Antioquia

Veredas afectadas por el relleno La Pradera le plantaron cara a Emvarias y Corantioquia

Cientos de personas hicieron un plantón ayer para exigir respuestas a la empresa y a la autoridad ambiental.

Soy periodista porque es la forma que encontré para enseñarle a mi hija que todos los días hay historias que valen la pena escuchar y contar.

30 de septiembre de 2022

Cansados de ser invisibles para una ciudad que manda todos los días 2.500 toneladas de basuras a La Pradera, las comunidades afectadas durante dos décadas por el funcionamiento del relleno sanitario llegaron desde los municipios de Barbosa, Donmatías y San Domingo a marchar por las calles de Medellín y a manifestarse frente a la sede de Emvarias y Corantioquia, proclamando denuncias sobre los daños a la salud, al medio ambiente y sobre los incumplimientos reiterados por parte de Emvarias.

La movilización fue el recurso que les quedó luego de esperar durante meses que tanto la empresa como la Alcaldía de Medellín y Corantioquia se sentaran con ellos para tratar de resolver los perjuicios y las deudas con las comunidades que acarrea Emvarias –que ya la justicia determinó– y que no solo no se han subsanado sino que podrían agravarse tras la aprobación de la licencia ambiental para la ampliación del relleno sanitario, con el nuevo vaso Piñuela, tal como lo otorgó Corantioquia en abril pasado.

Los reclamos concretos, dice Héctor Álvarez, secretario de la Asociación de Veredas Afectadas por La Pradera, es que Corantioquia reestructure el Estudio de Impacto Ambiental que le aprobó a Emvarias y que tiene serias lagunas.

Por ejemplo, las comunidades no comprenden cómo la autoridad ambiental no le ha exigido en dos décadas a Emvarias un estudio epidemiológico. Los habitantes de las veredas afectadas tienen decenas de casos documentados de enfermedades cardiorrespiratorias, dermatológicas y trastornos de la sangre.

El relleno sanitario que hoy recibe los residuos de casi 50 municipios de Antioquia, y que tiene días en las que supera las 4.000 toneladas de residuos, no tiene una metodología para medir la contaminación del aire, suelos y agua causados por su operación.

También exigen que Emvarias cumpla con el fallo de una acción popular que en 2009 le ordenó a la empresa ampliar su obligación de compensaciones ambientales a todas las veredas (23) y hacer mayores inversiones.

Pero la principal discordia entre la comunidad y Emvarias es la vía que va de La Pradera a Bellavista, una carretera que es indispensable para la movilidad y la productividad de la zona, que es propiedad de Donmatías y sobre la que Emvarias proyecta construir el vaso Piñuela. La empresa ha dilatado una solución alegando que no es su competencia hacerlo, a pesar de que Corantioquia le solicitó en la licencia para el nuevo vaso atender el asunto. El próximo 12 de octubre hay una audiencia para resolver la querella que existe por la vía. El problema es que si sale a favor de las comunidades, Emvarias tendría que verse en la obligación de modificar los diseños que ya tiene aprobados para la ampliación del relleno.

La falta de capacidad de concertación y reconocimiento de todas estas problemáticas tiene a Emvarias en un embrollo que crece con el tiempo.

Según el propio cronograma de Emvarias, en enero de 2022 debían empezar la ampliación del relleno, pues en 12 meses quedará obsoleto. Sin embargo, a pesar de que el gerente Carlos Borja sale cada tanto a resaltar la construcción del nuevo vaso con una inversión de $450.000 millones, aún no han comenzado obras.

En junio pasado, la Procuraduría Ambiental y Agraria de Antioquia le señaló oficialmente a Borja que, tras conocer los informes de EL COLOMBIANO sobre los retrasos en la ampliación del relleno y las denuncias de las comunidades, le exigía rendir cuentas de sus actuaciones y garantizar la resolución de las problemáticas que pueden decantar en una emergencia sanitaria en el departamento.

Con el apremio y el cronograma inicial alterado, Emvarias logró que Corantioquia le permitiera ampliar levemente la vida útil del actual vaso Altaír, algo que genera impactos ambientales adicionales, que técnicamente es poco recomendable y que solo le resolverá los problemas unos cuatro meses más.

De fondo, el clamor es el fin de los rellenos sanitarios. Según reconoce Emvarias, Medellín está produciendo 30% más de residuos sólidos que en 2021. A ese ritmo, seguir abriendo huecos para llenarlos con basura no es un modelo sostenible ni en el mediano plazo.