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Vivir en el olvido en la isla Nauru

Cerca de 600 refugiados llevan cinco años confinados a la espera de que Australia les dé asilo.

  • Centro para refugiados y migrantes en Nauru. FOTO: CORTESÍA MÉDICOS SIN FRONTERAS (MSF)
    Centro para refugiados y migrantes en Nauru. FOTO: CORTESÍA MÉDICOS SIN FRONTERAS (MSF)
Vivir en el olvido en la isla Nauru
07 de diciembre de 2018
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Son 22 kilómetros cuadrados y la desesperación está en todas partes. Esa es Nauru, una isla del Pacífico ubicada a 3.000 kilómetros de Australia, donde esta nación mantiene a los solicitantes de asilo que fueron interceptados en el océano cuando intentaban llegar a tierra firme para pedir refugio en el país.

No lograron su cometido. Se quedaron atrapados y viven en tiendas de campaña o comunidades con otros refugiados como ellos. Son de Bangladés, Birmania, Lebanon, Irán, Sri Lanka, Siria o Somalia y se fueron de sus países por las guerras, la falta de oportunidades o la persecución contra los católicos.

Kazem* es uno de ellos, un iraní que se convirtió del islam al cristianismo. “En mi país, si haces eso, lo primero a lo que te enfrentas es a la tortura y a la prisión. A la larga, te enfrentas a la muerte”, cuenta. Él escapó junto a su esposa y desde 2013 está en la isla esperando asilo.

Personas como Kazem huyeron porque sintieron que no podían seguir sumidos en el conflicto, pero, aunque se alejaron de las balas, ahora viven en el encierro de Nauru. Sin embargo, conocer las historias de su vida pasada es complejo, así lo explicó a EL COLOMBIANO Christine Rufener, sicóloga de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) que trabajó en la isla desde noviembre de 2017.

Pero Rufener ya no está junto a los refugiados. El gobierno australiano ordenó que se retiraran de Nauru en octubre de este año al considerar que no necesitaban sus servicios. En sus cálculos está que cerca de 600 personas están en la isla necesitando atención psicológica y la mayoría de ellos llevan hasta cinco años en el lugar.

“Están en un limbo donde no quieren morir, quieren una oportunidad, pero no sienten que vaya a llegar”, comenta. Estos refugiados han tenido la oferta de regresar, incluso con dinero, y las rechazan. ¿La explicación?: “La gente no se siente segura, quieren estar en Australia y su única posibilidad era quedarse esperando en Nauru. Ahora llevan cinco años de espera”.

Enfermarse, ¿la salida?

El gobierno australiano tiene una política de tramitación indefinida. Por esto, ante la negativa de los refugiados de volver a sus países y el impedimento que tienen para llegar hasta Australia, su estadía en la isla no tiene fecha final. Ante ese estatismo, hay quienes logran tocar tierra australiana cuando son evacuados por razones médicas.

La sicóloga Rufener lamenta que esa sea “la oportunidad de entrar al país”, porque, una vez en territorio, el sistema está obligado a atenderlos. Pero aparece un problema más: como si se tratara de la situación de los migrantes en la frontera de Estados Unidos y México, en Nauru también hay separación de familias porque solo una persona puede acompañar al enfermo y los demás se ven obligados a quedarse en la isla, lejos de sus seres queridos.

Según un reporte de MSF, más de un tercio de los pacientes solicitantes de asilo y refugiados estaban separados de sus familiares cercanos, una pena para aquellos que atravesaron el océano con sus seres queridos intentando encontrar un futuro mejor para todos, pero terminaron confinados en Nauru .

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