Nariño dejó atrás las sombras de la guerra
EL COLOMBIANO evidencia cómo está ese municipio del Oriente tras 18 años de la toma de las Farc.
Periodista. Magíster en Comunicación de la Defensa y los Conflictos Armados de la Universidad Complutense de Madrid
Ese 30 de julio de 1999, cerca de 300 insurgentes de los frentes noveno y 47 de las Farc se tomaron a Nariño, Oriente lejano de Antioquia. Su fuego desmedido se apostó en la plaza central hasta dejarla prácticamente en ruinas.
El resultado de ese ataque: la destrucción de más del 70% de la zona urbana, 16 personas muertas, (nueve policías y siete civiles), 16 heridos y ocho uniformados secuestrados.
Hoy, a pocos días de cumplirse 18 años de la toma guerrillera, esa población tiene un presente diferente. Con el pasar de los años, las huellas de la guerra son solo recuerdos de los habitantes. La voluntad de vivir en paz, permitió la reconstrucción de Nariño.
Aquella vez EL COLOMBIANO contó cómo fue esa incursión, hoy volvió para evidenciar, con fotografías y las historias de sus pobladores, el presente de ese municipio, los lugares que se mantienen en pie y las personas que se quedaron para sacar adelante al llamado “balcón verde de Antioquia”.
Tres fotografías, tomadas entre el sábado 31 de julio y el primero de agosto de 1999, cuando apenas terminaba la toma de las Farc (duró casi 45 horas), y otras tres captadas el pasado 6 de julio de 2017, fueron las seleccionadas para retratar el ayer y presente de la plaza principal de Nariño.
En primera línea
Las dos primeras imágenes muestran las únicas tres estructuras que sobrevivieron al ataque y que después de todo este tiempo siguen con las mismas funciones: la Casa del Café (esquina superior izquierda), el hotel La Posada (edificio de cuatro pisos) y la casa aledaña de dos plantas.
Rocío Montes Dávila es la administradora de La Posada. Se describe como una luchadora, una sobreviviente. Su casa fue destruida en la toma, pero siempre estuvo convencida de quedarse, de ayudar a levantar el pueblo, y así fue. “Acá todo el mundo puso su grano de arena, salimos adelante y los dueños del hotel son un claro ejemplo”.
Recuerda Rocío que la edificación fue utilizada por los guerrilleros como una plataforma para el lanzamiento de pipetas cargadas con explosivos que causaron la mayoría de destrozos en el municipio.
Incluso mientras esa localidad estuvo sin Fuerza Pública tras el ataque (hasta agosto del 2000 cuando volvió el Ejército y retomó el control de la zona), “el hotel estuvo prácticamente abandonado y fue invadido por las Farc. Por fortuna todo eso pasó y acá sigue en pie y ya es todo un referente de Nariño”.
Eran unos niños
La segunda línea de fotos está relacionada con uno de los puntos que la guerrilla, en este caso con tres insurgentes quienes apenas eran mayores de edad, usó para vigilar mientras se desarrollaba la ofensiva contra la estación de Policía. En esa parte del municipio, cerca a la plaza principal, la guerra pasó sin destrucción y el tiempo solo trajo algunos cambios en las fachadas.
Luvin García, quien para la época del conflicto se desempeñaba como funcionario de la alcaldía, resalta que gracias a la esperanza que nunca se perdió, ahora todos viven en paz, sin una guerra que los amenace; y aunque reconoce que muchas personas que salieron desplazadas no volvieron, “quienes quedamos logramos salir adelante”.
Uno de los retos para Luvin, y para los habitantes de Nariño, es aprender que esa paz también significa convivir con excombatientes. En las calles del pueblo muchos reconocen a quienes pertenecieron a las Farc, participaron de la toma y ahora están desmovilizados.
“Acá no podemos olvidar lo que pasó, pero si tenemos que darnos una oportunidad. Esos guerrilleros también tienen su historia. Muchos decidieron cambiar su vida, por eso es necesario que nosotros también desarmemos el corazón y permitir una paz bien construida”, afirma Carlos Arturo Marín, alcalde de Nariño.
Prohibido olvidar
La última línea de fotos es un claro ejemplo de uno de los beneficios que trae el fin de la guerra: un espacio que se abre para la educación.
Aunque uno de los principales objetivos de las Farc era destruir el comando de la Policía, los explosivos y los disparos lograron tumbar todo a su alrededor menos la estructura oficial. Ahora esa institución sigue en el mismo lugar -aunque reconstruida en su totalidad-, pero a su lado se le dio paso a un parque educativo.
Desde ese campo se quiere construir la memoria histórica de Nariño. La institución educativa Inmaculada Concepción, ubicada justo detrás del comando de la Policía y que en el momento de la toma insurgente también fue utilizada como base para lanzar las pipetas explosivas, es uno de esos espacios donde se dicta la asignatura Cátedra de la Paz, enfocada en ese propósito.
Margarita Grisales Posada es una de las docentes de esa materia. Explica que aunque a muchos de los estudiantes no les tocó vivir la parte más cruda de la guerra, “con todos se está trabajando en la construcción de la memoria histórica. La idea es que empiecen a entender qué fue lo que pasó y la gran mayoría muestran mucho interés porque de sus padres han escuchado muchas historias de lo que ocurrió”.
Lo que no ha cambiado
Aunque el capítulo de la guerra terminó hace mucho para los habitantes de Nariño, este municipio aún arrastra con problemas que vienen desde que las Farc mantenían su presencia en el territorio.
La vía de acceso al municipio no está pavimentada en su totalidad, faltan aproximadamente cuatro kilómetros, y según el mandatario local, “el estado de las vías veredales también está en precarias condiciones y ahí requerimos ayuda de los gobiernos departamental y nacional”.
Como alcalde, Carlos Arturo Marín sabe de las necesidades, reconoce que no solo se trata de mejorar las vías, también faltan más oportunidades laborales y tecnificación para los campesinos.
Es consciente de que muchas víctimas aún deben ser reparadas y que casi ningún habitante de Nariño ha recibido una ayuda sicológica para superar las secuelas que dejó el conflicto armado.
“En Nariño la gente se acostumbró a salir adelante sin ayuda. Siempre hubo ganas de superación y justo en este momento, cuando el panorama en todo el país es diferente, no vamos a parar, aunque es necesario que desde afuera se tenga la voluntad para ayudarnos. Queremos ser el municipio que todos deseen visitar, la mejor opción de turismo ecológico para propios y extraños”, concluyó el mandatario.