Guerra fría en Palacio: los “bloques” que se disputan el poder tras la división Sarabia-Benedetti
Laura Sarabia ha permanecido en el primer círculo del presidente Gustavo Petro, quien valora su eficiencia. Sin embargo, varios aliados del mandatario creen que su presencia en el gabinete es nociva.
La atención mediática sobre el Gobierno no se centra en sus proyectos, posiciones o grandes apuestas. Por el contrario, han aumentado los titulares de los últimos días que describen las discusiones internas en el gabinete por dos personajes protagónicos: Laura Sarabia, directora del Dapre, y Armando Benedetti, exembajador en Venezuela y la FAO y ahora asesor presidencial.
Este último nombre produjo el lunes pasado que un grupo numeroso de ministros y altos funcionarios le pidiera explicaciones al presidente Petro antes del Consejo de Ministros que finalmente se realizó al día siguiente. Pero EL COLOMBIANO reveló que las inquietudes de los funcionarios no fueron exclusivamente sobre Benedetti sino también sobre Sarabia.
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A varios de ellos les preocupa el “ruido innecesario” que generan ambos en el Gobierno y que podría estar nublando la comunicación del Ejecutivo y sus respectivos sectores de cara al país. Algunos jefes de las carteras creen que Sarabia sí ha usado su poder en Presidencia para hechos irregulares, según lo dijeron las fuentes consultadas, quienes recuerdan el escándalo de las chuzadas a la niñera Marelbys Mesa y de las suspicacias que despierta Andrés Sarabia, hermano de la funcionaria, a quien le acusan de ser un avezado lobbista.
Por el lado de Benedetti, son aún más graves los señalamientos pues tuvo problemas recientes de violencia intrafamiliar en España, siendo embajador, y reconoció que tiene un consumo problemático de drogas y alcohol por el que tuvo que ingresar a rehabilitación.
Antes, ya había protagonizado otros episodios complejos para el Gobierno como los audios revelados por la revista Semana en los que Benedetti, con su personalidad explosiva, ataca con violencia a Sarabia: “Lo que te estoy diciendo, Laura, es que ese tratamiento (...). Y ayer el presidente: ‘No, no, es que tengo afán’. Ajá, marica, yo hice cien reuniones (...), 15.000 millones de pesos, es más, si no es por mí, no ganan. Entonces, así sea de hipócrita, uno va y recibe a la gente, pero el tratamiento que tú y el presidente me dieron ayer, marica, yo no sé; además, lo que te voy a decir no es una amenaza (...), veo que esto me puede emputar, pateo hijueputa, y ahí nos caemos todos hijueputa (sic)”, dijo Benedetti.
La posición del presidente Petro sobre esos escándalos, tanto con Sarabia como con Benedetti, no ha sido realmente dura. Pues una vez ambos salieron del Gobierno el año pasado, el jefe de Estado volvió a traerlos como funcionarios. “Es un rasgo de su personalidad, es una persona que cree en las segundas oportunidades”, le dijo a este diario una fuente del Gobierno, bajo reserva. Benedetti y Sarabia, finalmente, son dos funcionarios que no provienen de la izquierda, pero jugaron un papel clave en la campaña presidencial de 2022. Sin embargo, desde el inicio despertaron una guerra fría en el círculo de poder de Petro que no ha cesado.
“Bloques” a favor y en contra de Sarabia y Benedetti
EL COLOMBIANO consultó con varias fuentes del alto Gobierno para identificar la posición que el gabinete tiene sobre Benedetti y Sarabia, según lo que sucedió en los últimos días.
Sin duda, hay un consenso de la gran mayoría sobre los reparos contra Armando Benedetti. Esos reproches o cuestionamientos, que se han expresado en privado al presidente Petro, han sido recogidos y replicados por figuras relevantes del Pacto Histórico en el Congreso como María José Pizarro e Iván Cepeda.
En el gabinete, hay algunos defensores de la gestión del jefe de Estado, que han preferido “obedecer” lo que él decida sin tomar una posición, como es el caso de Guillermo Alfonso Jaramillo, ministro de Salud, quien dijo, refiriéndose a la “rebelión” ministerial: “Yo siempre he sido rebelde, pero un rebelde que acata todas las órdenes del señor Presidente. Yo soy petrista de sangre. (...) o usted cumple con lo que el Presidente le exige a usted o usted se retira”.
Sin embargo, sobre Sarabia el panorama es distinto pues no hay un consenso sobre su figura. Se trata de una joven funcionaria que tiene su despacho a pocos metros del jefe de Estado y que cuenta con su confianza y lealtad.
Una alta funcionaria del Gobierno le dijo a EL COLOMBIANO que Sarabia es “eficiente y demasiado trabajadora. Sería una lástima que se fuera del Gobierno porque además es un puente con el sector privado”, haciendo referencia a las gestiones que Sarabia ha hecho con los grandes empresarios del país en proyectos concretos como en La Guajira con el Grupo Aval.
En ese “bloque” de funcionarios que han defendido a Sarabia están el canciller Luis Gilberto Murillo (que se ha convertido en amigo de ella), Susana Muhamad de Ambiente y Ricardo Bonilla de Hacienda.
Otros funcionarios del gabinete, consultados por este diario, prefieren no tomar posición, pero según fuentes también verían con buenos ojos la gestión de Sarabia: Luz Cristina López (Deporte), María Constanza García (Transporte) y Helga María Rivas (Vivienda).
“Soy una piedra en el zapato para muchas personas”
Desde que inició el Gobierno, Sarabia no ha tenido la mejor relación con funcionarios que no hacen parte del Consejo de Ministros, pero que le hablan al oído al presidente desde hace décadas, como los exM-19 Augusto Rodríguez, director de la UNP, Jorge Lemus, director de la DNI y Carlos Ramón González, quien antecedió a Sarabia en la dirección del DAPRE, pero salió del Gobierno para enfrentar el escándalo de corrupción la UNGRD en el que presuntamente está involucrado.
Pero además de los exM-19, algunas figuras del gabinete que tienen inquietudes y cuestionamientos sobre Sarabia son la vicepresidenta Francia Márquez, Gustavo Bolívar (DPS), Alexander López (DNP), Daniel Rojas (Educación), Martha Carvajalino (Agricultura), Ángela Olaya (Ciencia) y recientemente Andrés Camacho (Minas).
Ninguno de ellos lo reconoce en público, pero la propia Sarabia aceptó en la entrevista que le concedió a El Tiempo que “es una piedra en el zapato para muchas personas” y lo explicó así: “Por mi puesto, por el papel que he desempeñado y por lo que he significado los últimos 3 años al lado del Presidente, porque no solo ha sido en el gobierno, sino un año en campaña. (...) lo único que tengo es mi nombre y lo voy a defender hasta el último momento y como una leona porque es lo único que tengo y por eso estoy acá. Y tercero: soy la primera persona que trata todos esos temas con el Presidente. Que le muestra qué salió, qué están diciendo, que yo me relacioné con tal, que me reuní con tal, que le recibí a tal persona. Pero todo ha quedado en fantasías, especulaciones, rumores porque hoy no hay una sola prueba”.