Pueblo de Antioquia está encartado porque tiene más pollos que gente
Miles de aves fueron donadas a los habitantes de San Rafael (Oriente) y ahora no saben qué hacer con ellas.
Comunicadora Social - Periodista de la UdeA. Amo leer historias y me formé para contarlas.
Los sanrafaelitas, que tienen los pollos corriendo por prados y corrales, ya no saben qué hacer con ellos porque se están poniendo viejos para ser vendidos y, ojo, comérselos ya no es una opción.
Los pollos fueron como un aguinaldo. Empezaron a llegar en diciembre pasado cuando al alcalde de entonces, Abad Marín, se le ocurrió donárselos a los habitantes de las veredas como una oportunidad de negocio y emprendimiento.
Así, cada acción comunal recibió una cantidad proporcional a su número de habitantes, contó Iván Alzate, secretario de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, mientras explicaba que, bajo esos cálculos, algunas veredas recibieron entre 300 y 700 animales y otras un poco más de 1.000. La cifra de pollos, entonces, llegó a 32.000, en un pueblo que, según el censo del Dane de 2018, tiene 12.578 habitantes.
Y, ¿cuál es el lío?
Si usted está pensando que no hay ningún problema y que al fin y al cabo son animales que se pueden comer, está perdiendo de vista que no es lo mismo tener un pollo que 1.000, y que una solución no es “comérselos en sancochito, asados o fritos para variarle el sabor”, como dijo en tono de broma el alcalde Libardo de Jesús Ciro, porque, con esa gran cantidad, las condiciones para sacrificarlos y comercializarlos son más exigentes.
“Al principio todo estaba bien, la idea era buena para la gente porque podrían tener un emprendimiento pequeño en su casa mientras el municipio diversificaba su economía con las aves que pretendían surtir a las localidades vecinas”, narró Ciro.
Pero, al exalcalde Marín, el tiro, o mejor el pollo, le salió por la culata. Lo que empezó como un buen proyecto se fue convirtiendo en problema cuando las aves crecieron y engordaron y, ahora, que ya están listas para ser comercializadas, no hay donde sacrificarlas. “Ahí estuvo el error, en no planear qué iba a pasar con los pollos cuando estuvieran listos”, dijo Édgar Buitrago, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Balsas, zona donde se está construyendo una planta de sacrificio (ver Qué sigue).
Los pollos, al ser tantos, necesitan ser sacrificados en una planta especial con la que el municipio no cuenta y, aunque eso lo debió haber pensado el exmandatario, la nueva administración recibió un problema al que “no le pusieron la suficiente atención desde el principio”, opinó Buitrago.
Los animales se están envejeciendo y los habitantes que invirtieron su tiempo y dinero cuidándolos y alimentándolos no pueden decir que ya los criaron y que ahora se echarán a dormir. “Los pollos hay que venderlos y no por cualquier chichigua, hay que venderlos bien”, dijo Amparo Muñoz, quien trabaja en una pequeña distribuidora de pollos de San Rafael donde ya han llegado a ofrecerlos a muy bajo precio.
Incluso, una de las funcionarias de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria se ha visto obligada a ofrecer pollos de local en local y de persona en persona para ayudar a los campesinos que invirtieron en ellos.
“Los pollos son una buena oportunidad de negocio para los campesinos, la cuestión es hacer bien las cosas. Ahora que tengamos la planta puede ser bueno para la economía del pueblo”, dijo Buitrago, quien está convencido de que esta ayudará a solucionar el problema y le dará un buen final, ojalá en los platos, a las miles de aves que tienen a los sanrafaelitas sin saber qué camino tomar. Mientras tanto, el alcalde me dice al final de la entrevista: “¿cuántos pollos va a llevar usted?”.