Quiso con ser odontóloga, pero hoy es patinadora. Sueña con ser chef, pero por ahora es reina. Jercy Puello tiene un trono en Medellín.
Sus seis medallas de oro la hicieron la máxima estrella de los Juegos Suramericanos. Igualada con otro puñado de medallistas, la negra de Cartagena saca la cabeza por una simple razón: hizo un récord del mundo. Por eso, la corona hecha con medallas de oro es para la hija de Pedro y Maritza.
"Es un orgullo para mí, una buena manera de ayudarle a Colombia a ganar los Juegos. Siempre quise salir a la pista a dar lo mejor de mí, a esforzarme por la Selección. Se dieron las seis medallas y me tiene contenta", dice Jercy, grandota encima de los patines, pero que a la hora de bajarse es una niña normal, que asegura que fue buena estudiante, y que cuando deje el deporte quiere ser una chef profesional.
Por el momento, antes de pensar en los peroles, celebra sus seis medallas de oro en los Juegos Suramericanos. Ganó los 200, 300, 500, 1.000 metros, todos en la velocidad, así como los 3.000 y 5.000 metros en relevos, junto a Kelly Martínez y Marta Ramírez, en ambas oportunidades.
"Todo se lo debo a Dios, a mi familia que me acompañó. Gracias ellos pude ganar estas medallas, a su apoyo incondicional", anota Puello, quien le da a guardar a su papá las medallas que ya ocupan dos de las cuatro paredes del cuarto de su casa en Cartagena.
Puello Ortiz vive un año más que dorado. En el Mundial de Patinaje en China, ganó cinco medallas de oro, la cifra más alta para un colombiano en torneo orbital alguno, y fue la mejor patinadora del torneo.
Hoy, un par de meses después, además de embolsillarse media docenas de ramos de triunfadora, también logró el récord del mundo de los 300 metros contrarreloj en la pista de la unidad María Luisa Calle.
"Esa era una de mis metas en Juegos, porque venía rodando muy fuerte. Pero cada medalla se disfruta, tanto esa como el relevo de la ruta que estuvo muy reñida con Argentina", anota la cartagenera, hoy radicada en el Valle del Cauca, pero con inmensos deseos de ir a casa, seguir colgando medallas en una pared que cada vez se hace más pequeña. Se necesita un palacio real para la reina de los Juegos Suramericanos.
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