Disputa entre dos amigos agravó violencia en La 13
La pelea de dos exsocios, “Samir” y “Juancito”, originó la última crisis de seguridad en San Javier. Detrás de ellos, otros capos mueven las fichas.
Egresado de la U.P.B. Periodista del Área de Investigaciones, especializado en temas de seguridad, crimen organizado y delincuencia local y transnacional.
La amistad entre “Samir” y “Juancito” inició en su juventud, en los días en que ambos buscaban muchachas para enamorar y presumían en motocicletas ruidosas por las calles de la comuna 13.
Algunos residentes recuerdan - con esa angustia que da relatar lo que nadie quiere que se sepa - que desde entonces temían que estos dos hombres se convirtieran en un tormento, pues a partir del año 2000 fueron juntando galladas de pelados que hacían de las esquinas del barrio Betania, en el occidente de Medellín, una zona de alto peligro.
Desde aquellos días, la comunidad padece extorsiones, amenazas y desplazamientos forzados de parte de “la Sexta” y “Betania”, dos combos gemelos liderados por los amigos “Samir” y “Juancito”, quienes pese a tener familiares en el área, no dudaron en extender allí las redes de su pequeño imperio criminal.
Sus bandas fueron creciendo, hasta colonizar callejones de barriadas vecinas, como El Corazón, Belencito y Las Independencias.
Registros policiales señalan que “Juancito” fue detenido en 2002 cuando cobraba una extorsión en Belencito; y que a “Samir” lo arrestaron en 2001 en La Pradera, con un arsenal, y en 2005 con una moto hurtada en Santa Mónica. Sin embargo, ambos se las arreglaban para volver a la calle, a las esquinas de su Betania, tan querida y aporreada.
Se acabó la amistad
La historia de estos personajes es crucial para explicar por qué la comuna 13 sufre hoy una nueva oleada de violencia, pues quiso el destino que los antiguos aliados se convirtieran en enemigos.
Investigadores de la Policía y de la Fiscalía, consultados por EL COLOMBIANO bajo reserva de identidad, coincidieron en que la disputa empezó en abril de este año.
La “Odín Robledo” (Organización Delincuencial Integrada al Narcotráfico), que agrupa a varios combos del costado occidental de Medellín, desató el caos en varios sectores de las comunas 7 y 13 (Robledo y San Javier), como retaliación a la captura de un cabecilla apodado “Sombra” (21/4/18). Las acciones incluyeron balaceras con facciones rivales, homicidios, paro de rutas de transporte y hasta la quema de un bus de servicio público.
Las bandas de “la Sexta” y “Betania” participaron en el tropel, lo que puso a sus líderes en la mira de las autoridades, que expidieron órdenes de captura y ofrecieron recompensas en contra de Samir Alexánder Jaramillo Cartagena (“Samir”) y Juan Manuel Piedrahíta Giraldo (“Juancito”).
La presión de la Fuerza Pública provocó que “Juancito” se entregara a la justicia el 1 de mayo. Su decisión, al parecer no respaldada por sus socios, agravó las diferencias internas y fracturó la vieja alianza de “la Sexta” y “Betania”. “Samir”, su otrora compadre, se convirtió de la noche a la mañana en un brutal oponente.
El 16 de mayo mataron en una vía de Betania a Hernán Álvarez Guzmán (“el Enano”), un hombre de confianza de “Juancito”, y el 13 de junio siguiente asesinaron, en el mismo vecindario, a su hermano Richard Piedrahíta Giraldo.
Un análisis de Inteligencia policial señala que el conflicto entre estos combos ha dejado 13 muertos y tres heridos en los últimos dos meses.
Para rematar, este problema ha sumado más actores delincuenciales, pues lo que empezó como una traición entre dos caínes, “Samir” y “Juancito”, terminó insertándose en dinámicas de crimen organizado más complejas y con protagonistas de mayor peso en el bajo mundo.
El ajedrez del hampa
Los combos de “la Sexta” y “Betania” son peones en un juego de ajedrez más elaborado, entre los peces gordos de la mafia del Valle de Aburrá: Juan Carlos Mesa Vallejo (“Tom”), José Muñoz Martínez (“Douglas”) y Freyner Ramírez García (“Carlos Pesebre”).
Los investigadores consultados precisan que estos tres capos, internados en cárceles de Bogotá y Boyacá, siguen moviendo los hilos de “la Oficina”, la macroestructura que rige al 60% de las bandas del área metropolitana.
Cada uno tiene sus intereses en distintos sectores, y la comuna 13, que conecta a la metrópoli con el Occidente antioqueño y la vía al mar, es un lugar de especial atención.
En consecuencia, las huestes de “Samir” están recibiendo apoyo de organizaciones cercanas a “Carlos Pesebre”, como “el Coco”, “la Torre”, “el Salado” y “la Independencia”.
Del otro lado está “Betania”, que cuenta con el auxilio de grupos alineados con “Tom”, en particular de “la Agonía” y “Caicedo”.
Este último nexo quedó probado en unas interceptaciones telefónicas que la Fiscalía expuso el pasado febrero, durante la audiencia de control de garantías de varios integrantes de la banda de “Caicedo”, que actúa en las comunas 8 y 9, entre ellos su jefe “Lindolfo”. “En estos momentos estamos finos con la gente de la comuna 13”, decía uno de los coordinadores de ese grupo en una conversación (10/5/17).
La intromisión de estas otras agrupaciones agregó leña al pleito de “la Sexta” y “Betania”, por lo que hoy no solo están sufriendo los habitantes de ese barrio, sino la mitad de toda la comuna (ver el mapa).
La gente teme, en especial, a las acciones de las bandas de “la Agonía” y “el Coco”, que llevan una década enfrentadas. Los líderes de la primera son alias “Pocho” y “Pastrili”; mientras que a la segunda la comandan “Julián Machete” y “el Toco”.
Tan solo este año, de acuerdo con el análisis de la Inteligencia, sus choques han dejado 24 muertos y 14 heridos en La Pradera, San Javier, La Divisa, La Quiebra, Juan XXIII, Santa Rosa de Lima, El Socorro, Antonio Nariño, Metropolitano y Calasanz.
La respuesta institucional no se ha hecho esperar. El coronel Juan Carlos Rodríguez, subcomandante de la Policía Metropolitana, declaró esta semana que en lo corrido de 2018 han capturado a 661 personas por la comisión de distintos delitos en San Javier.
En una reciente entrevista con este diario (22/5/18), el secretario de Seguridad de Medellín, Andrés Tobón, indicó que las autoridades priorizaron los operativos contra “el Coco”, “la Agonía” y “Betania”.
Ciclos de violencia
Según el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc) de la Alcaldía, en 2018 se han registrado 41 homicidios en la citada comuna, lo que significa un incremento del 86% con relación al mismo periodo de tiempo del año anterior, cuando iban 22 casos.
Todos los alcaldes del siglo XXI han tenido que enfrentar una crisis de violencia en la comuna 13. A la administración de Luis Pérez (2001-03) le tocó el pleito de milicias, paramilitares y la Operación Orión; a Sergio Fajardo (2004-07), el reacomodo después de la desmovilización de las Auc; a Alonso Salazar (2008-11), la guerra interna en “la Oficina”; a Aníbal Gaviria (2012-15), el choque de combos por el patrocinio del cartel de “los Urabeños”; y a Federico Gutiérrez, las pugnas derivadas de la división entre “Tom”, “Douglas” y “Carlos Pesebre”.
¿Qué es lo que ocurre a nivel de criminalidad, que provoca que los ciclos de inseguridad se repitan con esa frecuencia?
Una de las explicaciones es que, a pesar de los constantes golpes propinados por la Fuerza Pública, muy pocas bandas han sido desmanteladas en su totalidad. Las 36 que hoy existen en San Javier (ver el gráfico) llevan más de una década en actividades, sobreviviendo al acecho, mientras el paisaje urbano se moderniza a su alrededor.
En el escenario actual, advierten los investigadores, la guerra fría entre “Tom”, “Carlos Pesebre” y “Douglas” plantea serios retos. No se trata de un conflicto abierto y descarnado, sino de brotes esporádicos. Desde 2016 se observa un movimiento casi rítmico de la violencia: se enciende la problemática de combos en Robledo, luego se traslada a Altavista y después a San Javier. Cuando las autoridades intervienen, se enfría la crisis y se desata en otro punto.
La Fiscalía ya sabe que esos capos encarcelados buscan presionar a las autoridades, generar la sensación de que hay una guerra urbana, para luego reclamar un acuerdo judicial con el Gobierno y “pacificar” la ciudad a cambio de beneficios jurídicos. Al respecto, está ad portas la sanción presidencial de un proyecto de ley para facilitar el sometimiento colectivo de bandas.
Por eso la problemática de la comuna 13 está más allá de sus callejones, pues sus combos, con sus decenas de “samires” y “juancitos”, son las fichas de un ajedrez de la mafia que pocos ven.