lograrían producir suficientes ganancias para que el golpe económico no se se sientiera. Actualmente, el país recibe 4,5 millones de turistas al año

Aparte, el nuevo presidente electo quiere condonar las deudas de Icetex, que tiene 13 billones de pesos en créditos usados por 911 mil beneficiarios activos.

Necesariamente, la plata saldría de la cartera estatal, abriendo más el hueco fiscal. Su plan es que este programa público preste dinero a los estudiantes para hacer pregrados y posgrados en el exterior.

Mientras tanto, la educación en Colombia sería completamente gratuita. Alejandro Useche, profesor de economía del Rosario, explicó recientemente que en este momento el Gobierno no tiene la capacidad para garantizar total gratuidad.

Estas son solo algunas de las muchas promesas que ha hecho Petro en campaña, que con su cartera ministerial definida tendrá que ver cómo vuelve realidad. Si al Ministerio de Hacienda llega alguno de los nombres que ha mencionado, como Rudolf Hommes o José Antonio Ocampo, de corte “neoliberal”, es probable que sus proyectos aterricen y se modulen un poco, matizando varios de los planes que suenan fiscalmente irrealizables .