En algunas especies de aves, la hembra visita el nido que construyó el macho y lo revisa para ver si quedó bien.
Si el nido, además, está bien escondido, alejado de la vista de un posible depredador, entonces el constructor es una buena opción como pareja para procrear.
Esto prueba que los humanos no son los únicos que trabajan duro con ética y escrúpulos (esmero). Estas características son comunes también en insectos, aves, peces y otros animales.
Las evidencias fueron reportadas por científicos de la Universidad de California en Berkeley, que revisaron cerca de 4000 estudios sobre comportamiento animal.
Los psicólogos Mikel Delgado y Frank Sulloway rastrearon atributos como laboriosidad, pulcritud, tenacidad, prudencia y autodisciplina en un gran número de criaturas, grandes y pequeñas.
Clave para la supervivencia
Así como en los humanos, el perfeccionismo en animales, que involucra trabajar duro, poner atención a los detalles y esforzarse para hacer las cosas bien, reporta beneficios evolutivos como tener ventajas en la caza y búsqueda de comida, la atracción de parejas, la procreación y la defensa de los depredadores.
Eso expusieron en un artículo publicado en el Psychological Bulletin. Los casos abundan y son claras manifestaciones de esa conducta.
“Las abejas que retiran los restos de otras del panal tienen más hijos, mientras que los pájaros que mantienen sus nidos más ordenados son menos susceptibles de ser devorados”, explicó Delgado, estudiante de doctorado en Psicología. “En muchas especies de pájaros, la maestría en el canto es clave para un apareamiento exitoso”.
Así, cuando algunas hembras revisan los nidos para ver cómo quedaron construidos, aquellos más adornados y lejos de la mirada de depredadores, son los que las atraen para elegir al afortunado constructor. Un comportamiento que no se conocía.
Rangos
Los dos investigadores, Delgado y Sulloway, dividieron las características de perfeccionismo que encontraron en los animales en dos categorías principales.
Una, el orden y la laboriosidad, que incluye la organización y limpieza; y el esfuerzo en los logros y la competencia, que abarca el dominio y la intención.
En ese sentido, los pájaros e insectos tienden a encuadrar en la categoría del orden, mientras que los primates y otros mamíferos caben con mayor precisión en la del esfuerzo en el logro.
Es más, de acuerdo con los investigadores, esa división se refleja en el árbol familiar filogenético en el cual los primates y otros mamíferos están en otra rama aparte de aves, reptiles, invertebrados y otras especies debido a que sus rasgos de personalidad evolucionaron para ayudarles a adaptarse a sus condiciones de vida diferentes.
“Las tendencias del orden y la laboriosidad parecen haberse originado en insectos y peces, mientras el esfuerzo y la competencia pueden estar más relacionadas con la solución de problemas, la vida en grupo y la complejidad del ambientes que habitan esos animales”, dijo Delgado.
Las cinco
Una de tantas herramientas usadas por los científicos en su rastreo fue el modelo de las Cinco Grandes: apertura, extroversión, agradabilidad, escrupulosidad y neuroticismo. Casi todas habían sido descritas por otros estudios, menos la característica señalada, que es primera vez que se reporta en el reino animal, según advirtieron.
Para Delgado, esto se debe a que se definía la escrupulosidad y el perfeccionismo muy estrechamente, tal como un rasgo humano basado en emociones, intenciones y moralidad. “Apostamos por usar una definición más basada en el comportamiento al evaluar la personalidad animal en futuros estudios”.
Unas características que no se les conocían a muchos de los animales estudiados.
Naturaleza en acción.