"Plaza de Bolívar de Manizales. Bella catedral. Yo le pondría una bomba al Bolívar-cóndor de Arenas". Así piensa Francisco Santos, exvicepresidente de la República, primo de Presidente, descendiente de Presidente y uno de los mayores generadores de opinión del país, en otras palabras, un hombre privilegiado, en una nación de hambres absolutas: hambre física, hambre de paz, hambre de vida, hambre de libertad y, sobre todo, hambre de conocimiento.
Miles a los que les negaron todo para que otros fueran vice han muerto en la misma ignorancia en la que ahora se sepulta Santos. Razón tenía Barba Jacob cuando decía que hay hombres que hacen el viaje del útero al sepulcro sin inmutarse. Buena parte del patrimonio artístico de la humanidad ha sido arrasado por hombres tan poderosos como Pachito.
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