Antioquia

La fatal idea de cazar y convertir los hipopótamos en mascotas

Un nuevo video volvió a poner a hablar a todos del supuesto tráfico de crías de hipopótamos. Aunque hace rato se denuncia, hasta ahora las autoridades no han capturado a nadie por este delito.

Comunicador Social-Periodista de la UPB. Redactor del Área Metro de El Colombiano.

26 de agosto de 2023

Marius Els era un militar retirado. Vivía en Sudáfrica, su país, en una finca de 160 hectáreas. Ese espacio lo convirtió en un santuario de fauna, donde alcanzó a tener animales de 20 especies. Marius se jactaba de su pequeño paraíso, pero su mayor orgullo era Humphrey, un hipopótamo que había criado desde los cinco meses, y que a los seis años alcanzó el tamaño y el peso desproporcionados típicos de su especie: 1.200 kilos de hueso, carne, grasa y piel.

El exmilitar posaba, sonriente, sobre el lomo de Humphrey, mientras el animal, con sus patotas, atravesaba el lago que su dueño le había fabricado. “Es como mi hijo, para mí es como un humano”, señaló Marius en una ocasión. Contento, comentaba que sus amigos le tenían miedo a Humphrey, el animal más peligroso del África, pero alegaba que él y el pesadísimo mamífero tenían una relación especial.

En noviembre de 2011, seis años desde comenzada la inusual amistad, el cuerpo de Marius fue encontrado en el lago que había construido para Humphrey. El cadáver solo fue hallado horas después de lo sucedido, pero sobre la piel quedaron evidentes las mordidas que el animal propinó a quien fuera su dueño.

La historia de Marius y su hipopótamo pareciera remotísima, de un continente alejado y desconocido, sino no fuera porque acá en Colombia, gracias al capricho de un narcotraficante, hay cientos de Humphreys.

El relato de la historia africana no es en vano. Hace unas semanas se hizo viral el video de un perro criollo, al parecer en una casa, jugando con una cría de hipopótamo. No es la primera vez que esto ocurre. Cada tanto, en internet se publica un video difícil de precisar en el que aparece una cría jugando en un patio, o nadando con alguien en un estanque.

En un principio, el video fue considerado como una enternecedora amistad entre dos animales, pero, con la emoción sosegada, los internautas hicieron caer en la cuenta de que la escena estaba mal. Un hipopótamo no tiene por qué estar en una casa de familia y menos conviviendo con personas. Unos días después de divulgado, Cornare, la corporación regional que tiene a cargo el Magdalena Medio antioqueño, publicó un comunicado rechazando el video y haciendo un llamado de atención:

“Es importante que la comunidad sea consciente que este tipo de contenidos y de actos promueven el tráfico ilegal de una especie que fue declarada como exótica invasora, lo cual agrava una problemática que ya es compleja en la región”.

Entonces se encendieron, de nuevo, las alarmas sobre el tráfico de crías de hipopótamos. Este es un tema tan cenagoso como el valle del Magdalena Medio. Cada tanto, los medios de comunicación publican artículos asegurando que cazadores furtivos venidos de otras regiones se están llevando los animales recién nacidos.

En marzo de 2022, por ejemplo, un medio aseguró que frente a las narices de los agentes de policía, escondidos en camionetas, habían pasado seis crías. Nadie da razón de hacia cuáles lugares se los habrían llevado, ni cuánto pagaron por ellos, pero en Doradal es tema de conversación frecuente.

La mejor investigación que se ha hecho sobre este tema es el reportaje El problema sigue creciendo: hipopótamos a la venta en Colombia, escrito por Diana María Pachón y publicado por Mongabay. El texto, que aporta fotos como evidencia, es un recorrido por Doradal y sus alrededores. En una cafetería, la narradora se encuentra con un traficante de fauna. Este le cuenta, sin ambages, que ha vendido varios de estos animales. Lo hace sin sonrojarse, incluso hablando en voz alta y sin temor de ser escuchado.

Según Pachón, el vendedor le ofreció el animal en siete millones de pesos, de manera insistente. Aunque han pasado casi dos años de la publicación de ese reportaje, el asunto sigue siendo un secreto a voces. Las autoridades no han capturado todavía a nadie por tráfico de hipopótamos. Todo el mundo comenta sobre la venta de crías, y hasta da opiniones, pero nadie hace nada concreto.

Consultado al respecto, David Echeverri, biólogo de Cornare y quien ha estado al frente del problema de los hipopótamos desde hace años, aseguró que la corporación no recibe denuncias puntuales sobre criaderos o robo de animales. El biólogo cuenta que cada tanto sale a la luz un video de alguien con una cría y se forma un show mediático, y entonces el tema vuelve a ponerse sobre la mesa, pero a la larga no pasa más.

“El video que se hizo viral parece que es de hace años, pero no se había publicado. Son casos esporádicos, pero no sabemos si hay una modalidad de tráfico”, comentó Echeverri. Lo que sí ha hecho Cornare es poner las denuncias en la Policía cada vez que las personas comentan uno de estos casos, pues finalmente esa es la entidad encargada de hacer la investigación y, en caso tal, capturar a los responsables del delito.

Sin embargo, las investigaciones no han tenido resultados hasta la fecha. Los cazadores podrían ser solo unos cuantos pobladores de la región, personas con necesidades económicas dispuestas a cazar estos animales para entregarlos a algún excéntrico hacendado que quiera hacer de su tierra un suntuoso y extravagante zoológico.

El peligro, comentó el biólogo, es que estos animales, a través de esta práctica, sean llevados a otras regiones del país. Por su propia cuenta ya han avanzado bastante por el río Magdalena y se sabe que han llegado hasta Yondó, en límites con Santander. Se teme que puedan estar ya colonizando la depresión momposina, causando un desequilibrio en los ecosistemas y acorralando a manatíes, nutrias y otras especies endémicas.

Juan Camilo Torres, zootecnista y conocedor de esta especie, comentó que tener a un hipopótamo como mascota era similar a encender una bomba de tiempo. La gente se ve atraída por la figura rolliza, los ojos grandes y la piel rugosa del animal, pero pronto irá creciendo y necesitará más espacio y comida. “No hay manera de mantener un animal de estos. Para ellos no sirve una cerca de púas, porque se la saltan; pueden pesar hasta cuatro toneladas. ¿Quién controla a un animal de estos?”, cuestionó el zootecnista.

Ya la historia está cantada para traficantes y compradores: tener un hipopótamo de mascota es una pésima idea, y que lo diga Marius Els.