Las redes sociales están comprimiendo el conocimiento en paquetes homogéneos y complacientes. Facebook y Twitter, las dos autopistas de contenido más extendidas, son foros donde la gente intercambia con amigos, conocidos, personas que sienten y piensan parecido.
Facebook tiene un puesto de control, no cualquiera logra ingresar como amigo del titular de la cuenta. A este se le consulta si acepta o rechaza al aspirante a tan honroso título. El dueño puede ingresar a la fotografía y datos sumarios de quien golpea a la puerta, y según su arbitrio determinará la aceptación.
Twitter es más expedito. Cualquiera se convierte en seguidor de quien le provoque y este es feliz de observar cómo engorda la cantidad de adeptos. Es obvio que cada uno de estos...