Si lo que Bud repite puede esclarecer un crimen está por verse y parece improbable, pero ser llamado a los estrados judiciales es una posibilidad en análisis.
El problema es que Bud es un loro africano gris, Psittacus erithacus, que presenció un asesinato y que tiempo después comenzó a repetir unas palabras que cuadran con lo que podría haber acontecido en la escena del crimen.
Nadie duda de la inteligencia de este y otros loros, tenidos por unos de los animales más listos, que pueden ser entrenados para resolver pruebas matemáticas elementales y mostrar un sorprendente razonamiento.
Pero este caso sobrepasaría todo lo conocido.
Así fue
¿Cómo terminó Bud como un posible testigo del homicidio ocurrido en mayo de 2015?
Martin Duram, de 45 años, fue hallado muerto con 5 heridas de arma de fuego en su casa de Sand Lake, Michigan. Su esposa, Glenna, es sospechosa pese a haber aparecido con una herida de bala en la cabeza y haber sobrevivido.
Los Duram tenían un loro, que ahora es cuidado por la exesposa de Martin, Christine Keller.
Todo era normal hasta que varias semanas después de los hechos, Christine escuchó a Bud hablando tanto con voz masculina como femenina como teniendo una conversación, según un artículo en Detroit Free Press.
En la voz de hombre, el loro dice “vete”, seguido por la voz de mujer que expresa “¿dónde iré?, respondiendo la voz de hombre “no dispares”, junto a un insulto.
Tras escuchar eso, la exesposa de Duram alertó al fiscal del caso, quien pese a no conocer antecedentes de un loro ante un juez, menos de testigo, expresó que analizaría si es posible admitirlo como una evidencia.
Dudas
Las expresiones de Bud son reales y no se cuestionan. Lo que los expertos no creen, de acuerdo con un artículo en LiveScience, es que las haya tomado de la escena del crimen.
Irene Pepperberg, experta de Harvard citada por ese medio, comentó que el tema es si un loro puede aprender una frase con escucharla una vez.
Para ella, que ha trabajado años con un loro gris, Alex, la respuesta es no, porque requieren mucha repetición, a no ser que tengan sonidos similares en su repertorio vocal.
En humanos, un evento traumático puede fortalecer la memoria pero no se sabe si los loros tienen esa capacidad.
La conversación que repite Bud pudo haberla tomado de algún programa de televisión, de la radio o en otro ambiente, según se desprende del análisis de los investigadores consultados.
Los padres de la víctima le creen al loro. Y aunque Glenna afirma que no mató a su esposo, la policía encontró cartas de despedida. Un aparente caso de homicidio-suicidio.
Más allá del suceso criminal, el hecho pone sobre el tapete la capacidad mental del loro, una especie objeto de decenas de estudios.
LiveScience recuerda que no es el único caso criminal donde ha estado un ave. En 2001 un hombre fue muerto en Dallas, su cacatúa atacó al asaltante hiriéndolo y salpicando de sangre una pared. El análisis de ADN permitió identificar al asesino.