Deterioro y humedades se están comiendo estos colegios públicos de Medellín
Debido a que su infraestructura está comprometida, Alcaldía de Medellín anunció un plan de reparación.
I. E. Gilberto Alzate Avendaño (Aranjuez).
FOTOS edwin bustamante
Periodista del Área Metro.
La ilusión del retorno a clases, tras más de un año de aislamiento por la pandemia, se desmoronó para los estudiantes de 23 colegios públicos de Medellín porque no cuentan con instalaciones adecuadas en las que puedan pasar la jornada escolar sin riesgos ni contratiempos.
Aunque cada caso es diferente, la situación es crítica en algunos de ellos: paredes y techos lucen verdes por humedades; las goteras traspasan el cemento y la madera; el polvo y la arena caen sobre las cabezas y algunos salones están sellados. El descontento aumenta cada día, tanto, que algunos han visto en plantones y protestas la única salida para que los escuchen y les brinden una solución definitiva.
Alexandra Agudelo Ruiz, secretaria de Educación de Medellín, confirmó que hay 23 instituciones educativas comprometidas en su infraestructura. Estas han sido evaluadas por el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres (Dagrd) y fueron priorizadas en un plan de reparación, con lo cual las obras comenzarán a mediados de octubre, aseguró la funcionaria. Otras 55 instituciones requieren atención por emergencias y contingencias. Sin embargo, estudiantes, profesores, padres de familia y directivos de los lugares afectados ya no aguantan más.
“El Marco Fidel no se cierra”
A finales de la semana pasada, los 1.100 alumnos de la I. E. Marco Fidel Suárez, en el sector Estadio, levantaron su voz contra el sellamiento total del colegio que hizo la Secretaría de Salud ante los riesgos causados por los problemas en la planta física. El pasado lunes, la comunidad educativa logró que el cierre se hiciera solo en 13 salones, con el fin de evitar la desescolarización.
El rector Ignacio Gutiérrez Piedrahíta contó que por medio de alternancia reciben al 50 % de estudiantes cada día, a la espera de que se hagan las obras para solucionar un deterioro que ha crecido a lo largo de 67 años de construcción y que hoy se evidencia en viejas y dañadas redes de alcantarillado y energía, múltiples problemas de humedades, hundimientos en los pisos y tarjaduras en las paredes.
Pero, con toda la incomodidad que ello representa, los estudiantes se niegan a dejar que el colegio sea cerrado y quede en un abandono indefinido. Tampoco quieren volver a la virtualidad porque creen que no hay condiciones para un aprendizaje real y porque consideran la institución como un espacio no solo para estudiar, sino también para socializar y apoyarse entre compañeros y amigos. Diego Alejandro Marín, del grado once, y Angie Gómez, personera, defienden la idea de hacer plantones pacíficos a las afueras de las instalaciones, si no cumplen los compromisos de la administración municipal.
Es que el Marco Fidel Suárez lleva 12 años esperando que se materialice la promesa de ser demolido y reconstruido por completo, tras ser incluido en el plan de Alianzas Público Privadas para Infraestructura Educativa, liderado por el Ministerio de Educación Nacional.
Doce años de espera que han significado la negativa a reparaciones de fondo, bajo el argumento de que no se puede invertir en un sitio que va a ser demolido. Por el momento, prima la unión en la comunidad educativa, incluso, los egresados dispusieron sus saberes y oficios para contribuir en las soluciones.
Al igual que el Marco Fidel Suárez, la I. E. Gilberto Alzate Avendaño, ubicada en Aranjuez, es otro de casi una docena de colegios que espera una renovación completa a través del modelo de APP. Su rector, Humberto Bermúdez, enumera con tristeza los múltiples daños que 61 años de existencia han dejado en las instalaciones: “La institución ha estado muy abandonada por todas las administraciones en cuanto a mantenimiento e infraestructura”.
Hoy, hay cinco aulas cerradas, filtraciones de agua que han generado caídas de docentes y graves humedades que ponen en riesgo libros, computadores y otros materiales pedagógicos que han conseguido con esfuerzo. Sin contar que, por la disminución de capacidad, cada día, 250 de los 2.000 estudiantes deben quedarse en casa.
Pero el agua no es el único problema. Aunque el colegio tiene dos medias técnicas en informática, a cargo del Sena y la Institución Universitaria Pascual Bravo, no cuenta con computadores suficientes.
Valentina Gómez, personera, y Tania Castro, contralora estudiantil, se lamentan de las precarias condiciones del colegio y cuentan que ello ha traído afectaciones emocionales en muchos de sus compañeros, por el temor a disfrutar por completo las instalaciones y por la imposibilidad de aprender en ambientes óptimos. Cuatro alumnos deben compartir un computador, lo que se hace agotador, pues cada uno tiene su ritmo de aprendizaje, a lo que se suma que los equipos que poseen son tan viejos que constantemente deben reiniciarse en medio del trabajo.
Por los lados de la I. E. Corvide, en San Antonio de Prado, la situación no es mejor. El pasado martes, padres de familia decidieron cerrar el colegio y cesar las actividades académicas, también las virtuales, hasta que la Secretaría de Educación acelere soluciones para que sus hijos estudien tranquilos.
Jimena Vélez, personera, y sus compañeros se llevaron una sorpresa cuando retornaron a clases y encontraron baños con aguas negras desbordadas, salones inundados y filtración de lluvias a través de los techos, a lo que se suma que les dejaron a medio construir un restaurante escolar, por cuyas obras se quedaron también sin biblioteca y sin aula de preescolar.
La secretaria de Educación aseguró que han cumplido los acuerdos a los que llegaron con el colegio, pero padres de familia y estudiantes consideran que, de semana en semana, siguen retrasando una respuesta eficaz. “Volvemos a clases cuando la secretaria nos dé una fecha concreta para comenzar reparaciones. Los que estamos en once nos vamos, pero el daño queda para los demás”, manifestó López.
La I. E. La Independencia, de la comuna 13, es otro paciente terminal. Pese a que es una obra construida en el periodo 2004-2007, hoy presenta fallas estructurales que impiden el buen desarrollo de las clases de 1.800 estudiantes: el pasado martes, cuatro salones fueron sellados, las inundaciones son constantes, las tuberías se rompen con regularidad y los pisos presentan problemas. Allí también siguen esperando que se hagan obras de fondo que impidan la desescolarización.
Fuentes de la Secretaría de Educación informaron que las cuatro instituciones mencionadas están incluidas entre las 23 priorizadas para el proyecto de reparación por ser las más comprometidas en su infraestructura, dentro de un paquete de 149 que tendrán algún tipo de mejoramiento, con una inversión total de $16.000 millones.
Por lo pronto, las sedes afectadas esperan que el compromiso sea firme y el cumplimiento evidente porque dejar las aulas de clase otra vez no es una opción bien recibida.