Hace pocos meses todo parecía seguir su curso normal para la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye. Más allá de un ligero estancamiento de la economía y un detrimento de las altas condiciones de vida de los surcoreanos, no había mayor amenaza sobre su gobierno.
El pasado 23 de octubre, salieron a la luz informaciones sobre una investigación en curso contra la mandataria, ya que presuntamente favoreció a su amiga Choi Soon-sil, con contratos que involucran por ejemplo, a nada más que el gigante electrónico Samsung y al fabricante de automóviles Hyundai, que también están bajo pesquisa.
Hay evidencia de donaciones hasta por 3 millones de dólares por parte de ambas firmas a la compañía alemana Widec Sports, de la que Choi es dueña.
El presidente de Hyundai, Chung Mong-Koo, ya fue interrogado ayer por la Fiscalía surcoreana, e igual situación se prevé en los próximos días para Lee Jae-yong, vicepresidente de Samsung Electronics.
Pero el caso no frena ahí, los investigadores tienen indicios de que Choi, aprovechando su condición de amiga cercana de la mandataria, se inmiscuyó en diversos asuntos de Estado que no se limitan a la asignación de contratos. En la baraja está su supuesta injerencia en asuntos políticos, de seguridad, y de acceso a documentos confidenciales. Por todo esto ya es apodada “la Rasputín coreana”.