Cecilia Sosa Gómez es una de las voces de la política venezolana. Exmagistrada de la disuelta Corte Suprema de Justicia desde 1989 hasta el 2000, cuando este tribunal desapareció, precandidata presidencial en 2006 y 2012, jurista de profesión y catedrática universitaria, Sosa conoce la realidad de su país. Incluso, fue la primera mujer en presidir una Corte Suprema en el continente.
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Ahora, sin ejercer cargos públicos, a sus más de setenta años, espera por ese anhelado día en el que Venezuela vuelva a tener unas elecciones democráticas para poner fin al régimen de Nicolás Maduro, el “dictador”, y que su país vuelva a vivir una estabilidad.
Para Sosa Venezuela está en un “marasmo institucional, un caos político y un descalabro económico. Hay una anomia social y una violación sistemática de los derechos humanos ante una catástrofe humanitaria sin precedentes”. EL COLOMBIANO habló con Cecilia Sosa Gómez sobre la crisis que padecen los venezolanos.
¿Usted ve posible que haya una salida por vía electoral?
“No hay una salida electoral bajo el control del sistema que tiene el régimen. Pero, aquí en algún momento tiene que haber unas elecciones para poder restablecer la democracia. Cualquier mecanismo que no un proceso electoral transparente y libre, no será una salida que se enmarque en lo que aspira el venezolano”.
En la comunidad internacional se ha hablado de otras dos salidas: un golpe o una intervención militar.
“También hay otra tercera salida importante de analizar: la evidente fractura dentro del régimen, entre el madurismo y el chavismo. Creo que esa fractura podría, eventualmente, generar una transición. Los venezolanos tenemos que resolver nuestra transición y la presión internacional está ayudando mucho en el pensamiento interno. Ojalá ayudara bastante al régimen a sentirse muy acorralado, aunque este quiera aparentar que no lo está. También hará pensar al estamento militar en qué va a ser de su futuro”.
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En el marco de esa presión está la solicitud de investigación presentada a la CPI.
“Esta es una presión que indice sobre el alto gobierno y en el estamento militar. Además, son delitos que no prescriben, es como una especie de daga que queda en suspenso y obligará a tomar decisiones.
Si bien puede que ese sistema no tenga una operatividad inmediata, es un peso muy grande e invita a los entes internos a pensar qué hacer. Eso genera un ambiente de transición obligado.
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¿Cuál es su opinión respecto al papel que ha tomado Colombia con la crisis?
“Ha sido muy valiente porque sabe que o resuelve el problema o el gobierno entra en problema. Si no se restablece un contexto de colaboración mutua, el gobierno entrará en una situación insostenible”.
¿En algo puede ayudar que Estados Unidos esté dispuesto a mediar?
“Maduro le pide reunirse porque cree, a pie junto, que nunca le van a dar la entrevista. Sino, no estaría casi rogando que lo reciban porque quien está pidiendo la entrevista en este caso es el perdedor frente a la comunidad internacional. Pero, en política todo puede suceder, y así como no se dio esa entrevista, creo que Trump no está para perder el tiempo conversando sino se tiene claro cuál es el final.
¿La migración puede salirse de las manos?
“El tema de la intervención humanitaria que tanto se asume a nivel internacional y que el régimen se niega a reconocer, si bien es el núcleo del conflicto, es un asunto que excede lo humanitario. Los efectos de la migración han hecho que esto se haya transformado en un éxodo forzado y hay una política deliberada de que esa salida masiva puede desestabilizar la democracia de esos países que intentan incorporar a los venezolanos.
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¿Qué derechos se están violando en Venezuela?
“Todos. Aquí no hay derechos. No hay derecho a la vida, a la salud, a la alimentación, a la educación. Aquí no hay igualdad en el régimen de derechos, no hay justicia”.