Durante dos meses, Zafar, como pusieron a un juguetón delfín en la bahía de Brest, Francia, hizo las delicias de los bañistas, jugando con ellos en los botes y algunas veces acompañándolos mientras nadaban o permitiéndoles asirse de su aleta para nadar.
Pero eso cambió en las últimas semanas. El delfín, de unos 3 metros, un nariz de botella, se frota contra botes y bañistas, en busca de lo que pareciera ser tener sexo. Incluso, reportó la BBC, lanzó por el aire con su nariz a una mujer y en otra ocasión se negó a regresar a la playa a un bañista, que tuvo que ser rescatado por los salvavidas del lugar.
Aunque no ha atacado directamente a nadie, sí se convirtió en una molestia seria y podría causar alguna herida sin intención, por lo que incluso el alcalde de Landévennec expidió una resolución prohibiendo bañarse donde se encuentre Zafar. No se pueden acercar a menos de 50 metros.
Los delfines, explicó un experto, tienen sexo recreacional con otros delfines durante el año y no tienen un momento particular para el apareamiento y en algunas ocasiones su energía sexual es dirigida a otras especies, incluidos humanos, reportó el diario The Telegraph.
Es algo que se sabe desde hace tiempo, desde los años 60, cuando en un experimento de la Nasa que buscaba enseñarles sonidos humanos un delfín, Peter mostró su comportamiento con una entrenadora, Margaret Howe Lovatt, y cuando fue trasladado a otro acuario, se suicidó dejando de respirar, tal vez porque ‘tenía el corazón roto’ dijo un veterinario a The Guardian.
El caso es que Zafar es por estos días un delfín frustrado sexualmente.