La historia del estudiante que se presentó 13 veces a Medicina y por fin pasó
Comunicador Social-Periodista de la UPB. Redactor del Área Metro de El Colombiano.
Trece veces tuvo que presentarse Daniel Giraldo a la Universidad de Antioquia para pasar a Medicina. A pesar de que se sintió desfallecer, agobiado por los sucesivos fracasos, persistió con tesón. O con eso que él llama su mejor virtud: la terquedad. Le reprocharon para que no insistiera más, pero él no hizo caso. “Un día me dijeron que el universo, por terco, finalmente me iba a dar lo que quería. Y así fue: lo logré después de 13 intentos”, le contó Daniel a EL COLOMBIANO.
Su inclinación por la Medicina nació casi con el uso de consciencia. Su madre, cuando él apenas tenía tres años, murió, quedando al cuidado de su padre. Desde ese momento piensa una y otra vez que la presencia de un médico pudo haberle salvado la vida. “La pudo haber salvado un médico. De solo pensar en eso me motiva estudiar Medicina. Quiero salvar vidas y darles a los pacientes un trato más humano”, relató el joven de 26 años.
Pero, a pesar de que la vocación fue definida de manera temprana, Daniel comenzó luego un tortuoso camino para llegar a la universidad. En 2012, recién graduado de un colegio de Bogotá, a donde se había ido a vivir con su papá, se presentó por primera vez a la Universidad de Antioquia. El puntaje necesario para acceder era 78 y, a pesar de haber estudiado de manera incansable, sacó 70 puntos.
Desanimado, pero con la frente en alto, siguió trabajando en una distribuidora de ópticas, un negocio familiar. Mientras laboraba en extenuantes jornadas, comenzó a estudiar para ser auxiliar de enfermería. Ahí tuvo la oportunidad de entrar a un quirófano. Al paciente, que padecía de un cáncer en los intestinos, le abrieron el abdomen y Daniel quedó fascinado con lo que vio. “Confirmé que la Medicina era lo mío. Me impactó esa cirugía y el funcionamiento del cuerpo humano”, narró.
Pero por un problema con el instituto no pudo recibir el título. Su empeño por estudiar Medicina se acrecentó y en 2015 se presentó a la Universidad Nacional (Bogotá) y a la de Antioquia. El resultado fue igual en ambas: no pasó.
El peso del fracaso, como una carga sobre los hombros, comenzó a desgastarlo. Una parte de la familia perdió la fe y le dijo que no se empeñara más, que ya iba a estar viejo para entrar a la universidad.
En 2016 llegó una nueva oportunidad. Le dijeron que un tío podía costearle el estudio en una universidad privada. Dudoso por el elevado costo de la matrícula y el sacrificio que tendría que hacer el tío, Daniel aceptó. Se presentó al examen y se llevó una sorpresa desagradable cuando la hoja en blanco cayó sobre el pupitre: las preguntas, en su mayoría, eran de cultura general. “No había estudiado para eso. Estaba enfocado en el razonamiento matemático y eso no cayó en el examen. Como era de esperarse, no pasé”, anotó Daniel.
Una nueva oportunidad llegó con el año nuevo. En 2017 se volvió a presentar a la Universidad de Antioquia. Pero el resultado fue el mismo. Se sintió desfallecer. El peso del fracaso, sobre sus hombros, se hacía cada vez más grande y, para rematar, las miradas de reproche se hacían cada vez más incisivas. “Me estaba acostumbrando a no pasar. Es triste decirlo, pero así fue”, precisó el joven.
Sacando impulso de su mejor virtud, la terquedad, volvió a presentarse en 2018. Esta vez el resultado fue distinto: con 80 puntos le alcanzó para pasar a la segunda opción, Matemáticas. Y así, sin advertirlo, comenzó a transitar los pasillos de la Universidad de Antioquia, no estudiando anatomía humana o bioquímica, sino haciendo operaciones matemáticas que le permitieran hacer el cambio de carrera. Ese año se presentaron 50.490 estudiantes a la Universidad de Antioquia. Para Medicina había 150 cupos.
Y así le llegó el 2019. Ese año se presentó dos veces. Pensó que por estudiar Matemáticas le iría mejor, pero sucedió lo contrario. Sacó los peores puntajes de su historia: 33 y 40 puntos. “Me sentí brutísimo, que no sabía nada”, dijo.
Pero la historia cambió, por fin, la noche del 29 de diciembre de 2020. Un día antes, Daniel había sido diagnosticado con covid 19. Recluido en su cuarto, bajo las cobijas, tomaba infusiones para combatir la peste. Lo único en que podía pensar era en las desgracias del 2020.
Pero una llamada le hizo cambiar su perspectiva sobre el año que terminaba. Un amigó le anunció que los resultados habían salido. Medroso, temblando por la enfermedad y los nervios, entró a la plataforma web y se dio cuenta de que la 13 había sido la vencida. “Grité como nunca lo había hecho, salté. Mi hermana pensó que me estaba ahogando por la covid, pero era de la felicidad”, relató Daniel.
Concluyendo su propia historia, Daniel consideró que la terquedad, es decir, la perseverancia, fue la que lo llevó a convertir su sueño en una realidad. Cree que esa es una clave para lograr lo que se quiere en la vida. “Valió la pena luchar, perseverar. A pesar de que la gente perdía la fe, hasta yo mismo la perdía, decidí persistir”, reveló. El joven añadió que quiere ser un médico que haga parte “del cambio en la Medicina en Colombia”. Es decir, se explicó, tratará a los pacientes de una forma más humana: “No es solo darles pastillas, sino brindarles una compañía, ayudarles desde la parte humana”.