Petro propuso la ruta para lograr la paz total en Ituango
El presidente pidió mayor autonomía a alcaldes para tomar decisiones de seguridad y afirmó que los grupos armados en este municipio están dispuestos a negociar.
Comunicador Social-Periodista de la UPB. Redactor del Área Metro de El Colombiano.
Con la llegada de Gustavo Petro a Ituango, sobre las 2:30 de la tarde de este sábado, se conoció una noticia que generó inquietud: muy cerca, la Policía encontró un explosivo. Unos minutos después, mientras el ministro del Interior Alfonso Prada hablaba de la protección de líderes sociales, se escuchó una detonación. “¿Vieron que no era nada?”, dijo el ministro, tratando de calmar los ánimos. “Solo una detonación controlada, nada que temer”. El público presente, apostado en las gradas del coliseo del colegio Pedro Nel Ospina, prorrumpió en aplausos y vítores. No hubo lugar para el miedo.
La llegada de Petro a Ituango, su primera visita a Antioquia como presidente, revolcó las emociones en el pueblo. Muchos madrugaron para cumplirle a la cita presidencial. A las 10:00 de la mañana, las puertas del colegio Pedro Nel colapsaron. Con cédula en mano, amontonándose, muchos intentaban entrar para hablar con Petro y los congresistas.
Albeiro Domicó es ejemplo del fervor que vivió Ituango. Es embera eyábida y vive a dos días de camino del pueblo. Desde el jueves, con ganas de asistir al evento, emprendió camino por lomas y monte, atravesando ríos. Llegó al casco urbano ayer por la mañana. Aunque no domina bien el español, escuchó atentamente los reclamos de la población, los llamados de los congresistas, las palabras de Petro.
Mientras en el colegio avanzaba la jornada, las calles de Ituango estuvieron cerradas por la Policía. Las azoteas de las casas fueron ocupadas por hombres del Ejército y la Policía que, recorriendo sus propios pasos, vigilaban con binoculares, atentos, que nada extraño fuera a suceder.
En los alrededores, algunos conversaban para matar el tiempo. En una esquina, bajo el dintel de una puerta, tres hombres charlaban. Aunque con cierta apatía política, comentaban que la llegada del presidente era algo que no habían vivido. “Es bienvenido acá en Ituango, que venga para que mejore las cosas. Nos alegra mucho que se acuerden de nosotros, que nos visite un presidente”.
En el recinto, mientras tanto, se presentó un hecho particular. Entre los congresistas de la bancada del gobierno se metió un opositor, José Vicente Castro, senador del Centro Democrático. Iván Cepeda, elegido por el Pacto Histórico y quien presidió el evento, le hizo un reconocimiento al opositor y lo invitó a tomar la palabra. “Bienvenida la oposición”, dijo Cepeda. Castro llamó la atención sobre la importancia de la paz y exaltó la labor de la fuerza pública.
Antes de la detonación controlada, el ministro Prada anunció que Franklin Castañeda asumirá la dirección de Derechos Humanos del Ministerio del Interior. Castañeda tiene 22 años de experiencia en esos menesteres. “Tenemos 49 propuestas de corto y largo plazo para proteger la vida de los líderes. Hay 29 de ellas que podemos implementar en los primeros 100 días de gobierno. Serán acciones concretas que dependerán del PMU por la vida”, dijo el defensor.
Un desembarco estatal
La visita de Petro tenía como centro la instalación de un Puesto de Mando Unificado (PMU) por la vida. El Gobierno Nacional definió los 65 municipios que más tienen riesgo para los líderes sociales. La idea es hacer un “desembarco del Estado”, como lo dijo Prada, para proteger la vida de los más vulnerables. El de Ituango es el segundo que se instala (el primero fue el de Norte de Santander, ver nota adjunta).
En la mañana, la Comisión de Paz de la Cámara y del Senado instaló una sesión previa a la instalación del PMU. Las víctimas y defensores de derechos humanos pudieron hablar largamente. Denunciaron, entre otras cosas, la presencia de grupos armados que coartan las libertades de las poblaciones rurales.
Las palabras de Petro
Petro se sentó a la cabecera de la mesa y escuchó a líderes sociales, mineros y educadores de Ituango, el Nordeste y el Bajo Cauca de Antioquia. Tomando nota, mientras almorzaba, el presidente oyó las preocupaciones de los líderes. Aunque la mayoría apuntaban a la seguridad para las poblaciones rurales, muchos pidieron educación superior para la región y control a las extorsiones.
Petro tomó la palabra, al fin, después de la larga escucha. En tono sosegado, dijo que el PMU no era un asunto arbitrario, sino que se trataba de un mecanismo para tomar decisiones inmediatas.
El centro de su discurso se basó en el papel de los alcaldes de los municipios más afectados por la violencia “El alcalde es el que manda. Es su obligación dar aviso si hay un llamado de alerta sobre una posible masacre. El Puesto de Mando Unificado tiene como sentido proteger la vida y esa es la responsabilidad del alcalde”, dijo Petro.
El presidente, paso seguido, dio instrucción al Ministro de Defensa, Iván Velásquez, para que los alcaldes tengan autonomía y puedan tomar decisiones oportunas. La otra tesis del presidente giró en torno a que las economías ilegales, como la producción de cocaína y la minería ilegal, son el motor de la violencia y los asesinatos.
La noticia importante que dio el mandatario es que los grupos armados que delinquen en Ituango ya han mostrado interés de acercarse a la propuesta de la paz total. El Clan del Golfo y las disidencias del frente 36 de las Farc han mostrado voluntad.
Petro, además, habló de un desarme de la violencia en el país. Dijo que para ello hay que reemplazar los cultivos ilícitos y la minería ilegal. Al final, el presidente echó una pulla al gobierno anterior: “La seguridad humana se mide en vidas, mientras la otra seguridad se medía por muertos”.
Luego de su intervención, el comisionado de paz Danilo Rueda se pronunció. En línea con lo que ha dicho el gobierno, recalcó la importancia de la “paz total”, es decir, el acercamiento con intenciones de paz con grupos armados.
Señaló que por ahora se están haciendo exploraciones con algunos de esos grupos e hizo un llamado explícito: los que quieran sumarse a la propuesta, como “los caparros” o “los pachelly”, deberán buscar un acercamiento con el Gobierno bien sea por medio de una carta o un video que demuestre su voluntad de paz.
Por ahora, reveló el comisionado, ha habido acercamientos con el Clan del Golfo y la llamada Segunda Marquetalia, las disidencias de las Farc que delinquen en el oriente del país.
La primera visita de Petro a Antioquia terminó con aplausos de los asistentes. Danid Tapias, líder juvenil que tomó la palabra, dijo que, aunque su presencia generaba esperanza, aún persiste escepticismo; recelos que se expresan en la ausencia de cultura, las vías intransitables, la presión de los grupos armados. “La vida no es libre en las veredas. Los armados dicen a qué horas puede uno caminar, por dónde puede estar, qué puede hacer. Eso nos genera dudas sobre si algo pueda cambiar”.
Aunque las promesas de un mañana mejor ilusionan, el desarraigo y las heridas de la guerra siguen dominando el presente. Cuando los paramilitares llegaron por primera vez a la finca de María Candelaria Zuleta le cortaron de un hachazo la cabeza a uno de sus marranos.
María Candelaria Zuleta, a sus 87 años, sigue esperando conocer la paz que tanto le han prometido. “Nosotros sentimos mucho miedo pero nos quedamos un año más. Vivíamos en la vereda Olivares, cerquita a La Granja. Un año después volvía con mi familia de misa y nos encontramos la casita destruida, habían dañado los colchones y la ropa. Nos tocó desplazarnos hasta el pueblo, eso fue hace 22 años”.
Entre las 500 personas que asistieron al coliseo, Maria Candelaria Zuleta era la más anciana. Caminó desde su casa, cerca al parque, hasta la Institución Educativa Pedro Nel Ospina. Llegó acompañada de su sobrina. Su petición al presidente fue clara: “Quiero regresar a mi tierra y que mis nietas puedan tener empleo”.
Con la caída de la tarde, y una bruma que se posó sobre el pueblo, terminó el alborozo por la visita del presidente. Las calles volvieron a su letargo cotidiano. Cayó un aburrimiento que, esperan los pobladores, no sea interrumpido por la violencia .