Carlos Mira fue el director de la emisora La Mega Medellín hasta el pasado viernes, cuando presentó su carta de renuncia. Su nombre y el de la emisora fueron tendencia en las redes sociales en Colombia el jueves pasado, después de que Ana María Zapata, una joven de 22 años, publicara un mensaje en su muro de Facebook denunciando que él había subido un video en el que ella aparecía y la había ridiculizado por una condición física, a pesar de que sufría síndrome de Marfan.
Mira eliminó el video, que alcanzó a recibir más de mil “me gusta” y reconoció en distintos medios de comunicación que sí lo había hecho. En una entrevista que dio a la emisora La F.M. aseguró que si hubiera sabido que ella sufría una enfermedad, nunca hubiera grabado y publicado ese video. Y, para resarcir en algo su error, ofreció disculpas públicas en diferentes medios y, a través de un video que publicó en su perfil de Facebook, asegurando que no iba a volver a pasar. ¿Esto borrará su error?
Tenemos una huella digital
“Siempre que una persona escriba en un buscador el nombre Carlos Mira, además de ver que ha sido locutor y director de una emisora, va a encontrar que fue autor de una burla a una persona con una enfermedad. Y cuando busquen el nombre de Ana María Zapata van a ver que ella fue el objeto de esta burla”, dice Adriana Molano, directora de Contenidos de la corporación Colombia Digital y analista sobre tendencias digitales.
Después de que Zapata dio a conocer estos hechos, miles de internautas se fueron lanza en ristre contra Mira. Incluso, les pedían a sus jefes que lo despidieran del trabajo y a él que renunciara. La etiqueta “discriminador” quedó sobre él.
Pero este es apenas un caso. Si se abre el espectro encontrará que justo en este momento desde una cuenta en Twitter, Facebook, Instagram u otra red social hay alguien que está juzgando, que está comentando en contra de una persona, posiblemente, por una situación que ni conoce bien, que está ridiculizando a quien publicó una nueva foto. También se hallarán otros tantos que están compartiendo y avalando estas actitudes con un “me gusta”.
Para la muestra, otro botón: esta misma semana la actriz Alejandra Azcárate estuvo en el centro de la polémica por la reaparición de un video en el que ella hacía críticas al proceso de paz con las Farc, publicado en junio de 2015. El video fue utilizado recientemente por el partido político Centro Democrático para afianzar sus posturas en contra de este proceso. Por ello, lo que recibió Azcárate, a través de las redes sociales, fue un apedreamiento en masa por parte de personas que están a favor de las negociaciones. Ella aclaró que su postura hoy en día frente al tema es de esperanza y preguntó que si esos que la habían abucheado en redes eran los mismos que hablaban de paz.
No había terminado de pasar este incidente (27 de enero) cuando la misma Azcárate publicó una foto en la que se ve a Astrid Cristancho y al exdefensor del pueblo, Jorge Otálora, en una fiesta, con un texto que decía: “Yo pues, acosada, acosada, lo que se dice acosada, no la veo. -Ohhh! Astrid Helena. -Ohhh! Jorge Armando. Continuará”. Cabe aclarar que todavía no hay conclusiones de la investigación acerca de lo que ocurrió entre el exdefensor y su secretaria privada. Así de rápido se puede pasar de ser víctima a victimario en las redes sociales.
Para Mauricio Vásquez, profesor de la Universidad Eafit e investigador en temas de cibercultura, este tipo de actitudes en las redes sociales es producto de un cruce entre dos derechos: el de la libre expresión y el del debido proceso, cuya premisa es que nadie es culpable hasta que se demuestre. “La gente cree que puede decir lo que quiera en redes y lo hace, pero se olvida y, a veces, ni siquiera piensa en contextualizarse acerca el tema del que quiere hablar o en verificar la información que está difundiendo”.
Agrega que esto refleja la falta cultura que tenemos los colombianos para opinar con responsabilidad. “En redes se está habla desde la pasión, sin verificar, aplaudiendo lo que creemos que es “lo bueno” y, en consecuencia, generando rebaños de odio que no le aportan a una verdadera discusión”.
Campaña #HablaDeTi
Tal vez hace falta un poco más de reflexión. Pensar antes de tocar el botón para publicar. Esta semana los seguidores de EL COLOMBIANO en redes sociales han podido ver las imágenes de la campaña #HablaDeTi, con frases que invitan a utilizar las redes responsablemente.
La Directora de este medio, Martha Ortiz Gómez, explica cuál es la razón de esta campaña: “El periódico cree en las redes sociales y en el debate pero quiere promover que se haga con respeto y argumentación. Colombia ha tenido suficiente intolerancia y violencia, si queremos evolucionar a un país en paz, contemporáneo y democrático debemos elevar el nivel de nuestras conversaciones para que de ellas salgan conclusiones relevantes, y que podamos construir tanto desde los acuerdos como desde los desacuerdos”.
Consecuencias legales de lo que se dice en redes
La abogada, especialista en derecho informático y nuevas tecnologías, Heidy Balanta, asegura que un episodio como el que involucra a Carlos Mira sí puede tener consecuencias legales, si se llega a comprobar que promovió o instigó “actos, conductas o comportamientos constitutivos de hostigamiento, orientados a causarle daño físico o moral a una persona”, según el artículo 134B del Código Penal.
Balanta aclara que en Colombia no están tipificados los delitos cometidos a través de redes sociales y se utilizan otros tipos penales para adecuarlos a las conductas que se cometen por internet. “Colombia, al igual que muchos países, está frente a una linea gris para este tipo de casos, pues la opinión se encuentra dividida entre quienes consideran se deben tipificar este tipo de conductas, frente a otros que consideran que no es necesario este tipo penalización”.
En su opinión, virtualidad no es antónimo de realidad, por eso “delito es delito, así sea en las redes sociales” .