Vigilando al galope los bosques de Santa Elena
En los sectores La Laguna, vía vieja a Guarne y Alto de la Virgen, hay patrullajes a menudo por casos de hurtos.
El sector La Laguna, en la vereda Piedras Blancas, es uno de los más visitados por turistas. FOTO jaime
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Egresado de la U.P.B. Periodista del Área de Investigaciones, especializado en temas de seguridad, crimen organizado y delincuencia local y transnacional.
Kakaroto apoyaba las pezuñas con confianza, mientras patrullaba por el sendero ancestral que conduce a la vereda Piedras Blancas, en la frontera del corregimiento medellinense de Santa Elena con el municipio de Guarne. El percherón, a medida que avanzaba, arrancaba ramas para masticar, al tiempo que los ojos del jinete se perdían entre el bosque, tratando de percibir si había alguien detrás de la maraña.
En la caravana iban otros cuatro binomios, un perro antinarcóticos con su guía y una camioneta de la Policía, que partieron del Fuerte de Carabineros Arví con la misión de vigilar las zonas más críticas de la jurisdicción y proteger a los turistas, que llegan a reconciliarse con el abrazo de la naturaleza en el oriente de la capital antioqueña.
EL COLOMBIANO acompañó el recorrido de los uniformados y, a lomo de equino, visitó los sitios estratégicos para la seguridad en Santa Elena, que en plena reapertura social y económica tras la cuarentena por la covid-19, vuelven a poblarse cada fin de semana.
El retorno de los visitantes, locales y extranjeros, plantea varios retos para las autoridades, entre ellos la preocupación por los atracos a mano armada, como el ocurrido el pasado 12 de enero, un hecho que aún retumba en la memoria de varios caminantes.
Sucedió en la vía vieja a Guarne, en un cruce de senderos que comunican a ese pueblo con Medellín y Copacabana. Un grupo de 32 personas que subían a Santa Elena fue retenido 30 minutos por un puñado de asaltantes.
Según uno de los afectados, los ladrones tenían “campaneros” que les avisaban cuando alguien venía. Instalaron una barricada en la curva, fingiendo que estaban haciendo trabajos en la carretera, y allí detuvieron a quienes pasaban, apuntándoles con revólveres. Les robaron a ciclistas, senderistas, motociclistas y ocupantes de carros. El botín fue de celulares, joyas, relojes y dinero en efectivo.
En aquel paraje desolado, nadie pudo avisarle a tiempo a la Policía, y los atracadores desaparecieron impunemente.
Según la corregidora de Santa Elena, Eliana Gómez, cerca de 5.000 personas suben a este lugar los fines de semana. ¿Cómo proteger a esa cantidad de visitantes en un bosque de 1.602 hectáreas, de senderos solitarios y barrancos insondables?
El reflejo de la laguna
El Fuerte de Carabineros Arví tiene 40 caballos en su pesebrera, de las razas percherón, mestizo argentino y media holsteiner. La base presta servicio a la Región N°6 de Policía, por lo que estos animales son enviados a diferentes misiones en trochas y poblados de Antioquia, Córdoba y Chocó; es decir, no todos son para la vigilancia de Santa Elena.
En los portones de los establos están marcados los nombres de los equinos y el apellido del uniformado a cargo de su cuidado. Fue así como, recorriendo el lugar, nos presentaron a Lucky, Antioqueño, River Plate, Navío, Máximus, Caribe y Franco, entre otros.
Kakaroto es un percherón imponente, de pelaje negro y con una mancha albugínea que le decora la frente. Le fue asignado al capitán Edwin Cuartas Grisales, comandante del Fuerte.
Trasegando los senderos del corregimiento, el oficial explicó que está recién llegado a la zona. Venía de liderar un grupo operativo de la Dirección de Carabineros, encargado de pelear en Urabá contra la guerrilla y el Clan del Golfo.
Al preguntarle por los sitios más críticos en Santa Elena dijo: “Vamos a ir a uno de ellos, el sector La Laguna. Allá van muchos turistas, porque la laguna se mantiene seca la mayor parte del año, y en este momento volvió a llenarse”.
La maravilla natural está a 20 minutos de la base. El espejo de agua regraba la imagen azulada del cielo y el verdor de los árboles, como en las acuarelas de Alberto Durero.
Ahí encontramos a 20 adolescentes que llegaron a pie por la montaña, tras caminar dos horas desde el barrio La Honda, en la comuna de Manrique. Precisaron que, durante ese trayecto, no se toparon con ningún policía, hasta llegar a la laguna. “Eso siempre es muy solo”, indicó un joven, mientras contemplaba a los caballos beber de sus aguas.
Peregrinaje
El capitán Cuartas explicó que para copar esas áreas tan solitarias cuenta con apoyo de la estación de Policía de Santa Elena y del Ejército, que recorren otros puntos críticos como el kilómetro 14 de la vía vieja a Guarne, donde ocurrió el atraco masivo de enero.
“El problema de robos se nos presenta más que todo en la frontera del corregimiento con las comunas de Medellín y Bello, en los caminos que unen esa parte urbana con la rural. Ahí hay varios barrios de invasión, y algunos son peligrosos”, advirtió.
Salimos de La Laguna para otro de esos puntos estratégicos, conocido como el Alto de la Virgen, en límites con el cerro Pan de Azúcar. Era mi turno al galope, así que tomé la rienda de Kakaroto y le susurré al oído: “Hola campeón, ¿me vas a ayudar a hacer este reportaje?”.
Por la altura del caballo, el estribo quedaba a más de un metro del suelo, así que el capitán debió darme un empujón para treparme a la silla. Muslos apretados contra el dorso, sin pegar los tobillos al animal, para que no acelere; espalda recta y riendas firmes, pero con suavidad, fueron las instrucciones básicas.
Tomamos el camino ancestral, rumbo al norte, golpeando con las herraduras las piedras que dejaron los colonizadores que arribaron a las cumbres del Valle de Aburrá.
El percherón tiene un paso más fino, por lo que no hubo sufrimientos en la trocha. Kakaroto, conocedor de los senderos, les siguió el paso a Relámpago y los demás caballos. Al pasar por aquí, es perceptible la complejidad de un terreno que encanta por su belleza, pero que también puede ser guarida para asaltantes.
Según la Policía, no hay bandas especializadas sino delincuentes comunes venidos de otras partes. En algunos casos se esconden en la manigua para sorprender a sus víctimas, o instalan barricadas en vías destapadas.
En el Alto de la Virgen vimos a siete mujeres y un hombre que venían de Villa Hermosa. El sitio es una estación para el peregrinaje religioso, con monumentos a la Virgen, la Santa Cruz, el Corazón de Jesús y una réplica de los Diez Mandamientos.
Andrea Castrillón, de 18 años, narró que “venimos a quemar calorías subiendo la montaña. Vine porque ando con mis amigos, pero es una zona muy sola para una mujer, con poca vigilancia”.
Dijo esto a pesar de que a pocos metros había un pelotón de la Policía Militar. El cabo primero Deimer Ávila señaló que sus soldados llevaban seis días en el bosque. “Vigilamos las torres de energía, son 4 kilómetros entre la número 19 y la 30. Y como por aquí la gente comenta que hay robos, me tiro para acá con la tropa, para colaborar con la seguridad”, afirmó.
En este punto me despido de Kakaroto para continuar el viaje en camioneta a uno de los sitios con más aglomeración de turistas: Chorro Clarín.
“Eso no pasa en Arví”
Según el Sistema de Información para la Seguridad y Convivencia (Sisc) de la Alcaldía, este año se han registrado 55 hurtos de todo tipo en Santa Elena, mientras que en el mismo lapso de 2019 iban 165 (reducción del 66,7%). De ellos, 21 fueron en la modalidad de atraco.
Las veredas Media Luna y Piedras Blancas, cada una con siete casos conocidos, son las que más incidentes registran; la mayoría de los eventos, 16, sucedieron durante la mañana.
La corregidora Gómez sugirió a los visitantes, como medida de autoprotección, que de ser posible avisen a las autoridades en qué sector van a pasar el rato, para que los uniformados lo incluyan en el patrullaje. “Esto lo pueden informar en el Fuerte de Carabineros, la estación de Policía o la Línea 123”, añadió.
También invitó a la comunidad a denunciar todos los hurtos que se presenten, pues al parecer “la gente no los está denunciando, solamente los casos masivos, y esto es importante para poder adelantar la investigación judicial”.
Contó que la semana pasada hubo un consejo de seguridad y se acordó reforzar la vigilancia con más policías y soldados.
Nuestro recorrido terminó en el sector Chorro Clarín, en el Parque Arví, donde suelen llegar los buses cargados de visitantes para disfrutar de charcos y cascadas. Ahí la Policía tiene un puesto fijo de vigilancia, con un perro antinarcóticos para requisar personas y vehículos.
“En promedio, cada dos días capturamos a alguien con droga. Según nos dicen esos detenidos, son vendedores de oportunidad, no pertenecen a ninguna banda, sino que compran droga en las comunas y vienen a ofrecérselas a los visitantes”, expresó Cuartas.
En uno de los puestos de comida, al lado de un charco repleto de risas y clavadistas, Mateo Grisales agradeció al cielo por el retorno de los viajeros. En su negocio ofrece mecato, mango picado y gaseosas.
Sobre los robos, comentó: “La verdad es que la mayoría son cerca de los barrios de Medellín, en el Alto de la Virgen o por las trochas de la vía Medellín-Bogotá. El problema es que cada que ocurren, la gente se confunde y dice que fueron en el parque Arví, y es mentira. Eso nos afecta el negocio, una información mal dada perjudica el turismo”.
Mateo tiene 25 años y reside en una finca, ahí mismo en Arví. “Me sorprendo cuando la gente me pregunta que si puede venir a los chorros, que si lo atracan o que si esto y lo otro. En esta parte no pasa eso, pues yo siempre he vivido aquí, y puedo decir que tengo una vida muy feliz”.