Antioquia

Planes de acción para mejorar la calidad del aire, a evaluación

A pesar de la cuarentena, el Valle de Aburrá tuvo picos de concentración de contaminantes.

Periodista. Amo viajar, leer y hacer preguntas. Me dejo envolver por las historias.

23 de marzo de 2020

Como un semáforo se han movido las estaciones de monitoreo de la calidad del aire en el Valle de Aburrá durante la última semana. El lunes 16 de marzo todas estaban en naranja, color que según el Sistema de Alerta Temprana de Medellín, Siata, indica que el aire es nocivo para grupos sensibles: niños, adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias.

En los siguientes tres días la concentración de partículas contaminantes se elevó tanto que casi todas las estaciones pasaron a rojo, es decir, el aire que respirábamos era dañino para todos, según el Siata.

El día más crítico fue el jueves 19, cuando las 22 estaciones se ubicaron en ese color. En redes sociales los ciudadanos se preguntaron por qué la calidad del aire parecía empeorar si para entonces ya no había clases en los colegios y universidades, como parte de las medidas preventivas para frenar la expansión del coronavirus. Carlos David Hoyos, director del Siata, explicó que al valle estaban llegando humo y partículas contaminantes de incendios cercanos (Nordeste, Bajo Cauca).

Un día después, el viernes 20 de marzo, el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, decretó la cuarentena por la vida y entonces el panorama cambió: entre sábado y domingo las estaciones bajaron de rojo a naranja y luego a amarillo, y las montañas que habían estado escondidas detrás del esmog volvieron a verse. Pero el semáforo no se quedó quieto. Ayer las estaciones volvieron a naranja y el paisaje se volvió a perder entre brumas y el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, habló de su preocupación en su cuenta de Twitter:

“La crisis ambiental, a pesar de la cuarentena, deja claro que el Área Metropolitana por años no ha reconocido causas reales de contaminación, ha sido simplista. Hay que aprovechar condiciones actuales para investigar a fondo y establecer medidas que permitan anticipar fenómenos”, escribió el alcalde Daniel Quintero en sus redes sociales.

El Área Metropolitana le respondió indicando que la calidad de aire se afecta por nuestras propias emisiones (de carros, de empresas, etc,), pero también por eventos externos. “Ambos son importantes. Anoche los aportes externos asociados a incendios de cobertura vegetal en el nordeste del departamento fueron dominantes”, dijeron.

Un manual para actuar

En marzo de 2017 el Valle de Aburrá vivió uno de los episodios más críticos para la calidad del aire: la región estuvo envuelta durante casi dos semanas en una capa de smog y los pocos sensores que para entonces teníamos mostraban niveles alarmantes de concentración de contaminantes.

El Área Metropolitana (Amva) y los 10 alcaldes se reunieron y acordaron crear el Plan Integral de Gestión de la Calidad del Aire, Pigeca, que trazó la línea de acciones para descontaminar el aire de aquí al 2030.

El documento, que se aprobó ese mismo año, reconoció que hay dos períodos críticos para la calidad del aire: febrero-marzo y octubre-noviembre, donde las condiciones atmosféricas impiden que los contaminantes que emitimos se dispersen.

Para mitigar las afectaciones a la salud, el Pigeca planteó 10 líneas estratégicas y cinco transversales que incluían mejora en la calidad de los combustibles, fortalecimiento de la red de monitoreo del aire, movilidad con bajas emisiones y activa, controles a las industrias, aumento del arbolado urbano, sanción a infractores, entre otros.

Bajo una de esas líneas se creó el Protocolo Operacional para Enfrentar Episodios de Contaminación Atmosférica o de Calidad del Aire, Poeca, el documento guía que dice qué acciones se deben tomar cuando la calidad del aire desmejora. Con esa guía, por ejemplo, se decide si es necesario extender el pico y placa y restringir las actividades deportivas al aire libre.

Gustavo Londoño, subdirector Ambiental (e) del Amva, explicó que ese protocolo permitió que entre 2018 y 2019 las condiciones no empeoraran. “Pero con las condiciones actuales es claro que el Poeca se tiene que revisar. Cuando se diseñó, no se tuvieron en cuenta factores externos como los que nos están afectando por estos días: humo de quemas de biomasa e incendios que, por los vientos, nos llegan”, dijo y aclaró que ya han recibido algunas propuestas de académicos y científicos, que serán revisadas.

Carmen Zapata, directora del Laboratorio de calidad del aire de la Universidad Nacional Sede Medellín, también señaló que la revisión del protocolo es obligatoria.

“Las condiciones del ambiente han cambiado: hay más carros, más habitantes, menos zonas verdes, tenemos islas de calor. El medio ambiente es dinámico por lo que el Poeca y el Pigeca deben revisarse periódicamente”, dijo.

La académica señaló que el deterioro de la calidad del aire que vemos por estos días se asemeja mucho a la que vivimos en 2016, donde el humo de incendios externos nos afectó. El problema, señaló, es que esas situaciones están por fuera del control de las autoridades y por eso señaló que ante el aumento del material particulado externo, lo único que podemos hacer en el Aburrá es controlar el que sí emitimos, especialmente el que viene de vehículos considerados como grandes contaminantes: buses, camiones y volquetas .

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