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Los 70 de La víspera de año nuevo

Tobías Pumarejo y Guillermo Buitrago le dieron vida a uno de los clásicos más tradicionales en la noche del 31.

  • Tobías Pumarejo - Guillermo Buitrago Ilustración Emers
    Tobías Pumarejo - Guillermo Buitrago Ilustración Emers
30 de diciembre de 2015
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El vallenato se está suicidando, comenta Daniel Samper Pizano, y es urgente salvaguardarlo. En la columna “Salvemos al vallenato” dice que el peligro que acecha al vallenato clásico, y que suscita la alarma de la Unesco, no viene de afuera sino de adentro. Procede del vallenato espurio que desvirtúa al que, por su belleza y tradición, forma parte del patrimonio artístico internacional.

Contrastando con este panorama desalentador, es grato traer a colación que ese clásico eterno de la música vallenata como es “La Víspera de Año Nuevo”, este mes de diciembre, preciso, cumple 70 años de haber sido creado por Tobías Enrique Pumarejo Gutiérrez, don Toba.

Pero, ¿acaso “La Víspera de Año Nuevo” es un vallenato? Claro que lo es. Y al respecto Juan Gossaín considera, y le doy toda la razón, que “La Víspera de Año Nuevo” de Tobías Pumarejo no se le considera como un vallenato original, porque en la grabación que de este tema hiciera Guillermo Buitrago, la intromisión del clarinete de Juancho Esquivel le da un cierto regusto de porro.

La musa

Esta canción tiene una musa. Doris del Castillo Altamar vivía en la finca “Tolima” vecina a la de don “Toba”, “El Otoño”, jurisdicción del departamento del Cesar, predio por donde Doris pasaba todas las mañanas hacia un afluente del río Ariguaní donde solía tomar su baño matinal. Las miradas y los saludos no se dejaron esperar y al poco tiempo surgió un cálido romance entre los dos, que no fue de buen recibo por parte de su hermano mayor, Ramón, quien la reprendió, con correazos incluidos.

Por eso, el 22 de diciembre de 1945, Doris le envió un Papelito a don Toba con Pedro Romero, propietario de una finca vecina, “Cuatro Bocas”, donde le informa que está dispuesta a escaparse con él esa noche.

Tipo diez de la noche, el señor Romero alistó las bestias y recogió a Doris cerca de su casa. Y después de dar un largo rodeo por un sector montañoso con el fin de evitar que los vieran, llevó a Doris hasta la entrada de “El Otoño”, donde don Toba, que era un manojo de nervios, los esperaba. De ahí partieron hacia la variante principal para tomar un transporte que los trasladaría hasta Caracolí, en el Cesar, jurisdicción Sabanas del Diluvio y Camperucho.

Los días que siguieron a la fuga fueron de pleno goce y disfrute entre don Toba y Doris, quien era una morena vibrante, de cuerpo contorneado, de piel tersa y de ojos grandes y ensoñadores. Por ese entonces, Doris se encontraba en plena flor de su vida; y esta vivencia estremecedora marcó de tal manera a don Toba, que al final de su existencia, aun fallándole la memoria, le fue posible evocar, en los pocos momentos de lucidez que tuvo, el disfrute y el goce de esos días. De ahí que todos los versos de “La Víspera de Año Nuevo”, el que grabó Guillermo Buitrago y los que dejó por fuera, sean un tributo a ese goce y a ese disfrute compartido.

Don Toba, parrandero por naturaleza, el 31 de diciembre, le dijo a Doris muy temprano que se iba para Los Venados, población vecina a Caracolí, donde visitaría a unos amigos, con la promesa manifiesta, de que esa misma tarde estaría de regreso. Promesa que por supuesto no cumplió, porque se quedó parrandeando hasta el 2 de enero con sus amigos. Pero los sentimientos de culpa y la preocupación empezaron a atormentarle, aguijoneada por el conflicto que se le planteaba, entre disfrutar el resto del año en los brazos de su amada o el de seguir en el alborozo de la parranda, de la que presumía no le era posible marcharse. Y temiendo encontrar a su regreso a Doris enfurecida, si es que la encontraba en casa, todas estas conjeturas lo llevaron a buscar un pretexto para congraciarla a su regreso. Y en el fragor de la parranda, la solución, como caída del cielo, le sirvió de inspiración para la creación de ese himno navideño que se encuentra ad portas de cumplir los setenta años.

Doris cuenta que al llegar don Toba a su casa en la noche del 2 de enero, la sorprendió con una serenata, y la canción con la que terminan reconciliándose fue con “La Víspera de Año Nuevo”. Canción inspirada en Doris, cuyos versos recogen el sentir y el goce por ellos vividos en esta su aventura de final de año.

Voces autorizadas

En una entrevista que le hiciera a Emiliano Zuleta Baquero, “El viejo Mile”, me comentaba que la primera vez que él escuchó “La Víspera de Año nuevo” había sido en una parranda en Valledupar en las navidades de 1946, interpretada por Efraín Hernández. De esta interpretación recordaba una palabra de uno de sus versos que había sido cambiada en la grabación que para el sello Fuentes, hiciera Guillermo Buitrago.

El verso en mención decía: /Te quiero felicitar/ con el cuerpo y con el alma/ año nuevo lo quiero pasar/ junto contigo en la “cama”/.

Palabra “cama” que por sugerencia de Antonio Fuentes, el propietario del sello Fuentes, fue cambiada por la palabra “sabana”. Sustitución acertada que fue tomada de uno de los dos versos del tema original de don Toba, que Buitrago dejó por fuera cuando grabó esta canción: /Bonitas son las “sabanas”/ del Diluvio y Camperucho/ “sabanas” privilegiadas/ por eso las quiero mucho/.

Pedro Romero, el alcahuete en la relación entre don Toba y Doris, también me comentó, que cuando don Toba regresó a “El Otoño” con Doris, el 20 de enero de 1946, en la parranda de reconciliación con sus cuñados, les cantó varias veces “La Víspera de Año Nuevo”, que por ese entonces la llamaba “Gozando con mi Morena”, y que en esta interpretación incluía la palabra “cama” en vez de “sabana”.

Por su parte, Consuelo Araujo Noguera, “La Cacica”, me comentó luego que en 1974, don Toba le había hablado sobre el verso donde incluía la palabra “cama” y no “sabana”, pero que ella ya lo conocía, porque “Nando” Araujo se lo había contado desde mucho antes.

El investigador, compositor y coleccionista de la música vallenata Julio Oñate Martínez me facilitó una entrevista que le hizo a Efraín Torres, el guitarrista que acompañó a Guillermo Buitrago en muchas de sus grabaciones y en la famosa correría que hicieran por la provincia en 1947. En ella, Efraín dice que don Toba le entregó a Buitrago “La Víspera de Año Nuevo” y otros temas más de su autoría que luego grabaron en el sello Fuentes.

Sin lugar a dudas, “La Víspera de Año Nuevo”, la obra cumbre de don Toba por su calidad melódica y poética, por esa sensibilidad emocional que le impartió en todos sus versos, los que incluyó Guillermo Buitrago en su grabación y los que dejó por fuera, hace parte, como vallenato genuino, del patrimonio intangible de la humanidad declarado por la Unesco.

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