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Una definición fácil de buen humor sería: aquella actitud vital para la que nada es sagrado. Los mejores comediantes, por ejemplo, son capaces de burlarse de los niños, los ancianos y hasta los dioses, sin que se les mueva un pelo. Por eso resulta refrescante que en un momento de la cultura popular en que los fanáticos han glorificado hasta el hartazgo a ciertas figuras que adoran, llegue un director como Taika Waititi y despoje de solemnidad, pompa y rigidez a los dos personajes hasta ahora más desperdiciados del universo cinematográfico de Marvel, Thor y Hulk, y triunfe en el intento con una comedia.
Waititi, cuya obra previa se había desarrollado en el cine independiente (en Netflix se puede ver What we do in the shadows, por si gustan),...
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