Hace solo un cuarto de siglo dos estudios estimaron que para 2015 deberían haberse extinguido 30.000 especies de plantas. Pero una cosa piensa el burro y otra...
¿Se cumplió el vaticinio? No. Aunque es difícil afirmarlo categóricamente, parece que no. Para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y su lista de especies amenazadas, de 2016, algo menos de 150 habían desaparecido en realidad.
Esto a pesar de que el reciente informe del Estado de las Plantas del Mundo, del Royal Botanic Gardens, estimó que unas 50.000 de las 390.000 plantas vaculares conocidas están en riesgo.
¿Si hay tantas amenazadas, por qué de tan pocas se ha “certificado” su desaparición? Una duda más valedera al recordar que diversos estudios científicos hablan de que estamos en la sexta extinción masiva de la historia de la Tierra.
En un artículo en Science, Quentin Cronk, del Centro de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad British Columbia explicó que “nadie sabe” cuántas especies de plantas han desaparecido en el antropoceno pues para reportar una nueva basta con tener un ejemplar en un museo, pero probar que ya no existe no es fácil. “Es posible que no hayamos buscado bien”.
El problema
En respuesta a las inquietudes de El Colombiano, Cronk explicó por qué científicos y organizaciones hablan de determinada cantidad de plantas extinguidas.
“Solo porque algo es difícil no es razón para no intentarlo. Necesitamos esa información. Un punto en mi artículo es señalar que dado que ha sido difícil, quizás necesitamos nuevas maneras de mirar las extinciones”.
Para él, solo algunas de las plantas que han sido declaradas extinguidas pueden ser redescubiertas y citó el reciente caso de Terminalia acuminata en Brasil. “Fue vista por última vez en 1942 y fue declarada extinta. Pero alguien la vio el año pasado de nuevo”.
Esa planta, un árbol de hasta 18 metros de altura que crecía en Río de Janeiro, fue sobreexplotada por su fina madera al punto de declararse su extinción.
Otras llegan al punto en que es imposible su regeneración, por distintas razones. “Le doy un ejemplo: muchas plántulas tropicales solo sobreviven bajo la sombra del bosque. Al talar los árboles a su alrededor, desaparecen las condiciones necesarias para la supervivencia de la plántula”.
Otro caso: muchos árboles requieren polinización cruzada para formar una semilla. Cuando un árbol es el último, es imposible esa polinización.
Pero para hablar de extinción hay que precisar la definición: cuando no hay más individuos, la planta se considera extinguida. En sentido más amplio, significa que no hay plantas de una especie en la naturaleza (extinguida en el medio natural), pero puede haber algunas en jardines. Ambas definiciones caben como extinción.
“Cuando una planta tiene solo pocos individuos (menos de 10) probablemente no tiene futuro. Quizás también deberíamos considerarlas como extinguidas. Funcionalmente extintas”.
La realidad es que el tiempo que tarda una planta en extinguirse es largo y depende de distintos factores. El investigador plantea un esfuerzo global para secuenciar aquellas más raras de modo que se conozcan sus secretos antes de perderlas. Además, el tiempo que demoran en extinguirse podría ser una oportunidad para tratar de conservarlas.