Aparte de que la naturaleza está en permanente transformación, no escoge sexo. No prefiere, por decirlo uno. En la palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense) hay machos y hembras. Y, como en los humanos... transexuales. Sí, palmas que “de tanto en tanto una de género masculino se transforma de repente en una opulenta hembra, que se llena cada año de enormes racimos de frutos rojos. En silencio. Con la sobriedad y la discreción de una palmera”, explica el botánico Rodrigo Bernal, quien describió el hallazgo en un artículo en la publicación The Scientific Naturalist.
También participaron en el estudio Blanca Martínez, María José Sanín, Luis Santiago Castillo y René López. Los autores escriben que el cambio de sexo no es un evento raro en la naturaleza, tanto en animales como en plantas, pero no tan común entre los organismos sexuales.
En las plantas cuyos individuos son femeninos y masculinos, el cambio de sexo es una situación escasa “y no ha sido registrado en palmas, uno de los grupos de plantas con la más amplia diversidad de sistemas sexuales”. Pero los científicos indicaron que observaron dos casos de cambio de sexo en la palma de cera del Quindío, la más alta del mundo como reportó hace poco en otra investigación, y una especie sombrilla de los Andes.
“Los dos individuos estaban cerca, uno del otro”. Es que las palmas son muy diversas. La expresión sexual incluye hermafroditas, polígamas, otras temporalmente de los dos sexos y otras siempre con esta condición. Solo cinco géneros, explican, alternan inflorescencias masculinas y femeninas en la misma planta. Hasta ahora no se conocen bien los mecanismos detrás de la expresión sexual en las palmas, pero inciden factores abióticos (luz, aire, agua, suelo, clima, relieve), metabólicos y genéticos, más el estado hormonal.