El problema de las economías emergentes siempre ha sido la dependencia que tienen ante aquellas naciones más desarrolladas. Para que un país como Colombia, México, Perú o Sudáfrica encuentren vías de desarrollo más allá del empuje que puedan recibir de países como Estados Unidos o China debe darse una política de diversificación y control del gasto, es decir: ajustarse el cinturón.
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), lo resume como fortalecer el papel de la política fiscal de la región en materia de ingresos y gasto. En este sentido, es fundamental reducir la evasión fiscal y los flujos financieros ilícitos.
Más allá de lo que ocurra con un recrudecimiento o solución de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, al parecer una de las tareas más importantes de este tipo de economías será la de hacer que tanto sector público, como privado, entrelacen esfuerzos en la búsqueda por encontrar una reconvención productiva, nuevas tecnologías y un plan que empuje la inversión verde.
Y como no se trata de que estas economías caigan en una suerte de proteccionismo, sí se requiere de una serie de medidas que blinden a estas naciones ante lo que se consideran “inevitables fluctuaciones internacionales”, especialmente a las asociadas, por ejemplo, con la comercialización de materias primas.