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Síndrome de llamadas y vibraciones fantasmas

Aunque no es considerado como una enfermedad o trastorno como tal, sí puede dar pistas para descubrir problemas de personalidad mayores.

08 de octubre de 2014
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En el restaurante, con su pareja, sus hijos o con amigos, no pueden mantener su mirada al frente por mucho tiempo, cada tanto tienen que agachar su cara y con sus manos manipular la pantalla de su teléfono inteligente para ver si entró una llamada o un mensaje.

En el carro pueden ser un peligro porque también deben apartar su vista del camino por unos segundos ya que la alarma que supuestamente escucharon era de sus notificaciones de mensajes.

Cualquier vibración los pone en alerta, incluso cuando no existe y solo ellos la sintieron o escucharon un supuesto timbre que salió de sus teléfonos celulares.

Es un comportamiento que se ha extendido producto de la movilidad que ofrecen las soluciones tecnológicas de comunicación con un teléfono que se puede llevar a todos lados y en cualquier momento nos acompaña.

El síndrome de la vibración fantasma, o también llamado como el de la llamada fantasma, no es un comportamiento que sea exclusivo de algunos adictos a la tecnología y la conectividad. De hecho, de acuerdo a investigaciones hechas por el doctor Larry Rosen y que este publicó en un libro titulado iDisorder, cerca del 70 por ciento de los usuarios de estas tecnologías percibe en algún momento esta situación, que es la de simular la vibración o escuchar el ringtone del dispositivo cuando en realidad no ha ocurrido.

Pero este comportamiento no es aislado, y de acuerdo con sicólogos consultados, se puede inscribir dentro de un fenómeno más amplio generado en esta época de conectividad, redes sociales y tecnología móvil de comunicación: la nomofobia.

Este, plantea César Sierra, director de la facultad de ciencias sociales en el politécnico Grancolombiano, sede Medellín, es ese temor que le produce a las personas el no tener su teléfono celular a mano, y de manera más amplia el quedarse por fuera de la conectividad y la integración a través de las redes sociales y la disponibilidad de comunicación casi inmediata que les proporciona el elemento tecnológico.

"Son personas que no quieren perderse nada, que piensan que estar un momento sin su celular en la mano para revisarlo cada minuto les hace perder de hechos supuestamente importantes", dice Sierra.

Con el teléfono móvil, lo que se busca es suplir en alguna medida ese síntoma de vacío por lo que se acude a ese comportamiento de estarlo revisando constantemente

Tiempos modernos
Como lo señala Mauricio Naranjo, comunicador y analista de los temas de la cultura que han generado las tecnologías de la información, este es un fenómeno que es propio del desarrollo de nuevas tecnologías. Y es una situación que no ha estado ajena en la historia a la evolución y el desarrollo técnico. Cada nuevo invento ha traído sus propias problemáticas.

Algo en lo que coincide el sicólogo Daniel López, quien señala en su conversación con El Colombiano que se trata de patologías que se comienzan a desarrollar de manera reciente, es decir unos 15 años hacia el presente, cuando verdaderamente la telefonía celular comenzó a masificarse.

"Antes con minutos a mil pesos, y aparatos costosos no era un fenómeno generalizado". Ahora el acceso a teléfonos cada vez más versátiles señalan un nuevo entorno de accesibilidad y conexión permanente, según coinciden los especialistas.

Para el sicólogo López, especialista en salud mental del niño y el adolescente del centro de atención de la Universidad Ces en Sabaneta, el comportamiento orientado a la revisión permanente del teléfono celular por supuestas llamadas o mensajes fantasmas, se presenta en mayor medida entre la población adolescente.

Este "siempre está buscando maneras de contactarse con sus pares, buscan llenar un vacío, lograr un reconocimiento y aceptación de grupo, y encuentra en estos aparatos la forma de poder contactar al otro sin la necesidad de tener que hacer renuncias", plantea Daniel López

Qué hay detrás
Pero aunque este comportamiento puede ser en muchos casos molesto, especialmente cuando el dueño del teléfono interactúa con otras personas y no es capaz de mantener un contacto real permanente en un restaurante, una reunión, una conversación de café, sin estar mirando frecuentemente la pantalla de su dispositivo, este -dice el especialista del Politécnico Grancolombiano César Sierra - no se puede considerar como un trastorno desde el punto de vista de la sicología.

Sin embargo, añade, lo que esta forma de actuar sí puede hacer es prender una alarma acerca de problemas desde la sicología y la neurología mucho más profundos de algunos de los individuos que lo manifiestan.

No sería extraño, por ejemplo, que por medio de actitudes como esta se pudieran dar pasos para diagnósticos de trastornos como la esquizofrenia.

Por su parte, el sicólogo Daniel López señala que desde la mirada del profesional en esta rama, observar situaciones como las descritas en algunos usuarios de los teléfonos celulares también puede significar la manifestación de síntomas relacionados con patologías de ansiedad o trastornos obsesivos y de dependencia. "Es como si estuviéramos hablando de una adicción, como cuando se habla del alcoholismo", manifiesta el especialista.

Batería baja
Pero el síndrome de la llamada fantasma no tiene solo un componente desde el punto de vista de la sicología. También esta forma de interactuar y comportarse frente al acceso de conectividad puede afectar la operación misma de los equipos de comunicación, como los teléfonos celulares.

Sin embargo, su impacto no es tan alto. Ricardo Triana, director de producto de la firma Huawei, sostiene que la batería es el componente que recibe el impacto de este uso más reiterado del teléfono.

Sin embargo, el impacto de un desgaste prematuro, medido frente al total de vida útil que pueden tener las baterías actuales no es tan alto, cerca de un 2 por ciento, como mucho, hace un cálculo rápido el ejecutivo.

Pero sí señala que ese impacto es mayor en teléfonos de gamas medias o altas, que tienen unas pantallas más grandes, en las que el consumo de recursos de la batería es mayor, y si estas se activan con demasiada frecuencia para verificar esas supuestas llamadas o mensajes, que desde luego, son las que generan el aumento en el desgaste de la carga.

Pero a su vez, argumenta, las compañías fabricantes de los teléfonos, conscientes de que la duración de la batería es un factor sensible para la experiencia de los usuarios con sus aparatos, adelantan desarrollos en los que con las mismas configuraciones de baterías actuales, puedan ofrecer rendimientos hasta un 30 por ciento superiores.

Una forma de optimizar el uso del teléfono, recomienda, es la creación de perfiles que permitan identificar las llamadas de acuerdo a niveles de volumen o un ringtone característico para determinados contactos, por ejemplo.

Otra recomendación, pero ya desde el punto de vista del comportamiento, la hacen los sicólogos consultados en torno a un proceso de educación necesario en el uso de estas tecnologías, que privilegie la importancia del contacto interpersonal. La tecnología es un apoyo, un medio, pero no el fin.

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