Desaparición de Maximiliano: ¿cuál es la diferencia entre practicar el satanismo y ser satánico?
Un experto consultado por EL COLOMBIANO advirtió que las autoridades deben ser cuidadosas a la hora de formular acusaciones para evitar que investigaciones, como la desaparición de Maximiliano, terminen siendo desvirtuada por un juez.
Cazador de historias. Futbolista frustrado: me tocó gambetear con las palabras.
Las autoridades siguen en la búsqueda del niño Maximiliano Tabares Cano de seis años, desaparecido hace un mes en Remedios (Nordeste de Antioquia). Las pistas y la investigación apuntan a que la secta satánica de “Los Carneros” –integrada por la madre, la abuela y el padrastro del pequeño y otras tres personas– está detrás de la desaparición del menor.
Entre el material probatorio que ha encontrado la Policía –y que serían prueba de la existencia de la secta– está la incautación de un muñeco vudú, libros de magia negra y testimonios que apuntan a que el niño fue desaparecido por la presión del padrastro: el hombre habría insistido en que el menor debía ser sacrificado para poder encontrar oro en ese municipio.
EL COLOMBIANO conversó con Gregorio Henriquez, antropólogo y exasesor de la Fiscalía en temas de sectas destructivas, para entender el funcionamiento de esta red criminal. El experto aseguró que en estos temas la autoridad debe tener especial cuidado en el tratamiento que le da a la investigación y a la acusación porque hay diferencias en el vocabulario que, al utilizarlas, podrían cambiar el rumbo del proceso.
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“Tenemos que ser muy cuidadosos: hay una diferencia entre satanismo y satánico”, explicó Henriquez y añadió que el hecho de pertenecer a estas manifestaciones –mientras no se incurra en delitos– no son castigadas por la ley.
“El satanismo es una corriente filosófica que viene del siglo XIX y XVIII, nosotros podríamos tener un empleado de oficina o vecino del barrio que practiquen el satanismo, ellos generan unos rituales que buscan un culto al ego desbordado. Ellos proclaman a satanás como una figura literaria y no como un ser real. Son personas que leen mucho y abordan muchas corrientes filosóficas”, señaló Henriquez.
El experto agregó que los satánicos, por su parte, son los que asumen la iconografía negra y oscura. Añadió que estas personas buscan llamar la atención a través de la ejecución de actos vandálicos.
“Son los que entran en las noches a los cementerios, pintan cruces invertidas y usan el 666 como número de la bestia. Así identifica uno que estos son personajes que solo buscan meter miedo y ser reconocidos”, puntualizó el experto consultado.
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Los Carneros, explicó el exasesor de la Fiscalía, son una secta destructiva que habría cometido el delito de la desaparición y utilización del menor, pero, estarían lejos de practicar fielmente los ritos satánicos o el satanismo.
“Hay que se muy cuidadosos de poner etiquetas. (...) Aquí lo que se configuró fue un delito que es el maltrato y la desaparición de un menor”, aclaró Henriquez.
Los libros incautados y el muñeco vudú son elementos que no son utilizados en las prácticas satánicas y, aunque las zonas mineras como Remedios han sido catalogadas de tradición bruja y hechicera, las pruebas perderían peso a la hora de ser presentadas ante un juez.
“Esos muñecos los venden en cualquier tienda esotérica del centro y cualquier ciudadano los puede comprar. La línea de la caza de brujos y la aplicación de la justicia pueden terminar difuminadas en este caso. La justicia debe ser aplicada con objetividad, deberían ver todos los elementos y sacar los que no aportan absolutamente nada”, puntualizó el experto.