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México: 100 años de Constitución en tiempos difíciles

Un país amenazado por la criminalidad, la corrupción y la xenofobia procedente del vecino del norte recuerda la carta que dignificó a su pueblo.

  • El asesinato del caudillo Francisco Madero en 1913 impulsó a Villa y Zapata a defender sus principios.
    El asesinato del caudillo Francisco Madero en 1913 impulsó a Villa y Zapata a defender sus principios.
  • Una de las fotografías más reconocidas de este periodo histórico es la del “niño soldado” Antonio Gómez.
    Una de las fotografías más reconocidas de este periodo histórico es la del “niño soldado” Antonio Gómez.
  • A pesar de las disputas entre facciones, la Carta Magna de 1917 logró tener pluralismo. FotoS gob. de México
    A pesar de las disputas entre facciones, la Carta Magna de 1917 logró tener pluralismo. FotoS gob. de México
  • Hoy el país lleva décadas sumido en violencia generada por los narcos, que degeneró en paramilitarismo.
    Hoy el país lleva décadas sumido en violencia generada por los narcos, que degeneró en paramilitarismo.
  • México se ve también enfrentado a la amenaza de financiar un muro que excluya a su pueblo de EE. UU.
    México se ve también enfrentado a la amenaza de financiar un muro que excluya a su pueblo de EE. UU.
  • La mayoría de mexicanos critican la blandeza de Peña Nieto (izq.) ante el racismo de Trump. FotoS ap y afp
    La mayoría de mexicanos critican la blandeza de Peña Nieto (izq.) ante el racismo de Trump. FotoS ap y afp
México: 100 años de Constitución en tiempos difíciles
12 de febrero de 2017
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México enfrenta uno de los momentos más complicados de su historia. No bastó que sus ciudadanos sufrieran décadas de violencia generada por la infecciosa peste del narcotráfico —que está lejos de ser derrotada—. Ni que vivieran su cotidianidad entre la rampante corrupción de políticos y autoridades. Ahora sus gentes viven la amenaza del racismo proveniente del norte, que los estereotipa como un pueblo de criminales, de parias a los que hay que ponerles muros.

Son tiempos difíciles para los mexicanos, que se asemejan, coincidencialmente, a los que vivieron hace 100 años sus ancestros, forzados por la violencia y las injusticias a pelear para construir una nación digna y plasmar ese sueño en una Constitución.

La Carta Magna de México cumplió 100 años el pasado 5 de febrero, y más que nunca el país reflexiona sobre la importancia de traer a flote los principios y valores con los que se propuso guiar a su pueblo.

Un orgullo destrozado

Desde el pasado domingo, numerosos eventos de conmemoración se han producido a lo largo del país. El miércoles, en pleno centro de la gigantesca Ciudad de México, más exactamente en el Palacio Nacional, el presidente Enrique Peña Nieto inauguró la exposición “Constitución mexicana 1917-2017: imágenes y voces”.

“La Carta Magna es un llamado permanente a los mexicanos a mantenernos unidos, a mantenernos firmes, a trabajar juntos en un solo frente, por encima de las diferencias legítimas y naturales que hay entre la sociedad”, dijo.

“La Constitución establece los objetivos que como sociedad tenemos para vivir una República de paz, de armonía, que depare a sus ciudadanos oportunidades de desarrollo, de mayor igualdad social, de justicia y de vivir al amparo de un régimen democrático”.

Aunque llamen a la esperanza, las palabras de Peña Nieto parecen confirmar una triste realidad: los mexicanos han dejado de creer, con bastante razón, en las instituciones e incluso en las leyes. Así lo consideró, en diálogo con EL COLOMBIANO, Francisco Valdés Ugalde, doctor en Ciencia Política de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) y director general de Flacso en dicho país:

“El descreimiento en la Constitución por parte de los mexicanos llega a cifras alarmantes. Es una minoría de la población la que todavía conoce la Constitución y la reconoce como una herramienta de la vida política. Hay un divorcio. La mayoría de la sociedad, de acuerdo a las encuestas, no cree que en México haya un Estado de Derecho”, dijo.

En eso coincide Javier Valdez, escritor y periodista experto en temas de crimen organizado: “No hay aplicación de la ley, no hay Constitución en México. Desde 1917 tenemos artículos bellísimos, maravillosos, que aportan mucho a la vida democrática, y que incluso fueron revolucionarios en el mundo, pero no se aplican. La Carta está muerta, como dicen. El gobierno ha usado las leyes pero para reprimir al pueblo y por eso hoy no hay ninguna fiesta”.

De Chihuahua a un teatro

Pero la Constitución sigue ahí, como observando callada al país traicionar el rumbo que trazaron quienes pelearon en la Revolución, intentando —tal vez en vano— evitar que sus hijos vivieran en una tierra desigual, arrodillada al norte, violenta, injusta e impune.

Las leyes que hoy gobiernan a los mexicanos surgieron de tiempos convulsos, en los que campesinos de estados como Durango, Chihuahua o Morelos, hartos de las desigualdades —especialmente en la tenencia de la tierra—, se levantaron en armas.

Pero para que eso ocurriera pasaron 31 años de dictadura de Porfirio Díaz (1876 - 1911), recordada como “porfiriato”, en los que el general oaxaqueño ordenó que las tierras comunales que tenían los indígenas y la iglesia se hicieran parcelables, por lo que despojó a comunidades enteras. Por tanto deportó o encarceló a quienes se opusieron y pudo gobernar de forma autoritaria durante tres décadas. El país se desarrolló de forma notable aunque a costa de una profunda desigualdad. Muchas de las tierras se utilizaron para construir ferrocarriles y pozos petroleros que eran explotados por firmas extranjeras, principalmente estadounidenses.

El 7 de marzo de 1908, en entrevista con el periodista James Creelman, Díaz afirmó que México estaba listo para retornar a la democracia y anunció que convocaría a elecciones pero sin presentarse para las mismas. Esto empezó a desatar tensiones guardadas tras décadas de represión.

El caudillo Francisco Madero empezó a recorrer el país buscando apoyos para derrotar cualquier rezago de porfirismo en el futuro. Pero en medio de lo que ya era un alzamiento (1910), Díaz lo vio como una amenaza y lo encarceló en plenas elecciones, a las que igual se presentó.

Madero logró escapar a Estados Unidos y desde allí llamó a las armas a los sectores que lo apoyaban. Gracias a líderes rebeldes como José Doroteo ArangoPancho Villa”, logró derrocar a Díaz y revolucionar el país hacia un Estado que buscara la equidad y que fuera digno frente al vecino.

Pero el inicio de una nueva nación se vio empañado por la violencia. No todos los sectores alzados en armas apoyaron a Madero, y este fue asesinado el 22 de febrero de 1913, tras un golpe de Estado.

La guerra continuó dejando muertos —más de un millón en 10 años— pero propició la oportunidad a Pancho Villa y Emiliano Zapata de pelear por esas consignas que habían llevado a Madero al poder y que estaban bajo peligro tras el golpe. Ambos derrotaron a las fuerzas opuestas a las reformas desde el norte y el sur, plasmaron su alianza con el Pacto de Xochimilco (4 de diciembre de 1914), y dos días después tomaron triunfalmente Ciudad de México.

La Revolución Mexicana se había consolidado, aunque los enfrentamientos continuaron entre sus facciones, en desacuerdo sobre las reformas a hacer, y años después ambos líderes serían asesinados por ordenes de rivales políticos —y antiguos aliados— como Venustiano Carranza y Álvaro Obregón.

No obstante la derrota que sufrió la alianza entre el “Centauro del Norte” (Villa) y el “Caudillo del sur” (Zapata), como un intento de estabilizar el país durante esos años de guerra, el 5 de febrero de 1917 el Congreso Constituyente dio cabida al clamor popular que los impulsó y a las demandas de la Revolución, firmando en el Teatro Iturbide de la ciudad de Querétaro dicha Constitución.

Pisoteada por políticos

100 años después, la Carta Magna de los mexicanos ha mutado con los vaivenes políticos que ha sufrido el país, pero continúa siendo un símbolo, un referente de lo que puede ser posible.

“Cambió muchísimo. De hecho creo que la Constitución de 1917, comparada con la versión que ahora tenemos, sería irreconocible”, comentó Valdés Ugalde.

“La primera era una carta democrática pensada para propiciar la alternancia en el poder y garantizar la participación de los ciudadanos, de acuerdo a la doctrina del maderismo. Pero después de eso la Constitución ha sufrido muchísimos cambios que fueron hechos primero para facilitar gobiernos autoritarios como los que conocimos desde 1928 hasta 1996, y después ha sido ajustada para volver a un proceso democrático”, agregó.

Rubén Aguilar, consultor político y columnista del diario El Economista, explica que “la Constitución ha sufrido casi 500 modificaciones a lo largo de estos 100 años. Son unas cuantas ideas básicas pero lo demás se va concretando después de discusiones sobre diferentes detalles o tras demandas ante la Corte”.

“Se mantienen los elementos que forman la identidad de la nación, el pacto nacional, pero sí cambian muchas cosas. Fue muy importante en una época el artículo que implicaba que el subsuelo no podía ser explotado por empresas extranjeras, y así todo lo referente al petróleo y al ejido (ver radiografía), elementos centrales de la Revolución, pero esas leyes ya no están”.

¿Se le puede endilgar de algún modo a este documento causas del actual resquebrajamiento de la sociedad mexicana? ¿Debería ser reemplazada por una que se adapte a la crisis?

Para el periodista Javier Valdez, “el problema radica en los gobernantes. Es cierto que ahora hay una ciudadanía distante, que no ha sido participativa. Pero para mí el principal problema es la autoridad. Como no hay autoridad no se aplica la ley. Las leyes son buenísimas y a mí me encantan muchos de los artículos que logramos. Pero no hay voluntad para aplicarlas. Estos gobiernos del PRI, del PAN, y los pocos estatales del PRD que se han tenido, se pasaron la ley por el culo. Se olvidaron de aplicar la ley, de gobernar”.

Unidad frente a EE. UU.

Francisco Valdés Ugalde coincide: “Es necesario un buen gobierno, con adecuada rendición de cuentas, que dé ejemplos efectivos de que el Estado de Derecho puede regir en México. No se necesita una nueva Constitución. Eso solo ocurriría como respuesta a situaciones muy complicadas en la sociedad. Aunque dada la problemática que se está dando con el cambio en las relaciones con el vecino del norte, podría darse el escenario previo a una constituyente”.

Tal como en 1917, 100 años después los mexicanos intentan establecer salidas a problemas de violencia generalizada, debilidad institucional y tensiones con el vecino del norte. Puede que la reemplacen o la reafirmen, pero la Carta Magna, en su centenario, recuerda oportunamente a los 120 millones de hijos de una tierra, que tienen principios ante los cuales podrían unirse en tiempos difíciles.

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