Dragas, retroexcavadoras y devastación alarman a visitada reserva natural del Oriente antioqueño
Aparición de maquinaria pesada y dragas en veredas por donde discurren las cristalinas aguas del río Santo Domingo causan preocupación en esta reserva natural del Oriente antioqueño.
El corregimiento La Piñuela de Cocorná es la puerta de entrada a las maravillas naturales que ofrece el Oriente antioqueño, sobre todo al cañón del río Santo Domingo, un tributario del Melcocho, el considerado río más lindo del departamento. Caminar por sus veredas es todo un deleite para los amantes de la naturaleza pues una gran cantidad de coloridas aves y esquivos mamíferos viven allí. Sobre las piedras del Santo Domingo, en su paso por la vereda Majagual, aparece una familia de nutrias, un mamífero anfibio de oscuro pelaje. Verlas es un deleite y escucharlas es un privilegio, sin embargo, a los pobres animales les toca huir despavoridos al escuchar el estruendoso ruido de una máquina que nada tendría que estar haciendo allí.
Pese a que las veredas de La Piñuela son zonas de reserva forestal, una bullosa draga minera empieza su faena sobre el lecho del mismo río de aguas tan diáfanas como las del majestuoso Melcocho. El infernal bullicio viene acompañado con ese nauseabundo olor del diésel quemado que ahuyenta a cuanto animal silvestre esté por esos lares.
Pero para espanto de los amantes de la naturaleza, en la vereda Majagual no es solo una draga la que opera descaradamente, sino que son tres las que allí se “chupan” todo lo que caiga en sus bocatomas con tal de sacar unas cuantas pepitas de supuesto oro.
La maquinaria es manejada por hombres que operan la pesada draga con total impunidad y con la indiferencia de quien posiblemente lleve bastantes días haciendo el grave daño ecológico sin represalia alguna.
Pero el panorama se pone peor a medida que se avanza por la ribera del afluente, entre Majagual y las veredas Santa Inés y Santa Cruz, pues a solo unos metros más adelante se ve la característica destrucción producida por una retroexcavadora. Las anchas y pesadas orugas del vehículo abren sendos surcos por lo que hasta hace unos meses era un tupido bosque.
Cerca del río se ven pozos, por lo menos tres, donde un agua nauseabunda y blanquecina reposa creando parches alrededor de la frondosa zona.
Pero el rastro del “monstruo” metálico no queda ahí. Su paso se extiende por más de cuatro kilómetros –la mayoría a pocos metros del río– en los que todo está devastado. Arboledas enteras se perdieron y hasta sendos guaduales que le daban estabilidad a la montaña yacen tirados en las zanjas que la máquina abrió a su paso, a las malas y sin ningún control.
Cada cientos de metros aparecen un conjunto de bidones de gasolina, los cuales están desparramados sin ningún tipo de precaución de que su contenido caiga a las cristalinas aguas. Estos dan cuenta de que la tarea de la máquina lleva por lo menos semanas de ejecución.
En uno de los puntos, la “retro” incluso devastó un nacimiento de agua, lo que hace que ahora el agua corra libre erosionando la montaña y causando deslizamientos que dejan un pantano pegajoso por lo que antes eran caminos de herradura.
A lo lejos, por fin, se ve la máquina peligrosamente cerca de otro grupo de árboles por donde posiblemente siga su destructor camino sin que nadie, como hasta ahora, lo impida.
No hay denuncias
Que unas dragas y una retroexcavadora “campen” a sus anchas por un terreno que debe estar protegido es un asunto de una magnitud de por sí lamentable, teniendo en cuenta la importancia ambiental de la zona.
Pero que hasta ahora –según comprobó EL COLOMBIANO con las autoridades del departamento– no haya denuncias es un asunto más que preocupante.
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Peor síntoma de la situación es cuando uno nota que en el sector está la base militar de La Piñuela, adscrita al Ejército, la cual se ubica a escasos kilómetros de donde se hallan las dragas y desde la cual tampoco se han hecho denuncias de la presencia de dragas y retroexcavadoras.
¿Está detrás el Clan del Golfo?
EL COLOMBIANO contactó con la Alcaldía de Cocorná para conocer su postura frente a la situación. El alcalde David Gómez se mostró sorprendido por la gravedad del asunto del que indicó que solo se enteró por medio de la denuncia de este diario. Por ello anunció una intervención urgente en la zona.
Sin embargo, como mencionó otro funcionario de este municipio, no está demás tener en cuenta la expansión que ha tenido el Clan del Golfo y su avidez por la minería ilegal en el Oriente, hecho que explicaría el silencio de los lugareños.
Según el funcionario, si se confirma que detrás del daño ambiental está un grupo ilegal como el Clan del Golfo –que ha venido en franca expansión en la zona pese a los supuestos diálogos de paz con el gobierno nacional– el asunto debe atajarlo otra entidad como la Gobernación, toda vez que la problemática supera ampliamente lo que con mucho esfuerzo podría hacer una administración local.
“Todo el mundo sabe que en El Melcocho y en el cañón del Santo Domingo están bregando a hacer aperturas de vías. Y aunque supuestamente dicen que esas aperturas son por parte de la comunidad, realmente es para el Clan meter la minería allá”, apuntó la fuente.
Sin embargo, según conoció este diario será al alcalde al que le tocará ponerle frente al “chicharrón”, pues así lo dicta la Ley, sobre todo en este departamento luego de que Antioquia perdiera su delegación minera. Eso sí, contando con el apoyo de la Secretaría de Seguridad y Justicia de la Gobernación de Antioquia en el marco de competencia que la norma permita.
Este diario también se puso en contacto con Javier Valencia, director de la autoridad ambiental Cornare, que tiene injerencia en las veredas de La Piñuela.
Valencia recordó que para que se pueda realizar cualquier intervención minera en cualquier zona del departamento se deben tener principalmente dos requisitos esenciales: un título minero entregado por el Ministerio de Minas o la Agencia Nacional de Minería; y una licencia o permiso ambiental otorgado por autoridad ambiental correspondiente (Cornare en este caso). Si no se tienen, se podría hablar de minería ilegal. Según parece, en La Piñuela no se han siquiera solicitado permisos de minería ante Cornare.
“Hemos blindado las zonas del cañón del río Melcocho y del cañón del Santo Domingo poniéndolas como áreas protegidas. Aunque hay que conocer bien los detalles detrás de esta denuncia, uno diría que en esa zona (en la que también está La Piñuela) no se puede ejercer la minería”, dijo Valencia.
Ante lo que ocurre en La Piñuela, el director Valencia llamó la atención sobre lo que también viene sucediendo en la jurisdicción de Cornare frente a la minería ilegal.
Según detalló el directivo, en lo que va de 2024 –en los 26 municipios bajo la jurisdicción de Cornare– se han atendido 77 denuncias sobre minería ilegal. De estas, y dado a que por lo general se trata de la operación de una o dos dragas, se han atendido de manera prioritaria 50 de ellas.
Sobre otras 13 se han realizado operativos de gran calado con autoridades ambientales y judiciales. Finalmente, 14 denuncias siguen una estricta investigación toda vez que tras los daños denunciados estarían actores armados como el Clan del Golfo.
Valencia también confirmó que no había denuncias en su entidad sobre la depredación ambiental que hoy tristemente ocurre en el corregimiento, por lo que también anunció que la autoridad tomará medidas frente a esta situación.