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Si no fuera por la duda sobre el sesgo político del ranquin de universidades que publicó la Ministra de Educación y por los efectos negativos que podría ocasionarles a las imágenes corporativas de varias instituciones universitarias en un entorno que está obsesionándose por la moda de las clasificaciones, diría que no hay que atribuirle tanta trascendencia a esa medición, controvertida con argumentos consistentes como los que he leído en el análisis del Observatorio de la Universidad Colombiana y en varios artículos, entre ellos el del exrector de la Nacional, Moisés Wasserman.
Las tablas de puntuación son imperfectas y variables. A los ránquines siempre les faltan elementos de medición. Acusan tendencia a uniformar sin que...