Azorín es un orfebre del lenguaje, por lo cual me encanta recordarlo, como cuando le escribe a una amiga: “Pepita, la elegancia es la sencillez. A los escritores nos pasa como a las mujeres, que muy pocos somos elegantes porque muy pocos nos resignamos a ser sencillos”.
La elegancia y la sencillez van de la mano. Elegancia viene de elegir, que es tomar uno dejando muchos. Para Ortega y Gasset existe el divino arte de elegir. Admiraba a las mujeres elegantes, a quienes por saber elegir, todas las modas les colaboran rebajadas en un punto.
Mujeres que “revelan en todo su ser un tesoro compuesto de horas de soledad”. Mujeres que permanecen ausentes “porque lo mejor de sí mismas queda allá lejos, adscrito a su soledad”, donde se esmeran en cultivarse...