Aunque en todo el camposanto de Armero hay centenares de cruces y de vez en cuando aparecen grupos de personas rezando por sus muertos, es la tumba de la niña Omaira Sánchez la de más romería.
La pequeña, sin duda, se convirtió en uno de los símbolos de la tragedia, su imagen pidiendo ayuda y despidiéndose de su mamá le dio la vuelta al mundo. Es más, los videos de Omaira en internet tienen millones de visitas.
Sin embargo, hay algo más y es que los vendedores convirtieron su tumba en un “atractivo” turístico en el que venden desde gaseosa y agua helada, hasta relojes, anillos, rosarios, prendedores y esquelas con la niña agonizante.
En la tumba de Omaira la tragedia se repite todos los días. Los vendedores tienen el lugar “acondicionado” con computadores en los cuales se reproduce el video de Omaira, que suena mientras una señora entona un Rosario. Le pregunto a José Antonio Rubio, uno de los vendedores, qué por qué hacen eso y él responde fríamente: “¡Eso es lo que vende!”. Lo cuestiono y le digo que para qué poner el video justo en la tumba de la pequeña y él advierte que lo hace porque necesita comer, “vengo a rebuscarme la vida. Sumercé, entienda, el video de Omaira es el machete para poder vender el CD, claro, yo llego a mi casa todos los días con dolor de cabeza de escuchar a la niña, pero no tengo otra opción”.
Hasta la tumba de Omaira, entonces, llegan todos los días docenas de personas no solo a curiosear, sino también, cual santo, a agradecerle a la niña y entonces, ponen placas en las que le dan gracias. Dicen que la niña hace milagros .