Vestigios narcos: ¿destruirlos o conservarlos?
Periodista de la Universidad de Antioquia interesado en temas políticos y culturales. Mi bandera: escribir siempre y llevar la vida al ritmo de la salsa y el rock.
Los lugares por donde pasaron Pablo Escobar y sus secuaces se convirtieron en heridas que causan dolor a las víctimas y enriquecen los bolsillos de unos pocos.
Varios de los atractivos turísticos en Medellín, a pesar de las molestias del alcalde Federico Gutiérrez y gran parte de la ciudadanía, siguen siendo los edificios y lugares donde sembró terror el narcotráfico, especialmente Pablo Escobar Gaviria. Un turista puede pagar 50 dólares y recibir una visita guiada, que incluye un completo recorrido por varios barrios de la ciudad relacionados de alguna manera con el capo, conocido popularmente como “narcotur”.
La Alcaldía propone demoler, por ejemplo, un edificio como el Mónaco, para así comenzar a erradicar un pasado violento y no martirizar más a las víctimas o a sus familias.
La decisión la aplauden los vecinos del inmueble, pero hay otra posición que defiende que de esta manera se estaría destruyendo la memoria histórica y se oculta un pasado que debe ser conocido para su no repetición.
Cambiar los lugares
El alcalde lanzó la propuesta de demoler el edificio Mónaco, y cuando artistas como Wiz Khalifa o J Álvarez estuvieron en la ciudad e hicieron apología a Pablo Escobar, Gutiérrez se mostró indignado y rechazó su comportamiento.
El mandatario ha sido firme en su posición de erradicar esa forma de consumo de imágenes y hechos que dañaron tanto a Medellín. Sin embargo, en cuanto a la destrucción del inmueble, la Alcaldía informó que la propuesta está en estudio, y aún no ha recibido respuesta por parte de la Policía Nacional, que administra el edificio, para proceder.
Cabe recordar que según un estudio de la Universidad Nacional, reestructurar físicamente al edificio costaría $33.165 millones, por lo cual la Administración en sus cálculos estima que la demolición saldría más barata.
Esta posición la respalda el general óscar Gómez, comandante de la Policía Metropolitana del valle de Aburrá, quien negó que el Mónaco se conserve como un trofeo de la victoria contra el narcotráfico, y más bien consideró fundamental hacerlo para terminar de una vez por todas con la constante apología al dinero fácil, mal habido y al delito.
Otra perspectiva tiene el profesor de la Universidad Eafit Mauricio Builes, quien ha trabajado en el tema de las huellas que dejó el narcotráfico. El docente considera que demoler los edificios o los lugares por los que se hacen los recorridos es un error. Afirma que según esa lógica habría que hacerlo con media ciudad, debido a que casi todo está untado de mafia.
“Lo que sí no podemos permitir es que en Medellín siga pasando, por ejemplo, lo que se vive en Chicago (EE. UU.), donde visitan los lugares que frecuentaban los gángsters o donde estuvo Al Capone, de forma curiosa e inconsciente”, aseveró.
Builes tomó como ejemplo el caso de Belfast, en Irlanda del Norte, donde después de un conflicto nacionalista-religioso que enfrentó en armas a dos bandos, ahora los taxistas llevan a los turistas a visitar los murales que defendían las dos posiciones. Nunca los repintaron, o trataron de borrar su existencia.
Reconfigurar los lugares
Dar un nuevo sentido, cambiar la esencia y el uso que se da a los lugares, es la propuesta del profesor Builes y del Museo Casa de la Memoria de Medellín.
El docente pone en evidencia que no existen organizaciones de víctimas del narcotráfico, y que desde la institucionalidad esa debería ser la primera tarea.
“Falta convocar y hacer actos públicos de rechazo a la cultura del narcotráfico antes que demoler. Se debe preparar a los guías que hay actualmente y no quitarlos de en medio para que los recorridos que están dando cuenten la verdad de lo que ocurrió”, dijo Builes.
En ese mismo sentido se expresó Adriana Valderrama, directora del Museo Casa de la Memoria, quien cree que se deben rehabitar espacios de la ciudad que fueron afectados por los hechos de violencia como lugares de memoria donde se conmemore a las víctimas.
“La propuesta no es borrar, ocultar o acallar. Queremos resaltar la ética de las personas que fueron valientes frente a la amenaza de Pablo Escobar y su proyecto corrupto, y que han sido olvidados y opacados por la comercialización y magnificación de la figura de un victimario”, manifestó Valderrama.
La Hacienda Nápoles, que fuera el lugar de descanso del extinto narcotraficante, además de las atracciones turísticas con las que cuenta como parque temático, aún conserva en un espacio un museo donde se muestran las consecuencias de la violencia y el dolor y el sufrimiento de las víctimas.
La oferta turística
En Medellín o Bogotá hay muchas agencias que ofrecen paquetes turísticos que incluyen transporte, comida y guías para recorrer los lugares relacionados con el narcotraficante Pablo Escobar.
Los recorridos pasan por lugares como la Hacienda Nápoles, los edificios Mónaco y Dallas (este último convertido en el hotel Viaggio), la tumba del capo en el cementerio Montesacro y la casa museo en la avenida Las Palmas, administrada por Roberto Escobar, hermano de Pablo.
Road Paisa, por ejemplo, ofrece el tour con tarifas desde los $60.000. Hay otro que se encuentra con el nombre Pablo Escobar Tour, que se despacha incluso desde Bogotá, y que cuenta con diversos planes para los turistas.
EL COLOMBIANO se puso en contacto con Óscar Cantor, creador de este último, para que nos contara las razones por las cuales se dedica a ofrecer estos servicios, y cuánta gente en promedio participa de estos recorridos.
“Empecé hace ocho años. Me di cuenta que los recorridos los estaban haciendo algunos taxistas, entonces pensé que había posibilidad de hacer negocio”, señaló Cantor.
Las tarifas del tour van desde los 50 hasta los 750 dólares, y su creador afirma que en los más económicos puede estar atendiendo entre 60 y 100 personas a la semana, mientras que los más costosos solo promedian unos 10 turistas al mes.
Expresó que quiso aplicar en Colombia lo que sucede en otros lugares del mundo como en Alemania, donde los turistas pueden visitar antiguos campos de concentración nazi, e incluso tomarse fotos en estos sitios.
Cantor discrepa de la propuesta del alcalde que busca demoler algunos lugares, porque considera que hacen parte de la historia, y más bien considera que se deberían restaurar y convertir en museos.
Defiende los recorridos que hace, porque, según él, siempre trata de contar la verdad de los hechos y señalar los males que causó Escobar en la ciudad y en el país. Además, manifestó que le gustaría reunirse con el alcalde Gutiérrez para plantearle una propuesta para conservar estos lugares.
“Yo creo que no se deben borrar estos lugares, sino más bien mostrar con ellos que el narcotráfico no lleva a nada. Si uno se pone a ver, estamos llevando a los turistas a ver tumbas y ruinas”, dijo Cantor.
No obstante, en la página web de este tour, se ofrecen camisetas con mensajes que enaltecen la figura del narcotraficante, y se leen estampados con mensajes como “Plata o plomo” o “I love Pablo”. Lo cual contradice lo expresado por Cantor.
Para Dorely Restrepo, administradora de una unidad residencial vecina del edificio Mónaco, ver llegar diariamente decenas de personas que se fotografían felices en el inmueble es bastante doloroso porque desconocen el sufrimiento de las familias que soportaron incluso dos atentados con bomba que afectaron su tranquilidad y sus viviendas.
Nuevo enfoque al recorrido
El profesor Mauricio Builes, junto a sus estudiantes de Eafit, puso en marcha un proyecto al que se nombró como “Narcotour, el lado B de la historia del narcotráfico y Pablo Escobar”.
Esta propuesta plantea dar otro enfoque al tour que se viene ofreciendo en la ciudad, busca que la visita guiada que se ofrece a los turistas, sea desde la perspectiva de las víctimas y no los victimarios.
“Nuestro objetivo era escuchar a aquellas persona que no habían podido contar su historia: sobrevivientes y familias que perdieron sus seres queridos durante aquella época violenta”, explicó Builes.
Juliana Uribe, estudiante de Comunicación Social en Eafit, y una de las 42 personas que participó del proyecto, comentó que aunque su generación no vivió la época de Escobar, conocen la historia a través de series o telenovelas donde siempre se muestra el mismo punto de vista.
Lee: El narcotour que pusieron de moda estudiantes de Eafit
“Una de las conclusiones que arrojó la investigación es que el tema sigue muy vigente. La cultura mafiosa no se ha podido exterminar y sigue presente en el imaginario de muchas personas”, señaló Builes.
Además, apuntó que el proyecto les permitió confirmar que aquellos quienes padecieron la guerra nunca estuvieron bajo los reflectores. Según el profesor, esto se explica porque hasta ahora, solo se han llevado a cabo procesos de reparación a víctimas de conflicto armado, pero no de narcotráfico, una deuda pendiente de las autoridades