Había revueltas y tuvo que regresar presuroso a su tierra. Ptolomeo III el benefactor, que gobernó Egipto de 246 a 222 antes de nuestra era, debió dejar de lado su exitosa campaña conquistadora que lo llevó a Babilonia, pasando por Siria.
Para muchos historiadores su movida resulta inexplicable pues avanzaba victorioso. Cambió así el curso de la historia del Oriente Cercano.
¿Qué hizo que el faraón se devolviera a Egipto? Un volcán. Sí, una erupción que afecto el clima, enfriándolo, no hubo lluvias, el Nilo no creció y los cultivadores tuvieron problemas.
Las emisiones volcánicas contribuyeron a alterar el movimiento de la zona de confluencia intertropical, que regula el clima en las regiones tropicales. Eso sugiere una investigación publicada en Nature Communications.
En el imperio ptolemaico, que comenzó alrededor del 305 antes de nuestra era y terminó el 30 antes de nuestra era con la muerte de Cleopatra, los agricultores dependían de la crecida anual del Nilo para irrigar sus campos con sistemas de canales y represas.
“Cuando el flujo del Nilo era bueno, el valle era uno de los sitios más productivos del mundo antiguo”, según Francis Ludlow, historiador del clima en el Trinity College en Dublín y coautor del estudio. “Pero el río era dado a un nivel alto de variación”.