La Virgen que lucha por reinar en Sabaneta
El montaje de una escultura de María Auxiliadora de cinco pisos no ha estado libre de controversias.
Periodista del Área Metro. Me interesa la memoria histórica, los temas culturales y los relatos que sean un punto de encuentro con la ciudad en la que vivo, las personas que la habitan y las historias que reservan.
Al Niño Dios de 300 kilos y cuerpo de cemento le quedó una cicatriz que le cruza todo el abdomen. El helicóptero no pudo levantarlo completo y hubo que dividirlo a la mitad para que su peso no lo hiciera caer al abismo.
Iván Cano Flórez es escultor hace más de tres décadas y hace dos meses que comenzó a construir una réplica de la Virgen María Auxiliadora en el municipio de Sabaneta. Está parado junto a la mano derecha de la estatua, que puesta de manera vertical mide casi lo mismo que él. La lima para hacerle la manicura a las estilizadas uñas de concreto tiene el tamaño de su brazo.
El futuro monumento a la patrona del municipio, que observará a los habitantes desde el cielo del Corredor Juvenil de la localidad no es, como es evidente, de un tamaño discreto. Mide lo mismo que una casa de cinco pisos y antes su construcción había comenzado en los predios de la Reserva Natural La Romera, por iniciativa de la Alcaldía Municipal.
Pero para cuando la imagen ya tenía cabeza, cetro y hasta corona, a las mesas ambientales no les gustó nada la incursión de María Auxiliadora en terrenos protegidos. Y allí empezó la disputa.
Con derechos de petición, los colectivos ambientalistas manifestaron, en su momento, que el monumento allí puesto estaba salido de contexto, que nada tenía qué ver con el propósito de proteger las fuentes hídricas ni el fin de conservación de los bosques de la zona.
El exalcalde de Sabaneta (2016-2019), Iván Alonso Montoya, contó que todo partió de un homenaje al cariño y al amor de los habitantes hacia la devoción mariana. En su gestión consideraron que la nueva anfitriona debía ponerse en los terrenos de las fincas Bellavista y Canalón, adicionadas a la reserva natural. La escultura convertiría a La Romera, además, en otro sitio de peregrinación.
“Lo cierto es que varios grupos pidieron que por ser una reserva natural llegaría allí mucho feligrés y podría maltratarse la zona. Tras varios análisis decidimos ubicarla en un lugar más céntrico, en el Corredor Juvenil”, dijo. (ver recuadro).
Así que la cabeza moldeada de la Virgen y todo el cuerpo del Niño Jesús tuvieron que ser movidos a más de seis kilómetros de distancia, y ni siquiera 60 personas pudieron levantarlos de su emplazamiento. La cabeza de la Virgen, en los intentos, se fue a una cañada desde donde tuvieron que pescarla con la malla de un helicóptero. Iván miraba todo desde abajo: el Niño Dios, partido en dos, viajando por los aires sabaneteños hasta otra montaña, en inmediaciones de la Casa de la Cultura.
El suplicio de la obra
En la documentación enviada a la alcaldía, firmada por Marisabel Góez, coordinadora de la Mesa Ambiental, los colectivos planteaban que su disgusto se debía a que, en el Plan de Manejo de La Romera, en ninguna de sus estrategias se tenía concebido construir una obra de tal magnitud, que atentaba “contra el más importante ecosistema natural de la zona”.
La escultura, indicaron, convertiría La Romera en un centro de peregrinación y alteraría las condiciones ambientales. Se estaría vulnerando la capacidad de carga del sitio.
Ángela Quintero, integrante de la Mesa Ambiental de Sabaneta, contó que la Alcaldía sí respondió el derecho de petición, pero se limitó a hacer un informe de gestión de las acciones de protección adelantadas. En el último párrafo explicaron que “se da un parte de tranquilidad a la comunidad y se informa que en la finca Bellavista de La Romera no se realizará ninguna obra escultórica que pueda ir contra los fines de preservación”. No tiene sentido, dice Quintero: ¿para qué construir una obra de más de diez metros en La Romera para después trasladarla?
Hecho el cambio de lugar, el escultor terminó agradeciendo que los financiadores del proyecto desistieran de construir la Virgen en la reserva ambiental. Dice que en el Corredor Juvenil es más cerca para todos y no queda tan arriba.
Iván recuerda las mulas, con el bulto de arena de revoque a cuestas, subiendo por los senderos camino a La Romera. Fueron muchos viajes, unos 10 o 12 por día, para llevar hasta allí el material. Durante varias noches talló primero las facciones de la Virgen María en icopor, con fuego, serruchos y hasta con cuchillos, para luego rellenarlas de concreto y montarlas sobre la estructura. La rutina no ha cambiado mucho, ahora, en el Corredor Juvenil: cada mañana el escultor llega con un termo de tinto y luego se descuelga del armatoste de 15 metros atado con un arnés.
A la obra en curso le falta todavía el vestido, que será en fibra de vidrio y que con el trabajo de la gravedad —es decir, con la caída normal del material— se verá elegante. Si las arrugas del traje no son naturales, dice Iván, es como decir mentiras.
La Virgen va a quedar parada sobre una luna de tres metros y estará rematada en la punta con un pararrayos, un halo de bronce conectado a tierra. “Cada vez que le caiga un rayo”, describe el escultor, “se va a poner más dorado ahí”.
En el diseño de la forma tardó dos meses. Usó láminas de cómo se veía la Virgen María en los años 60, un poco más robusta. También de cómo lucía en los 70 y fusionó ambas versiones. Al lado de la mesa de madera en la que talla las piezas, y en donde aún conserva los planos originales a grafito, está una pequeña estatua de la santa en porcelana. Se ve diminuta frente a su gemela de cinco pisos.
Están retrasados con el soldador, así que es probable que trabajen de noche. A Iván no le importa, menciona que con las chispas que salen de la herramienta quedan mejor las fotografías.
“Este espacio fue hecho para la Virgen y nosotros no lo sabíamos. La Virgen decidió, creo, que no quería quedarse en La Romera sino venirse para acá”, comenta.
Desde este mirador se alcanzan a ver, a lo lejos, los municipios de La Estrella e Itagüí.
El palustre Javier Martínez Gómez, un escultor que ha sido su amigo de infancia, lo acompaña en la tarea de darle forma. También otras 80 personas, en labores como soldadura, fundición, terminados de cemento y talla en icopor.
Al trasladar una de las manos de la Virgen, encima de un camión, alcanzaron a resquebrajarle un poco la textura. Los contratistas casi no encuentran un helicóptero capaz de accionar las hélices con el peso de María Auxiliadora.
El artista y demás ayudantes estuvieron varios días mirando las piezas de la escultura fragmentadas, hasta que llegó un piloto que pudo levantar y aterrizar con el rostro de la Virgen sobre la estructura.
Pero, incluso, soldando la corona a la cabeza, el andamio de servicio alcanzó a levantarse 50 centímetros sobre el piso para luego caer sobre sí mismo tras acomodarla.
Donación de privados
Aunque el artista menciona el enorme interés de la administración saliente en este proyecto, lo primero que dejó claro el exalcalde es que la inversión en la escultura (que es de $240 millones, según Montoya), no partió de la Alcaldía. Se trató de una donación por parte de una empresa privada de servicios llamada Interaseo S.A.
Esta empresa es la principal accionista de Aseo Sabaneta, una sociedad de naturaleza privada, constituida en abril de 1998 y de la que el Municipio es el segundo mayor accionista (con 45% de participación). La firma de tipo mixto es la encargada del proyecto.
El exmandatario fue enfático en que allí no había presupuesto público y que todo corría por cuenta de Interaseo.
Consultado por este diario, Aseo Sabaneta indicó que la donación para su ejecución se dio a través de particulares, quienes delegaron la administración de la escultura a la empresa. Confirmaron que el costo es de alrededor de $200 millones y que esperan terminarla el 30 de enero de 2020.
Agregan que el lugar de construcción fue seleccionado por la administración por ser considerado “de gran acogida en la comunidad”.
“En realidad”, precisa el escultor, “yo debería responder que va a estar lista pues cuando tenga que estar lista. Pero me toca redoblar esfuerzos para que esté terminada en un mes”.
EL COLOMBIANO consultó a la nueva administración del alcalde Santiago Montoya sobre este proyecto. A través de su oficina de prensa, informó que no se puede pronunciar aún, puesto que la obra escultórica está en construcción y él debe primero revisar el tema.
Mirar hacia lo alto
Camilo A. Gálvez es teólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana y explica que este tipo de monumentos recuperan la tradición ancestral de llevar las grandes construcciones religiosas (como los templos) a las colinas y a las montañas, es decir, más cerca de las deidades. De ahí viene la palabra contemplar: para ver un panorama hay que ir a lo alto. Un afán, también, de marcar la historia con grandes obras.
Es, además, una demostración de poder: mientras más grande y fastuosa la escultura, representa un mayor pedido de protección y una permanencia evidente de la divinidad en la sociedad. Es similar al sentido que tienen las catedrales europeas, al gran templo de los judíos construido por Herodes (hoy en ruinas), al Coloso de Rodas o a las pirámides de Egipto.
Los jóvenes, por otro lado, tampoco parecen a gusto con la llegada de la escultura al Corredor Juvenil. Santiago Lopera, miembro de la plataforma de juventud y gestor cultural de la localidad, mencionó que cuando comenzaron la obra en La Romera “fue de la noche a la mañana”, en silencio, ni entendían de dónde salió el presupuesto. Supieron que era una Virgen al ver el rostro esculpido. Y añade que, ante una primera queja de la comunidad, de una la trasladaron.
“En ningún momento a la plataforma juvenil se le socializó eso, todo fue cuando ya había ocurrido. El Corredor Juvenil se espera que sea un espacio de expresión y que vayamos a tener semejante estructura ahí va a traernos consecuencias. Se convertirá en un espacio turístico”, dijo.
El monumento a la Virgen pesará 17 toneladas y medirá 14,70 metros en acero reforzado, sellado con materiales mixtos. Será más grande, incluso, que algunas de las casas del sector. Le falta media melena, que irá sobre el vestido; tendrá algunas sorpresas que Iván se abstiene de revelar.
Cada una de las manos y piernas de la Virgen es elevada por grúas hasta el punto más alto. Igual que cuando el hombre subía hasta el templo para mirar el cielo en la antigüedad, el escultor sube hacia lo alto de la corona para contemplar la escultura. Aunque, por ahora, sus esfuerzos se concentran en tapar con poliuretano la herida del Niño Dios en el centro de la espalda y volverlo a poner de una sola pieza.