La historia detrás del nombre de EL COLOMBIANO
Le contamos por qué Francisco de Paula Pérez bautizó así a este periódico, sugerido por Ana Cárdenas de Molina.
Esta es la historia detrás de la historia. El 6 de febrero de 1912, el joven Francisco de Paula Pérez, estudiante de derecho de la Universidad de Antioquia y con apenas 21 años, imprimía los primeros 400 ejemplares de EL COLOMBIANO. Los reclamó en una tipografía de la calle Ayacucho, entre Junín y Sucre. Pero esa es solo la conclusión de otra historia, una mucho más íntima y desconocida.
Francisco de Paula Pérez, hijo de Rufina Tamayo y nacido en Entrerríos, llegó a Medellín en los inicios del siglo XX. Era 1905. El joven tenía 16 años y terminaba el bachillerato. Los nuevos tiempos eran promisorios.
El padre, preocupado por que su hijo tuviera una buena experiencia en la ciudad, llamó a una amiga suya para que recibiera a su vástago. Le pidió a Ana Cárdenas de Molina que acogiera al joven Francisco de Paula. Y así lo hizo doña Ana, una mujer culta y generosa.
Ana le cogió tanto aprecio a Francisco de Paula que lo llegó a considerar un hijo adoptivo. Una vez terminado el bachillerato, el joven se inclinó por estudiar derecho, carrera en la que luego habría de destacarse a nivel nacional.
En la casa de Ana Cárdenas, que estaba ubicada cerca a la Plazuela San Ignacio, se fue versando sobre literatura y periodismo.
Doña Ana —como Francisco de Paula la llamaba respetuosamente— era una mujer culta, abierta al mundo. Recibía revistas del exterior, francesas e inglesas, que leía en su idioma original. “Era una persona que leía mucho, que también escribía. Ella influyó enormemente en Francisco de Paula; fue quien estuvo detrás de su formación”, dice Carlos I. Molina, nieto de Ana Cárdenas.
Y es cierto, Ana era una de las pocas mujeres que escribía en ese momento; se enfrentaba a una sociedad machista, que ponía infinitas trabas a las mujeres. Doña Ana escribía apasionadas columnas en el periódico La Defensa. Sus textos, que la familia todavía conserva, se centraban en la búsqueda del bienestar social y en la importancia de la educación.
Gustavo Molina, otro nieto de Ana, cuenta que en la familia la recuerdan con frecuencia. Su legado, es decir, su amor por el periodismo, se ha transmitido a las generaciones más recientes, en las que se destacan, por lo menos, unos diez periodistas. “Hablamos de la abuela con frecuencia, pues ella influyó en la historia de Antioquia. Fue una mujer con valores patrióticos”, dice su nieto Gustavo.
La influencia literaria y periodística caló en Francisco de Paula. Cuentan sus nietos, concordando en cada uno de los detalles, que el joven llegó donde su perceptora y le anunció que quería fundar un periódico. Discutieron largamente sobre la importancia de la prensa y el enfoque que debería tener la publicación.
Al final de la charla, Ana le preguntó a su querido hijo adoptivo:
—¿El periódico que vas a fundar va a ser local o de cobertura nacional?
El joven no dudó:
—Nacional.
—Pues, entonces ponle El Colombiano.
Y así, en la casa de doña Ana, se concibió EL COLOMBIANO, el diario de los antioqueños que acaba de cumplir 110 años.
Francisco de Paula, en muestra de agradecimiento con su perceptora, le abrió las páginas de su periódico. “Fue la primera mujer que escribió en EL COLOMBIANO. Todas las mujeres que han pasado por el diario siguieron el camino de mi abuela”, concluye Gustavo .