Antioquia

En las principales avenidas están los sitios más ruidosos de Medellín

Reclamos por el ruido entre quienes lo padecen son más comunes al tiempo que aumenta el volumen.

Contador de historias refugiado en el periodismo. Familiar, ávido de explicaciones y apasionado por la vida, porque no se pierda toda en lo accesorio. Redactor Área Metro.

11 de septiembre de 2016

Como las luces —que se ven desde el espacio— y las basuras, el ruido es una de las huellas que deja la vida en las ciudades. El estruendo es la banda sonora de la civilización como la conocemos hasta ahora.

En el Aburrá, el tráfico se hace sentir en una suma de motores desesperados, pitazos incesantes, frenos y maldiciones que van por las vías, las arterias del bullicio. También la industria en procura de producir sin parar, la ciudad que crece y gasta. Se impone además la alegría cada vez que la hay, que es música a lo que aguantan los parlantes, pólvora y licor hasta que amanece y a veces disparos.

De acuerdo con las mediciones, los carros son la mayor fuente de contaminación por ruido. A lo largo de las avenidas Oriental, Regional, Guayabal, San Juan, Colombia, 80 y 33, entre otras arterias, el ruido llega a los 80 decibeles, mientras que la Organización Mundial de la Salud ubica en 70 decibeles el máximo nivel deseable.

Los sectores más ruidosos

El Área Metropolitana del Valle de Aburrá, dispone de ocho estaciones para registrar el volumen en la región. Es la única autoridad ambiental del país que cuenta con una red de monitoreo de ruido ambiental, la cual opera desde el 2009.

En Medellín hay tres de estos sitios de medición, ubicados en Plaza Mayor, la Facultad de Minas de la Universidad Nacional y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid. Otros dos están en Girardota, mientras que los tres restantes, en Bello, Itagüí y Sabaneta.

La entidad se encarga además de elaborar los mapas de ruido de acuerdo con la norma nacional, que se actualizan cada cuatro años. El estudio más reciente es de 2014 y abarca a Bello, Medellín e Itagüí, que para entonces eran los únicos municipios de más de 100.000 habitantes en la jurisdicción (en adelante se tendrá en cuenta también Envigado).

Según Diana Fernanda Castro, líder de Gestión Ambiental del Área Metropolitana, los mayores niveles de ruido se perciben en los sitios más congestionados de las principales arterias viales debido al alto tráfico vehicular.

“En todos los mapas de ruido se identificó el tráfico como la principal fuente de contaminación ambiental, siendo entonces los principales corredores viales las zonas con mayores niveles de ruido”, señala.

Pero además, en los mapas de ruido elaborados para los tres municipios, se destaca la afectación en los sectores donde se concentran la actividad comercial y la vida nocturna, incluidos el centro de Medellín y los parques principales de Bello e Itagüí.

En Medellín, los sitios críticos están en la autopista Sur, y las avenidas 33, 80, San Juan, Oriental, Colombia, Las Vegas y El Poblado. En cuanto a sectores comerciales y ocio, aparecen la Plaza Botero, Carabobo, Junín y La Playa, en el Centro; así como el Parque Lleras, la 33, la carrera 70 (Estadio), la avenida Jardín (Laureles), la carrera 68 (Castilla), Aranjuez y Las Palmas.

“Para Bello, se identifica la avenida Regional y la derivación de la ruta 25 por el área urbana, que es la que dispone de mayor velocidad permitida. En Itagüí se identificó la zona centro, cerca al parque principal y el barrio Santa María, sector del Centro de la Moda”, explica.

Por el contrario, los sectores de Serramonte, en Bello; el parque Ditaires, en Itagüí, y el Jardín Botánico, el cerro El Volador y la Unidad Deportiva de Belén, están entre los sitios más tranquilos, según las mediciones en los mapas de ruido del Área Metropolitana.

Hablando a los gritos

La alerta electrónica del tranvía de Ayacucho no espanta entre el bullicio a los transeúntes que avanzan desprevenidos junto al ingreso de la estación San José. Las arrancadas de los buses, pitazos, las llantas y los sistemas de freno son sonidos silvestres a lo largo de la avenida Oriental.

Una moto de alto cilindraje es un zumbido que resuena todavía cuando ya se ha perdido de vista.

Nelson García lleva 18 años trabajando allí, junto a la iglesia de San José, en el Centro de Medellín. Atiende en un puesto de ventas: en la caseta plastifica documentos, elabora duplicados de llaves, vende y cambia de pilas de relojes e incluso cordones para calzado.

“El ruido no me afecta. El de los carros se puede sobrellevar. Lo complicado es cuando hay perifoneo, que no se escucha ni para hablar”, cuenta mientras organiza los objetos en su vitrina. Lo aturden los vendedores de frutas que pasan haciendo promoción del mango, la papaya, el banano, la manzana y todo lo que salga por los altavoces.

Cuenta que a veces “cuando están bien pilosos” los agentes de Espacio Público o la Policía, controlan el ruido con la amenaza de decomisar los parlantes y el micrófono.

Nunca ha percibido que el ruido esté afectando su salud todavía. Pero reconoce que cuando hay congestión sí aumentan los pitazos

Entre las 4:00 de la tarde y las 7:00 de la noche es más fuerte el ruido según cuenta Octavio Obando, que se lo aguanta en otro puesto de ventas, en el cruce de la avenida Oriental con La Playa. En su caseta vende revistas y llamadas telefónicas de celular, “pero a esa hora la gente ya no llama porque no escucha nada”, señala.

Coincide en que el perifoneo es la actividad más ruidosa en ese sector comercial, donde se ubican en su mayoría restaurantes y locales de variedades.

“Aquí al lado nos sacaban los parlantes a todo volumen. Nos tocó ir a la inspección de Policía para que controlaran eso”. Obando trabaja desde hace 35 años en aquel sitio del centro. “Uno se acostumbra al ruido. A mí no me ha hecho daño, pero mi esposa, que también ha trabajado aquí no escucha muy bien o se enferma también por la contaminación del aire”, revela.

Asuntos de convivencia

A pesar de que la mayor fuente de contaminación auditiva está representada en el tráfico vehicular, en las zonas asociadas al ocio se manifiesta más la afectación a la vida residencial. Con frecuencia los vecinos a bares y discotecas se quejan porque no pueden descansar en las noches, principalmente los fines de semana.

Según la líder de Gestión Ambiental del Área Metropolitana, una zona “relativamente tranquila durante la semana”, como es la de la avenida Las Palmas, presenta en las noches entre el viernes y el domingo, niveles de ruido que superan los que se dan en el día, situación que se mantiene hasta pasadas las 3:00 de la mañana.

Las zonas asociadas al ocio son las que presentan una mayor problemática, por el conflicto entre el ocio de las noches, principalmente en el fin de semana, y el descanso de la población que vive en estas zonas.

“La zona más relevante en Bello para este tipo de situaciones es el Barrio Obrero, donde se produce un fuerte incremento de los niveles de ruido en varias noches de la semana”, anota.

El control frente a esta problemática lo ejerce en cada caso la Secretaría de Gobierno, encargada de regular no solo discotecas, bares y licoreras, sino también talleres e iglesias, entre otros. El mismo despacho se encarga de lo relacionado con las actividades en el espacio público.

La autoridad ambiental realiza el control a las industrias, aeropuertos e instituciones educativas. Por su parte, la secretaria de salud realiza control al ruido intradomiciliario.

“Ya hemos avanzado en algunos escenarios de la ciudad para lograr controlar el ruido”, advierte el subsecretario de Gobierno Local de Medellín, Andrés Felipe Tobón. El funcionario reconoce que la problemática más seria en materia de ruido tiene que ver con los establecimientos abiertos al público con venta y consumo de licor, que por lo general tienen música.

Afirma que en el Parque Lleras, una de las zonas de mayor saturación acústica, se vienen aplicando controles hace dos semanas, luego de un pacto al que se llegó con los comerciantes de la zona.

“Allí se venía presentando la lucha del ruido, a ver quién es capaz de poner la música más fuerte con el enfoque equivocado de atraer más clientes”, explica. Agrega que a través del programa Convive la Noche, se firmaron pactos de convivencia entre los comerciantes y con los vecinos.

“Se ubicaron medidores en la consolas de sonido que advierten hasta qué nivel pueden subir el volumen. Hasta ahora hemos tenido resultados positivos”, señala. Afirma, sin embargo que si se violentan los acuerdos, hay procedimientos administrativos para sancionar a través de Inspectores y comandantes de estaciones de Policía.

En Itagüí, el secretario de Gobierno, Juan Carlos Zapata, destaca que cada fin de semana se están realizando operativos en sectores de establecimientos nocturnos, verificando el cumplimiento de los niveles de ruido permitidos, entre otras normas.

“Cuando el ruido es provocado por un vecino, en una casa, la Policía debe llegar inmediatamente y hacer bajar el volumen. Si no hacen caso, hacerles un comparendo”, advierte el funcionario.