Colombia

Preocupación en Bogotá por bajos niveles en los embalses; las lluvias esperadas parecen no llegar

La baja capacidad en los embalses que abastecen de agua a Bogotá ha encendido las alarmas de las autoridades. Se esperaba que el fenómeno de La Niña ayudara al incremento de agua, pero este ha sido débil.

11 de septiembre de 2024

Los embalses que abastecen a Bogotá se mantienen en una preocupante disminución en sus niveles de agua. Las autoridades y a la ciudadanía continúan en alerta desde hace meses.

La situación empeoró en las últimas semanas y todo indica que el déficit hídrico podría prolongarse en los próximos días. El sistema Chingaza, que suministra el 70 % del agua de la ciudad, ha experimentado un notable descenso, ubicándose en un 47,57 % de su capacidad el pasado lunes, según informes de la Corporación Autónoma Regional (CAR).

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Esta crisis llevó a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) a considerar la implementación de medidas urgentes, y el racionamiento diario de agua podría ser una de esas medidas.

El sistema hídrico de Bogotá se alimenta principalmente de tres fuentes: el sistema Chingaza, que aporta el 70 % del agua; el Agregado Norte, con los embalses de Neusa, Sisga y Tominé, que aportan un 25 %; y el Agregado Sur, con los embalses de Chisacá y Regadera, que completan el restante 5 %. Sin embargo, es en el sistema Chingaza donde la situación es más grave. Este sistema incluye los embalses de San Rafael y Chuza, siendo Chuza el más importante por su mayor capacidad de almacenamiento, con unos 220 millones de metros cúbicos de agua.

A principios de agosto, Chingaza se encontraba por encima del 52 % de su capacidad, pero desde entonces ha disminuido de manera constante, alcanzando apenas un 38,84 % esta semana. La situación es crítica, ya que este embalse depende de las lluvias que caen en la cuenca de la Orinoquia, las cuales han sido deficitarias este año. Aunque San Rafael se mantiene en un 76,40 % de su capacidad, su tamaño es considerablemente menor, lo que limita su capacidad de abastecimiento a la ciudad.

El sistema de Agregado Norte también presenta una tendencia descendente, con un nivel promedio de 56,11 %, lo que añade presión a la situación general de los recursos hídricos de la capital.

Ante la gravedad de la situación, la EAAB debió retomar el racionamiento de agua y consideran hacerlo esta vez cada 10 días, en lugar de los 18 días que se aplican actualmente. Según la Alcaldía Distrital, esta medida sería acompañada de campañas de concienciación para evitar mayores afectaciones.

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Aunque el racionamiento aplicado desde el mes de abril logró inicialmente reducir el consumo promedio de agua en la ciudad, de 18 m³/seg a 15 m³/seg, en los últimos meses el consumo volvió a aumentar, alcanzando nuevamente los 17 m³/seg, e incluso aproximándose a los niveles anteriores al racionamiento.

El fenómeno de la Niña, que fue anunciado con optimismo como una solución para incrementar las lluvias en la región, no ha tenido el impacto esperado. Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), las condiciones climáticas actuales son neutrales y, aunque se prevé una Niña débil en el último trimestre del año, sus efectos serían mínimos en comparación con fenómenos anteriores.

El subdirector de Meteorología del Ideam, coronel Jorge Giovanni Jiménez, explicó en una entrevista radial que “los umbrales están muy cerca de la categoría débil”, lo que significa que las lluvias podrían incrementarse en algunas regiones, pero no se espera un aumento significativo en los embalses que dependen de la cuenca de la Orinoquia.

“Es muy probable que el fenómeno de la Niña se extienda hasta el primer trimestre de 2025, pero no será lo suficientemente fuerte como para revertir la situación crítica de los embalses en Bogotá”, añadió Jiménez.

Acciones urgentes y planes de contingencia

El director de la CAR, Alfred Ballesteros, ha instado a las empresas de servicios públicos a implementar planes de contingencia para garantizar la disponibilidad de agua potable en los próximos meses. “Hemos tenido una temperatura muy alta en la cuenca alta, media y baja del río Bogotá, y el estado de los embalses no es el ideal. La mayoría se encuentran con tendencia a la baja y el sistema Chingaza está en un promedio cercano al 50 %”, señaló Ballesteros.

El reservorio de Chuza, ubicado en el municipio de Fómeque, Cundinamarca, depende de las lluvias de la Orinoquia y la Amazonia, donde solo hay una temporada de precipitaciones entre junio y septiembre. Sin embargo, este año las lluvias han sido insuficientes para compensar el déficit hídrico. Esto ha llevado a que el nivel de agua en Chuza siga disminuyendo, lo que agrava aún más la crisis en el suministro de agua a la capital.

La situación actual plantea grandes desafíos para Bogotá y sus alrededores. A medida que los embalses continúan en descenso y el consumo de agua se mantiene alto, las autoridades locales y los ciudadanos deben prepararse para un escenario en el que el racionamiento será más frecuente y las campañas de ahorro serán fundamentales para evitar un colapso en el suministro de agua.

El panorama aún es incierto, pero con el fenómeno de la Niña debilitado y sin un aumento significativo en las lluvias, Bogotá depende de medidas inmediatas para garantizar el abastecimiento de agua en los próximos meses. La colaboración de los ciudadanos en el ahorro de agua será crucial, mientras que las autoridades deberán implementar soluciones estructurales para enfrentar la escasez de este recurso vital.


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